nº10 | ¿hay gente que piensa?

Abajo los muros

Cuando el sonido se encuentra con un obstáculo, las frecuencias bajas se propagan más fácilmente. Por eso, cuando escuchamos conversaciones a través de una pared, podemos distinguir las vocales —son frecuencias bajas— pero no las consonantes —son frecuencias altas—.

El problema es que son las consonantes las que permiten que la conversación sea inteligible. Si yo digo «odio el mundo» y tú escuchas «Ohio es chulo», nuestras posibilidades de tener un intercambio oral productivo empiezan a acercarse a menos mil. Que sí, que podemos citar a Eco y reivindicar los diálogos como una obra abierta, pero seguro que Umberto no esperaba que la gente leyera sus libros a través de una pared.

Yo, últimamente, creo que andamos rodeados de paredes, y así nos va como nos va. Bambino ya lo vio claro y esa maldita pared no solo separa tu vida y la mía, sino que hace que nos comuniquemos como si tú fueras de Los Palacios y yo de Helsinki norte.

Estás tranquilamente con tu pareja superando toda la hostia del amor romántico y, tras una discusión, una tonelada de silencio me hunde la espalda. Cojo aire y digo «me siento mejor cuando podemos hablar», pero de repente al otro le llega un eco como de «eres lo peor, ¿te puedes largar?». Y claro, ahí me quedo yo con un atasco en la garganta mientras tú te alejas todo dolido.

Este fenómeno no se limita solo al ámbito íntimo y, así, podemos afirmar que de tabiques está el mundo lleno. Es fácil comprobarlo en los espacios de discusión política o en los bares (a veces no diferencio bien entre uno y otro, cosas mías). De repente, con toda la murga del municipalismo y de asaltar los cielos, la mitad de los que antes eran amigos o compañeras (de codo-en-barra y de lo otro), ahora son, además, aspirantes a concejalas, alcaldes, presidentas y jefes de todo esto. Claro, aquí los tabiques empiezan a aflorar como si regalaran pladur en las esquinas.

Tenemos la típica situación en la que tú estás explicando por enésima vez en el fragor preelectoral que las instituciones no son neutras, que conforman haceres y que por tanto lo de cambiar el sistema desde dentro como que no. Ahí estás tú, languideciendo en vida ante tanto furor democrático, y finalmente dices con hastío «muy bien, no te desilusiones, ¡qué aburrimiento!», y el otro escucha con claridad meridiana «fetén, ¡tomad las instituciones! ¡A por el Ayuntamiento!».

Creo que estamos infravalorando los problemas que provocan las paredes. Podríamos acabar con las guerras, con el amor patriarcal, con las tediosas discusiones de barra de bar, con los desencuentros y las confluencias mal avenidas… Reivindiquémoslo. ¡No estamos todas, faltan las consonantes! ¡Abajo los muros de las orejas!

nº9 | ¿hay gente que piensa?

Reflexiones en checkbox

*marca la/s casillas que veas conveniente y personaliza tu ejemplar

– Las grandes corporaciones de ayuda humanitaria contratan trabajadores con pinta de cooperantes para captar socios en la calle.

☐ Falsos voluntarios

☐ Cooperación versus Capitalismo

– Se descubre que Jordi Hurtado cobra a los concursantes mordidas del 3% por darles un empujoncito en su legendario espacio televisivo.

☐ Esconde el Botín en Suiza

☐ Paga al dentista en cash

– El presidente de mi comunidad contrata a la constructora de su cuñao para el mantenimiento del edificio. Cuando se cruzan en la escalera…

☐ Esconden su relación

☐ Aprovechan para repartir

– Paco Lobatón se convierte en el principal sospechoso de uno de los casos de asesinato que él mismo trata en su programa.

☐ Inocente

☐ Culpable

– La mayoría de las asociaciones de consumidores son chiringuitos donde acaban los primeros despojos políticos, los viejos líderes de las antiguas juventudes de los partidos de toda la vida.

☐ Todas

☐ Casi todas

– Las gafas más baratas de General Óptica son las que llevan los colores corporativos. ¿Estamos vendiendo nuestra mirada?

☐ Sí

☐ Los pobres, sí

– En el Antiquarium de Sevilla cayeron dos puertas macizas de cristal sobre tres ancianas. Iban a visitar la exposición del momento «Las puertas de Sevilla».

☐ Increíble

☐ Pero cierto

– En la ventanita del entresuelo de un barrio de Sevilla se vende coca. De tapadera usan un negocio de tabaco ilegal.

☐ La pena es la misma

☐ La pena no es la misma

– Pagué con un billete de cinco euros un paquete de tabaco ilegal en una tienda de comestibles legal. La tendera lo pasó por la máquina detectora de billetes falsos.

☐ Me dio la vuelta en gomitas

☐ La máquina es solo disuasoria

– El Estado aporta 2500 € por coche con el Plan Renove. Si intento comprar uno financiado me cuesta 12 000 €. Si es a tocateja, 18 000 €.

☐ Los concesionarios hacen de tapadera de las financieras

☐ El Estado regala nuestro dinero a las financieras

– Dicen que el caradura del rey Juan Carlos jugó un gran papel en la transición. Si en vez del Borbón, el rey del momento hubiera sido Pichardo, el dueño de la tienda de bromas y disfraces, ¿tendría las mismas posibilidades de haberlo hecho tan bien como él?

☐ Sí, Pichardo también tiene sangre azul

☐ No, pero hubiera animado mucho la fiesta

– Una cuestión cultural me provoca no sentir dolor cuando matan a un toro en la plaza, pero mi mente me ayuda a ser antitaurino.

☐ ¿España es Laica?

☐ Laica es la perrita

nº8 | ¿hay gente que piensa?

Cada hombre tiene una manera de traicionar a la revolución

Cada hombre

tiene una manera de traicionar

a la revolución.

Esta es la mía.

Leonard Cohen

Uno: finales de 2014. Mientras en la calle hay una manifestación contra la Ley Mordaza, D intenta escribir un texto para una revista. En el cuaderno, como casi siempre, varios principios interrumpidos. Uno dice: «Cada hombre, cada mujer, tiene una manera de traicionar la revolución». Hay un tachón y luego: «…estas infidelidades y traiciones de andar por casa; este sueño de que, algún día, las cosas cambiarán para mejor…». Otro principio abandonado: «…Hacer tu tarea como uno de los justos del poema de Borges, confiando en que hacerla sostenga el mundo, ayude a cambiarlo…». Una cita en el margen del cuaderno: «Yo no puedo decirte en qué influye el arte ni mucho menos cómo influye, pero sí sé que a menudo el arte ha servido para juzgar a los jueces, para vengar a los inocentes, para mostrar al futuro lo que fue un pasado de sufrimiento, algo que no puede ser olvidado. Sé también que el poder teme al arte…».

Dos: años 50 del siglo XX. Al abrigo del macarthysmo, el director de cine Cecil B. De Mille convoca una reunión de la Liga de Directores para desacreditar a Joseph L. Mankiewickz por sus supuestas simpatías comunistas. La jornada se desarrolla entre larguísimos discursos que John Ford escucha en silencio. Tras ellos, Ford dice: «Me llamo John Ford y hago películas del Oeste». Prosigue: «No creo haya nadie en esta sala que sepa mejor lo que el público quiere que Cecil B. De Mille y, desde luego, sabe dárselo. Pero no me gustas, De Mille, y no me gusta lo que has estado haciendo aquí hoy. Propongo que le demos a Joe (Mankiewickz) un voto de confianza y luego nos vayamos a casa a dormir un poco». Y eso fue lo que hicieron.

Tres: 1927. Un hombre que odia viajar, viaja en tren de Sevilla a Barcelona. Le acompaña su hermana. Mientras anochece, piensa quizá en el dinero que le pagarán al llegar o en la absurda manía moderna de registrar las voces y los rostros. Allí graba unas placas en las que se oye su voz cantando mientras su hermana le jalea con frases como: «ole los hombres ahí, con alma y ánimo ahí» (sic). Una de las coplas que canta dice: «Te tienes que quedar / con el deo señalando / como se quedó San Juan».

Cuatro: el 16 de marzo de 1930 Vladimir Maiakovski estrena su obra teatral El baño, una crítica de la burocracia estalinista. La obra es la culminación del enfrentamiento del poeta con el sistema soviético que lo acusa de traidor y antirrevolucionario. Un mes más tarde, Maiakovski se quita la vida. Este es el final de su carta de despedida: «Como se dice / el incidente está zanjado, / la barca del amor / se rompió contra la vida cotidiana. / Estoy en paz con la vida. / Inútil recordar / dolores / desgracias / y ofensas mutuas. / Sed felices».

nº7 | ¿hay gente que piensa?

¿Dónde están lxs canis?

Sevilla, junio de 2011. Miles de personas se concentran en la Encarnación en plena efervescencia del 15M. Alguien comenta con entusiasmo: «¡Está todo el mundo!». Y otra persona responde: «No estamos todos, faltan los canis».

Y así era. El movimiento 15M aglutinó a personas de procedencia diversa en relación a muchas variables: edad, sexo, profesión, barrios… pero canis, lo que se dice canis, prácticamente no había. En luchas relacionadas con la vivienda sí están, me recordaréis. Es cierto, a veces coincidimos, pero, reconozcámoslo, no hay muchas canis entre nosotras.

Lo cierto es que no conozco las causas de esta ausencia ni tengo datos ni espacio para llegar a una conclusión relevante, pero quiero compartir algunas reflexiones que me han surgido al respecto últimamente.

Ese mismo año en el que las plazas de este país lucían llenas de gente, el escritor británico Owen Jones, publicaba Chavs, la demonización de la clase obrera. Una obra en la que desgrana el organizado proceso de desprestigio de la clase trabajadora en el Reino Unido llevado a cabo por los gobiernos de Margaret Thatcher y posteriores. Un proceso que ha logrado extender el estereotipo del chav (Council Housed and Violent o habitante violento de viviendas protegidas) como el último reducto de la clase trabajadora, afianzando de paso la falaz idea de que todo el mundo (que no quiere identificarse con esa caricatura) es clase media. A lo largo del libro, Jones desmonta con rigurosidad este cliché, evidenciando el clasismo de la sociedad británica y denunciando la falta de representación política de la clase trabajadora.

Pero además del análisis histórico, llama la atención la anécdota contada por el autor para ilustrar el éxito de ese proceso de demonización. Cuenta Jones que fue consciente del desprecio a lo chav en una cena en Londres en la que todas las presentes eran personas concienciadas y comprometidas y en la que, sin embargo, todas acabaron riéndose de una broma relacionada con los chavs. Algo impensable en ese mismo entorno si el chiste hubiera tenido connotaciones racistas, machistas u homófobas.

¿Os suena? Cambiad «chavs» por «canis» y decidme con la mano en el corazón y la mirada puesta en la tele (o en Facebook, si no la veis) que no os habéis reído nunca ni un poquito de algún personaje cani. Habrá quien nunca lo haya hecho (enhorabuena), pero estoy segura de que la mayoría (como yo) ha caído en algún momento.

¿Significa esto que despreciamos a lxs canis y por eso no forman parte de nuestro entorno político? No tiene por qué. De hecho, pienso que es evidente la similitud con el Reino Unido en relación al proceso de destrucción de la clase trabajadora por parte del poder. Lo que sí denota, quizá, es una falta de interés hacia ellos en muchos casos. Eso es lo que podríamos evitar mirando de vez en cuando alrededor y preguntándonos: «¿dónde están los canis?».

nº6 | ¿hay gente que piensa?

La ira organizada contra el dragón de mil cabezas

Muy a menudo me siento delante de un juez y me peleo con el abogado de un banco. Algunas veces, soy la parte denunciada por ocupación de vivienda, otras soy la parte demandada por no pagar la hipoteca y, las menos malas, soy yo la que demando al banco por engañar a mis representadas. No me impone mucho pelearme con un señor abogado de la banca porque, aunque os parezca increíble, también se les olvida citar sentencias como a mí, tienen la regla y les duele como a mí, o tienen ganas de que llegue agosto como yo.

Eso de ejercer el derecho para defender a los que viven a costa de los demás no está bonito, y disfruto viéndolos perder; pero no son el enemigo.

Entonces, me acuerdo de la película Las uvas de la ira, justo de esa escena en la que el tipo de la «compañía» viene a desahuciar a una familia de campesinos. Los campesinos cogen el rifle y preguntan a quién tienen que matar para defender sus tierras. Se desconciertan al saber que nadie es el malo, que todos cumplen órdenes, que la «compañía» no es nadie en concreto, y ellos tienen que irse de sus tierras obligados por una ley natural.

Me pasa mucho, cojo el rifle y no sé dónde apuntar. Esos empresarios que despiden me dan los buenos días y me pregunto si apuntándoles con el rifle se acabarían todos los problemas de las trabajadoras. Me pregunto si borrando al policía que miente delante de un juez y que acusa de atentado a algún antisistema se acabaría la represión. Y la fantasía no me sacia.

El enemigo no parece ser nadie, aunque yo diga en las asambleas de trabajadoras que no hay ninguna mano invisible, que hay una voluntad detrás de las injusticias que sufrimos, que las cosas se pueden cambiar y que si nos juntamos se cambian antes y a mejor.

Otras veces, nos dicen que el enemigo está dentro de nosotras y que hay que empezar el cambio por una misma. Como tenemos tantas sombras autoritarias dentro, una ya no sabe si ponerse el rifle en la sien y disparar contra el enemigo.

Pensar es un lío. Entonces, meditación. Desapegarme de mis emociones y pensamientos. Ya empiezo a ver más claro. Juntarme con las demás que son afines, pensar entre todas, organizar qué parte nos toca a cada una, leer lo que hicieron las que vinieron antes, escucharnos, poner los límites por los que no pasamos, ser generosas hasta estos límites, juntarnos más, organizarnos mejor, salir a la calle, hablar con otras, una acción, equivocarnos, evaluar, otra acción, acertar, ver claro al monstruo que se esconde detrás de tantas caras, ya lo veo, ¡ahora! ¡¡ Fuego!!

nº5 | ¿hay gente que piensa?

Receta para supervivir al estilo baladí

Ábrase en caso de colapso, hecatombe a escala enorme o mortal aburrimiento. Sea prudente y lea con detenimiento lo siguiente: Manual para superar el estado de bienestar. Ponga especial atención: apague la televisión. El partido será retransmitido en diferido y dada la situación, canta el amigo Gil Scott, no será televisada la revolución. Si es Vd. varón, esté preparado, sea precavido y desaprenda lo hasta ahora aprendido. Si es Vd. Mujer, haga lo mismo, pero en femenino. El Estado NO es su amigo.

Prepare las maletas. Introduzca solo lo imprescindible. Deshaga las maletas. Solo lo imprescindible. Lo realmente imprescindible. Más aún. Aún más. Ahora. Cierre la maleta y déjela donde la encontró. Compre un billete de ida a la cueva de Altamira. Parta con valentía y coraje y lea durante el viaje. A veces marea, pero entretiene. Reflexione sobre su pasado, lo más antiguo que recuerde, cuando empezaba a caminar con los pies sobre la tierra. Lea sobre el Paleolítico.

«El Paleolítico fue la etapa más larga de la historia del ser humano. Durante este período, nuestros escasos ancestros vivían poco tiempo y duramente inmersos en intuitivos procesos vitales, en la actualidad en franca regresión, cuando sus vastos descendientes viven largo tiempo y cómodamente inmersos en intuitivos procesos letales».

Toque algún instrumento de viento. Aprenda a respirar. A respirar bien. Aprenda también a hacer fuego. A hacerlo bien. Haga un fuego. Respire. Reúna a sus seres queridos, animales y plantas. Arrime un puchero al fuego y cocine un caldo bien colorido. Tómese un respiro y disfrute del caldo junto al fuego con sus seres queridos.

Cuenten historias, toquen instrumentos de viento y respiren. Canten, rían, cuenten y respiren. Es importante que lo hagan, no necesariamente por este orden, pero cuenten Vds. historias, sus propias historias. Vd. no está solo; Vd. no está sola. Déjese de cuentos y escuche también las demás historias. Utilice cualquier fermento de trigo, cebada, uva o centeno que le permita disfrutar de este momento placentero y tocar su instrumento de viento. Deje fluir junto a la hoguera fermentos, notas, ideas, imágenes y colores, en su historia y en la historia de sus interlocutores. La historia y el arte son subjetivos: dependen de quién los interprete y de los motivos.

Comparta especialmente con esas personas que le hacen a Vd. disfrutar. Dejen fluir junto a la hoguera las notas, las ideas y los fermentos. Canten, rían, cuenten y respiren. Existan, no más. Porque Vd. existe en este estado del ser humano alejado del estado de bienestar. Y porque el arte debe curar. Y si lo comparte, reprodúzcase Vd. copiosa y generosamente. Si no lo comparte, haga solo la primera parte. Cuando acabe de existir continuará existiendo en el arte y en las historias de los y las demás. El ser humano basa su percepción de la realidad en la reproducción copiosa y el origen mítico. Viene ocurriendo desde el Paleolítico. Y si no lo cree, pregunte, por Dios; está bastante mejor. Gracias.

nº4 | ¿hay gente que piensa?

Desde la frontera

«¿Eres de Melilla? ¡Menuda tenéis allí liada!, ¿no?». Como melillense que vive en la Península, escucho esta frase cada vez con más frecuencia. Hay violencia soterrada en la pregunta, violencia soterrada en la respuesta. Hay violencia en la propia existencia de Melilla. La Valla de Melilla. El Muro de Berlín. Para intentar explicar la Valla, tengo que contar mi versión de la historia de mi pueblo.

La historia oficial mantiene que Melilla es española desde 1497. Físicamente, el territorio es una bahía en la que pueden resguardarse las embarcaciones. Durante 400 años, Melilla ha sido una plaza fuerte, un reducto minúsculo amurallado entre acantilados. Pero Melilla no existe como tal hasta principios del siglo XX, tras el Tratado de Algeciras de 1906 en el que las potencias europeas se reparten Marruecos. Se convierte entonces en la capital del Protectorado Español en Marruecos. Poco antes se habían trazado las actuales fronteras.

La ciudad crece entonces porque llega población a raudales: unos forzados por sus obligaciones militares, otros huyendo de la miseria de sus pueblos. Nace una ciudad llena de militares que tienen que comer, vestirse, divertirse. Hacen falta pescadores, sastres, camareros. La población civil llega junto a la militar desde la Península. Todos pobres, muy pobres, con y sin uniforme. Llegan también los mandos militares, los administradores del Estado, los representantes de los grandes empresarios. Estos se repartirán el botín de las minas del Rif, la verdadera razón por la que España desembarca aquí en masa. El Rif árido y pedregoso escondía minerales. Lo sabían el conde de Romanones y Alfonso XIII, el abuelísimo. No solo luchan por el honor de la patria. Usan los recursos del Estado para llenar sus bolsillos. Juegan con el pueblo rifeño y el español, causan miles de muertos para extraer minerales y agrandar sus fortunas personales.

El Rif se pacifica, las minas se van secando. Con la independencia de Marruecos en 1956, Melilla vuelve a ser un mero pueblo que mira a la Península para subsistir. No hay grandes intereses, las distintas culturas y religiones aprenden a convivir en paz. La frontera física, aunque existe, es anecdótica, permeable.

La Valla no llegará hasta los años 80 e irá ampliándose con la generación de los que nacimos en la segunda mitad de los 70, separando un territorio que siempre había estado unido. La metáfora de nuestra generación creciendo al ritmo de la Valla —la de quienes vivimos en la supuesta Europa democrática mientras a nuestras espaldas crecía una valla diabólica que separaba a quienes nacimos, por azar, a uno y otro lado de la frontera— ilustra bien las miserias del capitalismo y de su progreso.

Con la entrada en la UE, el equilibrio vuelve a alterarse. España se va convirtiendo en un país rico. Los poderosos tienen que defender sus intereses. Melilla toma valor geopolítico. Europa invierte ingentes cantidades de dinero con motivo de la celebración del 500 aniversario de su españolidad en 1997. Queda claro entonces que Europa sabe ya qué hacer con Melilla. La ciudad se llena de flores y rotondas, se abren playas, se consigue un alcalde que sabe manejar el cotarro, llegan Zara y Burguer King. En el proceso, van levantando la Valla. Los melillenses apenas nos percatamos, todo va pasando poco a poco. Ahora hacemos nuestras barbacoas frente a una valla maldita y pensamos que siempre ha estado ahí.

Levantan las vallas. Ahora vienen otros buscando una vida mejor. Lo mismo que hizo mi bisabuela. Levantan las vallas. Son los herederos del conde de Romanones y de Alfonso XIII. La Valla defiende la riqueza de la nueva aristocracia. Defienden a los poderosos, separan a los trabajadores.

nº3 | ¿hay gente que piensa?

La comunidad… que viernes

¿Qué le dice el eucalipto al pino? Yo, no pino.

Quien escribe, entiende El Topo como una caja de herramientas para la lucha por una vida mejor, un espacio donde se visibilice la existencia de una comunidad. El estilo telegramático surge de querer transmitir mucho con pocas palabras. Un listado de ideas claves. Esperamos que se disculpe la carencia narrativa por priorizar la transmisión de dichas ideas.

[1] Estamos en tiempos de lucha. Es primordial sentir la urgencia de que nuestras vidas están amenazadas (los derechos sociales, la subsistencia, la salud, el trabajo, el tiempo libre, la libertad misma… la alegría).

[2] De esta urgencia debería surgir una energía que nos empujara a la acción. Estamos en guerra. Es un hecho. Esta guerra no es armada (al menos, no aún) ni territorial (al menos, no solo). El escenario de batalla cruza el cuerpo. El enemigo está dentro de nosotras. Hay que tomar conciencia de que la dominación a desarmar implica transformarnos a nosotras mismas.

[3] Hay que desprogramarse, dejar de asumir los modos de conducta imperantes. Prestar atención a todo lo que nos cruza en el día a día. El orden dominante ha desarrollado complejos dispositivos para hacer, de cada persona, la vigilante de ese mismo orden. Cada una de nosotras lleva en su interior un juez, un fiscal, un policía, un inspector, un chivato. Lo llevamos grabado en la piel.

 [4] Desmontar al capital implica aprender. No somos libres, a pesar de que todo discurso dominante trate de seguir manteniendo tal ilusión para perpetuar su dominio. No somos libres, pero tenemos algo que quieren y que necesitan de nosotras, constantemente, en todo momento. En el cómo gestionamos eso nuestro (nuestra vida, trabajo, consumo, relaciones, tiempo y lugares donde desarrollarnos) con respecto a lo que nos oprime, está nuestra fuerza, promesa de nuestra libertad.

[5] Hay que pasar a una dimensión de un yo ampliado. Hay que apostar por la organización colectiva y romper el aislamiento al que nos hemos sometido. Vivimos en sociedades fragmentadas en vidas aisladas. A lo largo de la historia, la opresión y las fuerzas que la ejercen han desarrollado la consigna de guerra «divide y vencerás». Una de las armas de su triunfo.

El apoyo mutuo, la colectivización de recursos (tiempos, saberes, herramientas), los cuidados compartidos, la co-responsabilidad de decidir nuestras vidas… son los modos más eficaces de amparo frente a las fauces del sistema dominante que te reduce a tu ego-itsmo. Compartir es una experiencia transformadora. Esta experiencia te cambia por dentro y a su vez te exige dar a cambio.

[6] Aprender a convivir en colectividad es un camino difícil y lleno de sinsabores. En las dificultades, en el desentendimiento de unas personas con las otras, encontramos las situaciones que más nos hacen crecer. La razón es bien sencilla: aprender algo implica errar.

[7] Para su mayor expansión y contagio, hay que estudiar algunas claves para hacer la vida colectiva más llevadera. Este trabajo está por hacer. Avanzo un pequeño listado de recursos para sobrevivir a la autogestión colectiva. (1) Asertividad. (2) Negociación/Comunicación consciente. (3) Saber disculpar. (4) Paciencia mucha paciencia. (5) Equilibrio cualitativo y no tanto cuantitativo (el trueque). (6) Hacer habitable el mundo, pensando la casa, el ambiente (construir espacios amables y acogedores a la vida) y, por supuesto, (7) la alegría de vivir (celebración continua y diaria del hecho de estar vivas).

 La comunidad es lo porvenir… todo lo indica… lo que viene es la comunidad.

De momento, vivimos este pseudointento de fin de semana donde lo colectivo espera tras los cinco días de vida laboral. Nos toca hacer de esta «comunidad… que viernes»… esa comunidad que ya esté aquí… y siempre ahora.

nº2 | ¿hay gente que piensa?

Sin noticias

Sin noticias las 24 horas. Unas cabras fuera de control se han saltado una valla y se han comido los cultivos de una huerta. Se buscan responsables con forma humana. Las lagartijas del muro han sido interrogadas sin obtener pistas concretas. Alguien ha visto a una niña llorar. La comunidad internacional ha emitido una nota en la que expresa su profundo malestar y rechazo ante cualquier acción.  

Nada que noticiar. Es posible ponerse de acuerdo, lo han demostrado recientemente entre varias personas. No había nadie mirando, ni escuchando, ni mucho menos prestando atención. Pero un satélite que pasaba lo grabó accidentalmente. La soldadura imperfecta de un microchip perfecto ha sido la responsable en última instancia. Se están tomando medidas en alguna parte para que no vuelva a suceder ni por azar.

Seguimos sin noticias destacables. Acabamos de extinguir otra especie única en el universo conocido. Una olla a presión cargada de legumbres y grasas inunda con su olor a puchero y su sonido de locomotora de vapor el ojo de patio comunitario. Quizás mañana suceda exactamente lo mismo. El tiempo ya no es predecible.

Sin noticias importantes. Una persona se ha puesto triste de repente al contemplar la inevitable caída de una hoja. Sus vecinas, grandes y poderosas, hablan entre ellas a gritos sin rencores ni odios. La fuerza de la costumbre es casi tan poderosa como la que ejerce el Sol sobre la Tierra. La sección de deportes apesta a colonia y desodorante hormonado.  

No tenemos noticias relevantes. Un barco lleno de juguetes se ha hundido en algún lugar indeterminado del océano Pacífico. Las corrientes marinas, cargadas de sorpresas manufacturadas a bajo coste económico y alto sufrimiento humano, han realizado una entrega estocástica por las playas del mundo. Cangrejos y gaviotas adornan sus casas entre risas y abrazos.

No-noticias balbuceantes. Nada importante está pasando a cada momento. Mejor no mirar para otro lado porque seguro que allí la cosa estará peor, así que mejor sigue mirando hacia aquí. Hacia este rectángulo concreto de proporciones áureas que forma parte de tu vida desde que tienes recuerdos. Con sus letras tan bien puestas y sus colores tan sensuales. Los cuellos se llenan de pies ajenos.  

La mala noticia de cada día. Está en ti, metida en tu cerebro a base de titulares, imágenes, sonidos, profesionales de la incomunicación que te miran directamente a los ojos de tu parte de reptil. Nada que decir, nada que añadir. Trabaja, consume y muere. Tu vida no vale nada en los mercados financieros. De sabiduría materna, que les den por tanto.

nº1 | ¿hay gente que piensa?

Autocensura

Poco o nada me gustan las personas que al hablar, en su manera de pronunciar, dejan colgado en el aire el sonido de la última letra pronunciada. Sonido que evoca el sabor calambrítico que provocan los kiwis en un punto intermedio entre el paladar y las fosas nasales. Kiwis, que lejos de ser locales, viajan largas distancias, consumiendo seres vivos, ya no vivos, pero que vivieron hace miles de años. Y al consumir a estos seres —testigos de un pasado orgánico en la tierra— liberan gases alteradores del clima que están quitando vida a los seres que viven ahora. Aunque cabe cuestionarse, ¿la culpa es de los seres testigos, de los kiwis, o de las personas que en su última letra pronunciada evocan sabores calambríticos? Los seres testigos mirarían al cielo en busca de respuestas. Respuestas buscadas en reflejos del pasado. Mirar a las estrellas es mirar al pasado. Mucho me gusta pensar que las luces que miro de noche, colgadas del cielo, son antiguas, muy antiguas. Más me gusta imaginar que dentro de miles de años, quizás, algún ser en otro planeta, me podrá estar viendo mientras escribo estas palabras. Es preciso cuestionarse: ¿me verán dentro de miles de años?, o ¿me ven ahora, en este justo instante? Según mis esquemas mentales, dentro de miles de años de mí no quedará más que materia diseminada por el cosmos. Según los esquemas que me han prestado, la energía que desprendo podrá ser observada constituyendo mi forma dentro de miles de años. Mis esquemas mentales, determinan y definen mi toma de decisiones. O pretenden definir mi toma de decisiones, tratan de definir mi toma de decisiones. Decido no tomar kiwis que viajan largas distancias, consumiendo seres testigos de entonces y de ahora. Decido no escuchar a las personas que al hablar evocan sabores calambríticos. Decido no esperar a que mi forma se revele dentro de miles de años. Y ahora me cuestiono, creyéndome dueña de mis esquemas mentales, aun sabiendo la fuerza de los esquemas prestados. Sin saber si estoy siendo, o seré dentro de miles de años, o si yo misma al hablar evoco sabores calambríticos. Yo ahora me cuestiono, y las estrellas mientras tanto siguen contando su historia.

nº40 | ¿hay gente que piensa?

La máscara que no ves