nº34 | a pie de tajo

El curre del top manta en Sevilla

Seguro que has visto más de una vez a trabajadoras y trabajadores del top manta vendiendo sus productos en la calle. Posiblemente les hayas comprado algo. ¿Te has preguntado alguna vez por qué venden en la calle? ¿De dónde vienen? ¿Cómo han acabado trabajando ahí? ¿En qué trabajaban antes de hacerlo en la venta ambulante? Vamos a intentar contestar a estas y otras cuestiones entrevistando a Mbay, uno de los representantes de la nueva asociación de manteros de Sevilla.

Nos cuenta Mbay que «los manteros que trabajan en Sevilla proceden mayoritariamente de Senegal, aunque también hay gente de Guinea, alguna de Latinoamérica y personas españolas». «Cerca de un 15% son mujeres que prefieren los mercadillos al Nervión Plaza, donde hay que correr mucho por la policía».

¿Qué pasa con la policía? «Tenemos muchos problemas con la policía que nos roba las mercancías frecuentemente. Otras veces te cogen el número de identificación y te denuncian como a un peligro público.»

¿Qué ocurre si te denuncian? «Te pueden poner seis meses de multa, cada día seis euros, o seis meses de cárcel. Todo esto puede pedir el fiscal.»

¿Qué hacíais en Senegal antes de emigrar? ¿Por qué decidís jugaros la vida migrando a miles de kilómetros? «La mayoría de los inmigrantes de aquí son pescadores. Mi país tiene muchos pescadores, pero las multinacionales están arruinando la pesca artesanal.»

¿Qué niveles de estudios tiene la gente que curra en el top manta, Mbay? «La mayoría sabe leer y escribir y muchos tenemos estudios básicos, algunos universitarios.»

¿Cómo llegan los manteros a Europa? «La mayoría llegamos ilegalmente con pateras. Muchos son pescadores y saben navegar. Ahora en pateras desde Marruecos, antes en cayucos directamente desde Senegal.»

El que al llegar se os catalogue de ‘personas ilegales’, ¿qué consecuencias tiene? «Si tuviéramos papeles dejaríamos el top manta. Cada vez hay menos manteros porque muchos se legalizan y trabajan en la agricultura, por ejemplo en Huelva. Aun así, hay gente que lleva doce años en el top manta y aún no tienen papeles. Aunque la media es de seis meses a un año vendiendo.»

¿Cómo os organizáis? «Hay mucha solidaridad y ofrecemos vivienda y dinero a la gente que llega nueva para comprar mercancía para el top manta.» «Ahora nos hemos organizado en asociación de trabajadores y trabajadoras del top manta para tener voz y que la gente nos conozca mejor.» «Queremos legalizarnos, vivir legalmente y pagar impuestos como todo el mundo. No queremos seguir vendiendo en la calle.»

¿Os apoyáis entre manteros de diferentes ciudades? «Estamos en contacto con otras asociaciones y sindicatos de manteros, como con los hermanos del top manta de Barcelona. Queremos organizarnos y tener más fuerzas para reivindicar nuestros derechos.»

¿Os conoce bien la gente de Sevilla? ¿Tenéis problemas de racismo con la clientela? «Nunca hemos tenido problemas, porque comprenden nuestra situación.» «No sufrimos mucho racismo en Sevilla. La gente es buena y cariñosa. Se llevan muy bien con nosotros.»

Una vez que llegáis aquí y encontráis trabajo, ¿hay mucha gente que quiera volver a Senegal? «La mayoría quieren volver a Senegal para ver a la familia o para trabajar allí o aquí. En Senegal no hay trabajo y nosotros mandamos dinero para ayudar a nuestras familias. No estamos aquí solo para disfrutar de esta ciudad, estamos aquí para trabajar.»

¿Cómo ves tú futuro Mbay? «A mí me gustaría vivir en Sevilla. Ahora estoy haciendo una formación profesional de mantenimiento de edificios y me gustaría tener un trabajo y estabilidad en mi vida, y seguir ayudando a mis compañeros para que hagan lo mismo. El curso que hago lo organiza Cáritas y he pasado una selección para hacerlo. Gracias a Dios espero que la cosa va a mejorar.»

Frente al discurso de odio racista de la ultraderecha, ahora que conocemos un poco mejor a estas personas, conciudadanas y compañeras del top manta, cuando las veamos por la calle quizás las miremos con otros ojos. Quizás, incluso, les compremos por solidaridad y nos acerquemos más a ellas fuera de su trabajo. Podemos disfrutar de la multiculturalidad que la inmigración trae a nuestra ciudad y escuchar un concierto de música africana, comer thiéboudienne en un restaurante senegalés, charlar con algún amigo africano, apoyarles en sus reivindicaciones contra el racismo institucional…

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