Día miércoles
Dímelo. No te cortes.
Dime que miras por la ventana y no pasa nadie. Que pasa una moto. Que se ven cuatro coches quietos. Todos grises. Qué casualidad. Que pasa una bici. Que a esta hora no hay niños. Que las persianas están bajadas. Que no pasa el afilador. Que pasa un vecino atado a su perro. Atado a un cigarro con la ceniza dejándose crecer. Sin caerse. Ni la ceniza. Ni el perro. Ni el vecino. Ni la mascarilla.
Día dos
Di. Hay una niebla espesa.
Di que sí, dilo fuerte, dilo cerca. Hay niebla. Lo que me digas a la cara me va a llegar mojado.
Día viernes
Dilo, sí. Dímelo a la cara.
Dime que escuchas la radio y que puedes sostener tres frases seguidas. Hito histórico. Boletín. Extremismos. De momento no. No más mentiras. Platos rotos. Una norma diferente. Una pregunta. El promedio nacional. Las seis en Canarias. Ayer se murió algo. Poesía espejo, transparente, diáfana. La parte más oscura del camino. He bajado al jardín en mitad de la noche. Un zurró al verme se ha quedado inmóvil. Sus ojos y mis ojos son un enigma idéntico. Algo se busca. Por lo que yo sé, solo la dignidad.
Día antes
Di que sí. Donde dice Respiratorio podría decir Peligroso. O Apestada. O Quédate ahí bien quieto. O Ni te acerques.
Día domingo
Dinos. No digas.
Date la vuelta. Aprieta los ojos. Que no entre la luz. Piérdete en la última imagen del sueño. Ahí donde el elefante está a punto de entrar en una tienda llena de copas de cristal. Shhhh. No digas nada. No te muevas. No mires la hora. Sigue al elefante y dile algo a la cara. Díselo fuerte. Antes de que pase el afilador y nos despierte.
Día otro
Dime eso a la cara.
Dime que el corazón es un helicóptero y quédate tan pancha. Que los ojos son un destornillador y los dientes un frigorífico. Di que las manos no tocan sino que prohíben y detienen. Que los pies son fábricas y las pestañas quioscos. Que el hígado es un libro y entre los dientes pasean niñas filmando una película.
Dime. Dime lo que quieras. Dímelo a la cara.