nº2 | entrevista

Entrevista a las Corraleras – Corrala Utopía

La Corrala Utopía constituye un referente del movimiento por el derecho a la vivienda dentro y fuera de Andalucía. El edificio de San Lázaro, en el barrio de la Macarena, ha cumplido más de un año y medio de ocupación y las 36 familias que lo habitan mantienen el espíritu de lucha del primer día. Un equipo de El Topo se ha reunido con varias vecinas de la Corrala para hablar del presente y el futuro.

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Dignidad, orgullo, lucha… Son las palabras más repetidas entre las vecinas de la Corrala para referirse al proceso iniciado en mayo de 2012 con la ocupación de un bloque vacío de viviendas, propiedad de la entidad bancaria Ibercaja. Tras más de veinte meses de reivindicaciones, manifestaciones, acampadas y reuniones con el banco y las administraciones, continúan sin llegar a un acuerdo y la amenaza de desalojo no desaparece. Ellas no se rinden «porque no tenemos nada que perder», dicen. No quieren caridad ni que les den los pisos, solo una casa con agua y luz por la que puedan pagar un alquiler social.

La cita es en una concentración contra los recortes sociales en el Parlamento de Andalucía. Hace dos años, casi ninguna de ellas había participado en acciones reivindicativas. Ahora son asiduas a actos de protesta y no solo en relación con la vivienda. Tras finalizar, compartimos un rato con Toñi Rodríguez, Marisa Delgado y Aguasanta Quero, tres mujeres muy diferentes entre sí cuyas vidas se han unido en una lucha común. Tres mujeres que transmiten fuerza en cada una de sus palabras.

El Topo: ¿Cómo recordáis el principio de la ocupación? ¿Cómo se gestó todo?

Aguasanta: La ocupamos el 16 de mayo de 2013. Antes estuvimos trabajando y reuniéndonos durante cuatro meses. Éramos 14 familias y queríamos conocernos porque sabíamos que lo que íbamos a hacer no era un huevo que se echa a freír, sino que íbamos a tener que convivir. Todas teníamos el mismo problema tanto de vivienda como económico. Ocupamos el bloque. Se hizo público. Fueron entrando otras familias con el mismo problema. La verdad es que aquel día yo no sabía si podía estar dos horas o podía estar siete, pero aquí llevo veinte meses.

ET: Un elemento fundamental de todo este proceso es que se trata de una iniciativa llevada a cabo principalmente por mujeres.

A: Hay hombres también, pero es verdad que el paso lo dimos las mujeres. Los hombres están ahí, pero las mujeres somos más «echás palante». Ellos ayudan en el mantenimiento de los bloques y dan sus opiniones pero las que llevamos el mango de la sartén somos las corraleras.

ET: La ocupación de La Utopía os convirtió de la noche a la mañana en un referente social y de lucha. ¿Qué significa eso para vosotras?

A: Nos produce mucha satisfacción a todas porque es muy bonito, no solo para las 36 familias de la Corrala sino por lo que supone de lucha contra el problema de la vivienda que hay en Sevilla.

ET: De hecho, a partir de La Utopía fueron muchas las familias que decidieron dar el paso y ocupar otros edificios vacíos, no solo en Sevilla sino en el resto de Andalucía: seis en la capital, dieciséis en toda la comunidad autónoma, aunque no todas ellas se han mantenido. ¿Cuál es vuestra relación con el resto de corralas?

A: Al principio se hacían actividades juntas pero ahora la batuta la lleva La Utopía, que es la que está haciendo más movilizaciones. Las otras están más despegadas.

ET: ¿Cuál es la situación actual de la Corrala?

Marisa: El 10 de enero se reanudó la mesa de negociación con el Ayuntamiento, Ibercaja y la Junta y de momento no hay desalojo.

A: Ni lo hay ni lo va a haber. El día 11 hubo una manifestación para pedirle la expropiación del edificio a la Junta de Andalucía.

M: Una manifestación que estuvo organizada por la plataforma de apoyo a la Corrala, en la que participan 33 asociaciones.

ET: ¿Cuál es vuestra relación con las administraciones después de todo este tiempo?

M: Llevamos 20 meses y no hay respuesta política real, no han buscado una solución. El Ayuntamiento lo único que ha hecho es cortar los suministros y hacer una campaña de desprestigio hacia La Utopía. Es increíble que pisen los derechos como lo hacen. En los plenos a los que hemos asistido nos ha sacado la Policía. Hay una persecución directa hacia personas que lo único que hacen es defender los derechos humanos.

ET: ¿Seguís sin abastecimiento de agua y luz?

M: Sí. Lo único que ha hecho el Ayuntamiento es poner una fuente. Los servicios sociales te tratan con la punta del pie en vez de ayudarte, sin embargo, la delegada de Asuntos Sociales, Dolores de Pablo-Blanco, ha afirmado alguna vez que no ayudan a la Corrala porque la Corrala no quiere ayuda.

A: Yo creo que si el Ayuntamiento desde un principio hubiera querido ayudar lo habría hecho dejando el abastecimiento de agua, ya que el señor Zoido además de alcalde es el presidente de Emasesa. Sin embargo, lo único que ha hecho es poner una fuente.

Toñi: …Y la fuente después de que os llevarais 14 horas encerradas…

A: Nos llevamos 14 horas encerradas porque nos engañaron. Habíamos pedido a la delegada del distrito Macarena, Evelia Rincón, que solicitara el suministro por emergencia social porque había muchas personas, incluidos niños. Ella en un principio dijo que sí, pero después de varias horas esperando volvió a decirnos que lo único que podía hacer era poner una boca de riego en los jardines con agua durante una hora. Nos negamos porque es imposible abastecer a 36 familias con una hora de agua al día. A raíz de aquello nos encerramos en el Ayuntamiento y allí nos dijeron que al día siguiente iban los camiones. Esperamos durante una semana y como en ese plazo no llegaron fuimos a Emasesa. Después de 14 horas dentro nos dijeron que lo único que podían hacer era instalar la fuente. Una vez instalada, un grupo de la Universidad de Sevilla creó un sistema para llevar el agua de la fuente hasta el bloque, pero el procedimiento se hacía a través de una manguera que retiraba la Policía cada vez que pasaba porque decía que era ilegal.

ET: Vuestro proyecto ha despertado la admiración de numerosas personas y movimientos sociales. Os invitan a actividades y habéis organizado un evento como el Corrala Rock, celebrado en diciembre y al que asistieron más de cuatro mil personas. Todo eso supone una exposición pública a la que, imaginamos, no estabais acostumbradas.

T: En el Corrala Rock estaba muy nerviosa por hablar delante de tanta gente que no conocía. Pero una vez que empiezo a hablar no lo pienso, me sale del corazón y quiero que me escuche todo el mundo, no solo los que están delante. Quiero que me escuchen fuera, la gente que tiene la mente cerrada y no quiere ver lo que está pasando.

M: La Utopía es un referente de dignidad para otros movimientos sociales no solo en relación al problema de la vivienda. Hemos apoyado muchas causas: a los estudiantes, a la sanidad.

ET: ¿Cuáles pensáis que son las claves del buen funcionamiento de la Corrala?

M: La Corrala es una muestra de que la unión funciona a pesar de estar sin luz, sin agua y perseguidos de alguna manera. Es una utopía real. Yo me enteré de su historia a través de una charla en la universidad. Fui a visitar la casa invitada por ellas y allí había gente muy normal que llevaba toda la vida trabajando y que se había quedado sin casa y sin trabajo. Y esa necesidad extrema les llevó a ocupar un piso no por placer sino para vivir. Y a mí me pasó lo mismo. Después de muchos años trabajando, estudiando y pagando mi alquiler, de repente me quedo sin trabajo y sin poder pagar una vivienda.

T: Si no lo hubiéramos luchado nos hubiéramos desinflado como ha ocurrido con otras corralas. Lo que pasa es que hemos entrado tías «echás palante». Nosotras pensábamos que solo valíamos para limpiar y llevar la casa y ya está. Y hemos demostrado que somos mujeres-hombres y llevamos el trabajo de la casa, de la calle y todo lo que venga. ¡Y a lo que ha llegado una!, yo de mi casa no salía. Mi vida era mi trabajo, mi hijo, mi casa. No tenía amigas. Tenía 44 años cuando entré en la Corrala y me dolió mucho perder mi casa y quedarme en la calle. Pero ahora me alegro de lo que ha pasado por todo lo que he sacado de mí. Por todo lo que he hecho y que nunca pensé que sería capaz de hacer, además de por la gente tan maravillosa que he conocido.

M: Hay una mezcla…Si no fuera por la Corrala no nos habríamos conocido porque somos muy diferentes. Nuestras vidas no tenían nada que ver. Y en la casa a veces coincidimos y a veces no, pero todo lo discutimos de manera asamblearia y al final siempre llegamos a buen puerto, hemos creado una familia. En todos los pisos de alquiler en los que he vivido, nunca he tenido una relación con el vecindario como tengo con mis vecinas de la Corrala. Yo nunca me hubiera imaginado ocupando ningún sitio pero de repente en una situación ilegal me he sentido más protegida y más querida que nunca.

A: Quien entra no se quiere ir.

T: Lo que se lucha se valora más aunque se pierda y mira donde hemos llegado y esto no se va a quedar parado. Vamos a seguir, aquí o donde sea.

ET: ¿Cómo veis la situación actual? ¿Qué mensaje os gustaría hacer llegar a la ciudadanía?

T: Yo pienso que como no nos apoyemos no conseguiremos nada. La gente tiene miedo. Pero sería bonito que se uniera todo el mundo, incluido la policía y los militares (risas). Y que se reconociera el derecho al trabajo y se pague menos por la luz y el agua. El agua es lo principal, eso no debería costar dinero porque cae del cielo. Y si el agua y la luz cuestan menos y te garantizan tu casa, todo funcionaría. Si hay pisos cerrados que se caen, ¿por qué no dejan a una familia que viva allí? Esto se tiene que solucionar sí o sí.

M: Los organismos públicos deben tomar medidas tanto en relación al trabajo como a la vivienda y otros asuntos. Cada vez hay más familias desahuciadas y la gente no se va a quedar en la calle. Desde luego yo no me voy a quedar nunca a vivir en la calle. Jamás. Porque es un derecho universal, porque he trabajado siempre que he podido, he pagado siempre que he podido. Nosotras vamos a defender La Utopía hasta el final, pero si tenemos que ir a otro sitio iremos porque hay muchísimas casas vacías. No hacemos nada malo, ejercemos nuestros derechos mientras que los organismos públicos los pisotean.

A: Y la gente está perdiendo el miedo a pesar de leyes como la de seguridad ciudadana.

M: El miedo se agota.

A: Yo solo digo una cosa: que pongan todas las piedras que quieran que ya las iremos quitando.

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