nº58 | entrevista

Feminismo decolonial canario: emancipación y autodeterminación

Entrevista a Canarias Resiste

Entrevistamos a una representante de Canarias Resiste, colectivo con una fuerte labor divulgativa en redes sociales sobre la realidad canaria y su lucha por el territorio: @canariasresiste.

Canarias Resiste nace de un proyecto compartido entre un grupo de seis pibas. La gestión siempre ha ido en función de los tiempos y las energías de cada una, desde un activismo comprometido y un diálogo amoroso entre todas.

Todo comienza en el I Campamento Feminista Decolonial Canario, en la Orotava, Tenerife, en 2018. Un encuentro al que acudieron más de cien pibas de las ocho islas. Un espacio de convivencia, para compartir y debatir. Posteriormente, dos compañeras ponen en marcha la iniciativa del primer seminario Canarias en Resistencia, en plena pandemia, y de cuyo resultado saldrá el fanzine Feminismos en Canarias.

En su fecha original, el seminario se aplaza, ya que Tenerife amanece con compañeras subidas a las grúas de la obra de un hotel en la playa de La Tejita (Salvar La Tejita). Canarias había pasado a la acción. Y, en septiembre de 2020, el colectivo presentó el fanzine en distintas islas y llegó a enviarlo a muchas ciudades del resto del Estado.

¿Cómo es ser activista feminista (decolonial) en Canarias?

Lo cierto es que el pensamiento decolonial articulado como pensamiento ha existido en nuestro territorio desde el siglo XIX, con Secundino Delgado y su labor política. Y, anterior a él, ya existían las resistencias no solamente indígenas, sino de toda la sociedad canaria que, por situación de género, precariedad, incluso racialidad, estaba soportando el peso de una sociedad colonial con todas sus sombras. Estas resistencias hay que tenerlas muy en cuenta porque no podemos entender que Secundino llegara a sus planteamientos sin todo ese bagaje previo de toda la cultura popular que se mantenía como buenamente podía frente al orden social colonial.

Y, por otro lado, lo mismo sucede con el feminismo. En el siglo pasado, las aportaciones del feminismo canario a nivel de salud sexual fueron importantísimas para el resto de España, concretamente las de colectivos como Harimaguada, que ya en los años ochenta es pionera en llevar contenidos de salud sexual y diversidad a los colegios, y en entender la sexualidad de un modo más complejo. Luego, muchas comunidades autónomas se nutrieron de estas propuestas. Esto nos viene a hablar de cómo en Canarias, en cuanto a género se refiere, algo nos ha diferenciado a lo largo de nuestra historia reciente.

Si retrocedemos en el tiempo, el feminismo nace en Canarias en los años de la II República y resistió en la clandestinidad durante la dictadura. Sin ir más lejos, la historiadora e investigadora Yanira Hermida va a presentar en Tenerife su último trabajo, en el que habla de cómo el anarquismo español tuvo muy en cuenta a las feministas anarcosindicalistas canarias.

Fueron el pensamiento que tiene que ver con el territorio canario, desde la perspectiva decolonial, y el pensamiento que pone el género y la sexualidad como eje de opresión en el centro, dos caminos hasta hace muy poco paralelos, que defendían la autodeterminación de Canarias. Y luego, por otro lado, la autodeterminación de nuestros cuerpos. Es cuando dejan de verse como luchas separadas, hace menos de una década, cuando llega el momento del feminismo decolonial en Canarias, con la autodeterminación y la emancipación como conceptos clave.

¿En qué contexto se da la lucha feminista?

Canarias como sociedad tiene una idiosincrasia muy particular, incluso hay gente que habla de la sociedad canaria desde niveles étnicos. Entonces, la forma en la que se regula la sociedad canaria es muy diferente de la forma en la que se regula cualquier otro territorio y esto no tiene que ver solo con su posición geográfica y con su lejanía de Europa, sino también con su propia historia. También, es fundamental que Canarias haya sido durante tantos años puerto franco, pues esta condición abrió las islas al mundo.

Canarias es una sociedad muy basada en los cuidados, lo familiar es muy importante en nuestra cultura, y eso no puede dejar de estar vinculado a la sexualidad y a la diversidad sexual. Y junto con todo eso: el turismo. El turismo irrumpe en los setenta y, precisamente, en Gran Canaria, se empiezan a crear los primeros grandes núcleos LGTBI como es el Yumbo, en Maspalomas. Comentamos esto porque creemos que lo que tiene que ver con la conquista de derechos en Canarias hay que ponerlo siempre en relación a su contexto. Y dos claves importantes para nosotras, aunque habrá más, y todo siempre está sujeto a debate, son el turismo y cómo lo LGTBI se ha convertido en un reclamo turístico en Canarias; y luego, por otra parte, ese caldo de cultivo social que ve a las personas sexualmente disidentes como las encargadas de cuidar y de defender.

Creemos que este tema es bastante polémico porque, por un lado, pensamos que todo lo que compete a la sexualidad, a la igualdad y otros valores han sido conquistas muy luchadas, pero, también, sentimos que ha sido toda la sociedad quien ha permitido todos esos avances. De algún modo, se ha dado una cooperación social para que esto se consiguiera. Y es en gran parte, porque nuestra propia cultura está muy basada en los cuidados.

Creo que en Canarias, gracias a ese valor social y comunitario que tenemos muchas personas disidentes, y en especial las que estamos dentro de ese paradigma de lo femenino, gozamos de una visión cultural y social favorable y respetable porque solemos ser nosotras las que terminamos cuidando a nuestros mayores cuando nadie más lo quiere o lo puede hacer, ya sea por el trabajo, por falta de tiempo…

¿Cuál creen que es la razón de estar tan política y socialmente marginadas en cuanto
a movimientos sociales? ¿Por qué ese olvido desde nuestras compañeras activistas peninsulares?

Sinceramente, no hay un desconocimiento. Nosotras te hablaríamos directamente de desprecio. Y no desprecio porque una lo piense o lo intuya. Nos fundamentamos en la cantidad de imágenes, de artículos, de publicaciones en redes sociales y de posturas donde las feministas godas ridiculizan, señalan y comparan el feminismo canario con el feminismo español, siendo el primero en lo que no se tiene que convertir el segundo. Y esto lo han hecho durante años en campañas cuando se acerca el 8M.

Lo hemos debatido mucho entre nosotras: «¿Cómo es posible que le estén dando tanto bombo desde allá al feminismo canario utilizando imágenes de carteles, convocatorias y manifestaciones de la Plataforma Feminista Canaria, cuyo lema es, desde hace años, Feminismo Sin Fronteras?» Pues para ellas esto es motivo de burla, ridiculización, pero, sobre todo, que es a lo que quiero llegar, en lo que no se tiene que convertir el feminismo madrileño, el feminismo de allá, lo que nosotras llamamos el feminismo godo.

Entonces, nos tienen como una especie de espejo donde se refleja una imagen en la que no se quieren convertir porque nuestros valores y nuestra manera de entender el feminismo no comulgan, a grandes rasgos, con su forma de entender la lucha. Y luego, también, por supuesto, lo vemos cuando llegan muchas feministas acá, pero esto es bastante compartido con todo aquel que llega con este perfil de godo o de goda.

No toda persona es goda, sino aquella persona que viene con esa actitud de querer enseñarnos —¿qué exactamente?—. Compañeras feministas que llegan y recién aterrizadas poco menos que quieren abanderar y llevar la batuta de lo que estamos haciendo. Y es como: «niña, párate, escucha, escucha lo que estamos haciendo y participa desde ahí, no desde ese afán de dirigirnos, infantilizarnos, tutelarnos». Y esto lo vemos mucho en el activismo en general, en la política, en las instituciones, en la cultura… Y el feminismo, por supuesto, no iba a ser menos.

Por eso, no creo que sea tanto el desconocimiento, sino el desprecio, que es la máxima expresión de esta cuestión y luego, también, la infantilización. «Vamos a enseñarles la agenda que hay que seguir», una agenda y una visión que, de lejos, se ajustan a lo que sucede aquí en Canarias. Hay muchas reivindicaciones feministas, por ejemplo, en Madrid, que no tienen en cuenta ni el territorio, ni la cuestión ecológica, ni la conservación del patrimonio natural y cultural… ¿Cómo vamos a seguir nosotras la agenda centralista que no tiene en cuenta la escasez de recursos o la complejidad de una sociedad que esta entretejida entre distintos ejes de opresión?

O sea, no es posible que nos ajustemos a algo que no va a representar con certeza nuestra realidad, nuestra complejidad. Esta idea del centralismo que, estamos seguras, también pasará en Andalucía y otros territorios.

Y esta situación es la que ha fomentado en el activismo canario un relato de complejo de inferioridad que nos imposibilita, y nos imposibilitó durante mucho tiempo poder denunciar cosas. Si denunciabas algo ya todo estaba achacado a ello, es casi como un fantasma que ronda siempre a cualquier persona canaria y que cumple la función de invalidar cualquier denuncia que hagamos.

Ocho islas… ¿Cómo son el tipo de redes que se tejen entre las activistas feministas?

Esas redes se tejen compartiendo espacios. Hoy por hoy, aunque las redes sociales tienen mucho alcance y mucha influencia, las auténticas redes, los vínculos más poderosos se tejen cuando desvirtualizamos a las personas, cuando le ponemos voz y cara en una manifestación, en un encuentro, en unas jornadas, en un espacio. Porque también es cierto que otra cosa que nos diferencia del activismo de allá, y esto lo hemos visto y lo hemos debatido, es que cuando vienen muchas activistas de allá, vienen con esa visión en la que se buscan enemigos todo el rato.

Y lo hemos vivido y visto siendo nosotras las que habitan espacios okupas y activistas en ciudades como Madrid, por ejemplo. La cantidad de violencia que caracteriza a estos espacios, donde todo el mundo está enemistado con todo el mundo, desde comunismo contra anarquismo hasta dentro del propio anarquismo, y entre feministas.

Es algo que las y los canarios no entendemos cómo se puede aguantar; el que no estés tranquila en un espacio de activismo, de convivencia, en tu propia casa okupada. Entonces, mucha gente que viene de allá viene con esa actitud en la que el chanchullo o el pleito tienen mucha relevancia, señalarse continuamente unos a otros, para nosotras, sinceramente, lo que demuestra es que hay carencias, conflictos internos, complejos, que te llevan a tratar a tu igual o a una persona con la que compartes un montón de cosas como un auténtico enemigo y eso es lo que hace que en Madrid el activismo sea como es y que haya mucha gente que haya salido de allí con su salud mental muy afectada.

En Canarias es diferente. Acá hemos tenido que ponerle más atención a los puentes y a las cosas en común que a lo que nos diferencia y por eso vas a ver acá en manifestaciones a gente, por supuesto dentro de una misma corriente, pero con diferentes visiones, compartiendo espacios. Las diferencias puede que no se diluyan, pero sí compartiendo espacios como compañeros y compañeras, sin que haya comportamientos violentos.

Hemos aprendido a convivir con esas diferencias y a buscar, sobre todo, lo que nos une y en el feminismo nos sucede igual. Ahora mismo, en Canarias, el feminismo más excluyente (abolicionista, putófobo, transexcluyente) no está teniendo ninguna acogida alarmante por esto, y es muy representativo que, una vez más, está promovido por godas con la actitud de venir a poner orden.

Y en contra de todo ese feminismo punitivista, persecutorio, de señalar incluso a compañeras, pues aquí estamos otras tantas intentando compartir desde los afectos, desde los cuidados, poniendo la vivencia personal como algo compartido, escuchado, dialogado y atendido, no como ese feminismo académico que se aleja mucho de lo que es el feminismo más encarnado.

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