nº5 | construyendo posibles

El Gazpacho Rojo

Gazpacho Rojo es un colectivo formado por personas preocupadas ante el panorama agrícola y alimentario, pero sobre todo con muchas ganas de crear y de transformar. Hace algo más de cuatro años que un grupo de personas, todas urbanitas, empezamos a organizarnos. Estábamos preocupadas no solo por el tipo de alimentos que consumíamos, también por lo que hay detrás del circo de la gran distribución y compra de alimentos del sistema agroalimentario globalizado. «¿Qué tipo de agricultura estamos promoviendo con nuestro consumo? ¿Qué impactos tiene nuestra alimentación sobre el planeta? ¿Y sobre el territorio más cercano?». Nos hicimos estas preguntas y quisimos cambiar las respuestas.

Comenzó entonces un camino que seguimos recorriendo, lleno de aprendizajes y alegrías y no exento de frustraciones propias de los procesos colectivos. Empezamos acercándonos a la Huerta de Julián y Mari, situada en la zona norte de Sevilla, donde se encuentran las últimas huertas productivas de la ciudad. Participamos en la construcción de un nuevo modelo de la Huerta junto con El Enjambre Sin Reina. También apoyamos a la Red Sevilla EcoArteSana desde sus principios, una red formada por productor@s y grupos de consumo que apuestan por los canales cortos de comercialización. Poco a poco, nos fuimos dando cuenta de que se iban consolidando nuestras actividades de consumo y nuestras relaciones personales.

Entonces nos planteamos aquello del «modelo replicable», es decir, hacer del Gazpacho algo que pudiera ser útil también a otra gente que quisiera organizarse. Empezamos a contar nuestra experiencia y a compartir nuestras herramientas. No solo explicando cómo hacemos los pedidos o recogemos las verduras, sino contando cómo el hecho de gestionar una nevera llena de acelgas y calabacines te puede cambiar la vida.

¿Qué tipo de agricultura estamos promoviendo con nuestro consumo? ¿Qué impactos tiene nuestra alimentación sobre el planeta? ¿Y sobre el territorio más cercano?

Actualmente, tenemos 12 cestas de hortalizas que salen fresquitas de la Huerta una vez por semana y que repartimos en nuestro local entre las cerca de treinta familias que conformamos el Gazpacho Rojo. Desde los inicios, nos propusimos adquirir un compromiso con las personas que trabajan en la Huerta, garantizándoles la compra de cestas semanales y proponiendo un vínculo de confianza a partir del cual queríamos tejer nuestra relación. Queríamos garantizar a los productores/as un salario digno, la viabilidad del proyecto y participar en la planificación de la Huerta. Por supuesto, el compromiso y la confianza han sido mutuos. La comunicación es sencilla, ya que cada semana algún integrante del Gazpacho nos trae las novedades de la Huerta al reparto, junto con las lechugas y los ajetes. Además, cada temporada recibimos las «crónicas hortelanas» que narran las experiencias vividas por l@s hortelan@s a pie de huerta. Las decisiones importantes se toman entre todas las personas que forman parte del proyecto, ya sea produciendo o consumiendo, en asambleas que nos reúnen cada seis meses.

Compartiendo los beneficios y los riesgos de la Huerta, sentimos que este proceso nos ha enriquecido a muchos otros niveles. Nos ha enseñado a pensar en colectivo, a unir fuerzas, a entender otras posturas y a tomar decisiones de manera participativa. Los pocos kilómetros que separan la Huerta de nuestros hogares han ido forjando un largo camino de aprendizajes, afectos y cambios —en lo individual y en lo colectivo—, pero también en nuestra forma de entender nuestro entorno más cercano. Nos hemos aproximado a una realidad que estaba muy cerca físicamente, pero que muchas veces desde la ciudad parece lejana: el origen de nuestra comida y el mundo de quien la produce. Nos hemos seguido haciendo preguntas y cambiando poco a poco los hábitos. Cocinar con lo que da la huerta implica cambios en nuestras compras. Sin darnos cuenta, dejamos de echar de menos los tomates durante el invierno y pasamos a celebrar la llegada de los primeros brócolis. Intercambiamos recetas, recuperamos los saberes de nuestras abuelas (¿cómo se cocina un hinojo?) y hay quienes, regalando excedentes a las vecinas, han mejorado la convivencia en el bloque. Este cambio de conciencia, que empezó con una cesta de verduras, no solo ha cambiado nuestra relación con la comida, sino que nos ha llevado a replantearnos nuestro consumo en general y a plantearnos cuestiones como cuáles son nuestras prioridades de vida y qué cambios tanto personales como colectivos necesitamos hacer para conseguirlas.

Intercambiamos recetas, recuperamos los saberes de nuestras abuelas y hay quienes, regalando excedentes a las vecinas, han mejorado la convivencia en el bloque

Las verduras y la Huerta forman parte de nuestra cocina pero también de nuestras conversaciones, encuentros y quehaceres cotidianos. De la mano del Gazpacho, hemos tenido la oportunidad de conocer a otras personas, colectivos, grupos de consumo e iniciativas con las que se han ido forjando lazos que creemos que, de alguna manera, fortalecen un tejido social cada vez más amplio y diverso, que intenta construir un nuevo modelo de sociedad en el que sean las personas y la vida las que están en el centro.

Y así, desde las cocinas y desde las calles, hacemos el Gazpacho Rojo, pensando y sintiendo aquello de que «comiendo también se lucha».

Más info: http://www.gazpachorojo.org/

nº5 | construyendo posibles

Lo cotidiano es político

[…] Te despiertas con el sonido de fondo de una reposición de un programa de Radiópolis. No sabes cómo, pero llegas a la ducha y comienzas a pensar tu día mientras te enjabonas con un champú de esos que hacen poca espuma. Es martes. Destender la ropa. Recoger la cesta de verduras. Hoy me toca cuidar a mi «sobrino». La asamblea de la Andanza se ha vuelto a cambiar de día y te coincide con las verduras. Sales de la ducha, te vistes y desayunas una tostada de pan ecológico —que has comprado a una panadera local— y aceite del Mercado Social (¿este era de La Rendija o de Casa Cornelio?). Sales de casa para currar. Por el camino te cruzas con caras dormidas pero conocidas, que te saludan a tu paso. De nuevo apareció la pintada en el callejón de Divina Pastora: «Machete al Machote» (el viernes hay concentración contra la reforma de la ley del aborto). Llegas a San Luis con sus puñeteras obras (¡qué fresquita está a la calle cuando no hay asfalto!). Llegas al curro. […]

Comenzando

Esta descripción puede que sea un tanto idealista. Puede también que, con matices, se acerque bastante a la cotidianidad de algunas personas que leen este artículo. «Cotidianidad» son aquellas acciones que discurren en la vida diaria de las personas. Hechos, acciones o prácticas que ocurren de forma recurrente pero que no por ello dejan de tener una importancia trascendental para comprender los imaginarios sociales y políticos de las personas que los realizan. A través de las experiencias cotidianas se configura el espacio público, se hace la calle, se construye barrio, ciudad, territorio. Lo cotidiano se torna importante, también, porque el propio contexto socio-económico y político lo ha mercantilizado y precarizado, convirtiéndose en un ámbito que reconquistar. Así pues, este artículo se cuestiona por qué es necesario politizar las acciones cotidianas y habla de algunas experiencias activistas que lo hacen. Por otro lado, se pregunta por qué la problemática de la sostenibilidad se ha convertido en el nuevo eslogan del capitalismo neoliberal, y reflexiona sobre las aportaciones que realizan estos activismos a ese debate. ¡Vamos a ello!

Mercantilizar la cotidianidad, precarizar la vida

La progresiva conquista por parte de las lógicas mercantilistas de todos los ámbitos de la vida cotidiana es un hecho. El neoliberalismo, como proyecto político que es, se apropia de la esfera pública mediante la articulación de tres cuerpos institucionales fundamentales: el Estado, el mercado y la ciudadanía1. Así, mediante las presiones que ejerce sobre el Estado, consigue que este moldee a la ciudadanía de acuerdo con las lógicas del mercado. Pero el neoliberalismo también se ha apropiado de la esfera privada. De hecho, el proceso de acumulación capitalista se ha realizado a costa de los trabajos invisibles necesarios para el mantenimiento de la vida, que mayoritariamente han sido, y son, realizados por mujeres2. El ámbito ambiental tampoco se ha librado del proceso de neoliberalización. Se pueden identificar cuatro mecanismos que el capitalismo pone en marcha para verdearse3: (1) limpiar la imagen de las tradicionales formas de explotación capitalistas cuestionadas por sus impactos sociales y ambientales —usando la tecnología como el nuevo paradigma de modernización ecológica—; (2) concebir nuevos modelos de crecimiento económico y así mantener vigente el paradigma del desarrollo —por ejemplo, creando mercados por la reducción de la contaminación—; (3) acaparar una mayor cantidad de recursos naturales y servicios ambientales para la reproducción del capital —sobre todo para las corporaciones—; y (4) apaciguar, invisibilizar o atomizar la protesta social y la resistencia ligada a las luchas por el agua, la soberanía alimentaria, la diversidad y la defensa del territorio.

Así pues, el proyecto político del capitalismo neoliberal desarrolla una forma de poder que pretende establecer mecanismos de control totales, cercando la vida por los cuatro costados4. Mecanismos de control que afectan tanto a los cuerpos físicos —no es casualidad ahora el proyecto de la reforma de la ley del aborto— como a los cuerpos sociales —ordenanzas cívicas por ejemplo— o a los territorios en los que habitamos. Mecanismos que afectan a los instrumentos formales disciplinarios —las leyes, por ejemplo—, pero que también se cuelan en estructuras informales —los hábitos, las costumbres, los hechos cotidianos—. Es en este sentido que considero necesario reconquistar las esferas que el capitalismo ha invadido. Asumir esta invasión sin más, es perpetuar el metarrelato que naturaliza la propia existencia del capitalismo como sistema único, universal y eterno. Así que, mientras conquistamos el Parlamento y el Congreso —que, por lo visto, parece que ahora sí que podemos—, ¿por qué no reconquistar también nuestra cotidianidad?

La cotidianidad como un dispositivo político

Existen una serie de experiencias de activismo que pivotan entre estrategias de resistencia y protesta, y estrategias basadas en experiencias prácticas. Estas experiencias prácticas pretenden ensayar formas de cotidianidad diferentes a las que propone el sistema capitalista neoliberal. Hablamos de formas de organización colectivas en diferentes facetas de la vida cotidiana a las que, de alguna manera, se les atribuye una significación política. Por aterrizar la cosa, me refiero a grupos de consumo —como Gazpacho Rojo, por citar uno de tantos—, a grupos de crianza —como La Pelícana—, a monedas sociales —como el Puma—, a bancos del tiempo —como el de El Ecolocal, a mercados sociales —La Rendija, Casa Cornelio—, a colectivos feministas —Setas Feministas, Mujeres de Negro—, pero también a espacios ocupados —como el Centro Vecinal del Pumarejo, el Huerto del Rey Moro, o el CSOA Andanza— o espacios que, sin necesidad de pasar por la ocupación, están ensayando nuevas formas de generar común —como puede ser Tramallol—.

Los ejemplos que traigo no están exentos de contradicciones. Las contradicciones propias con las que nos encontramos en nuestra vida cotidiana. Solo por citar una, negar que perviven actitudes patriarcales machistas en muchos de nuestros espacios supuestamente liberados sería, además de incierto, peligroso. Sin embargo, considero que estas experiencias son dispositivos políticos radicales, en tanto que van a la raíz de nuestras acciones diarias, al centro de nuestra cotidianidad. Con respecto al debate de la sostenibilidad, cabría plantearse qué aportan estas formas de activismo. A priori, parecen ser el caldo de cultivo para cuestionar los mecanismos que el capitalismo verde comienza a desplegar. Presentan un potencial de enorme valor porque son espacios y experiencias en las que: (1) se propicia la autoorganización colectiva; (2) se promueve cambiar lo no deseado, transformar —algunas de forma más o menos explícita—; (3) se aprende a vivir con lo diverso — aunque hay experiencias más abiertas que otras—; (4) se ensayan y proponen acciones concretas y multidimensionales —sociales, económicas, ambientales— para un sistema en crisis; (4) se genera un conocimiento basado en la práctica que después es utilizado para reteorizar conceptos; (5) se dibuja una red de afectos, de apoyo mutuo.

Está claro que la cotidianidad es solo una escala más en la que desarrollar propuestas que subviertan las dinámicas del capitalismo neoliberal. Hay otras, importantes y necesarias. Sin embargo, lo cotidiano tiene un alto potencial para la transformación social. Es un contexto idóneo para repolitizar los aspectos que la democracia representativa ha pretendido alejar. Acerca la política, la baja del atril, la lleva al mercado, a las relaciones personales, a la comida, al barrio, al día a día.

Es martes. Destender la ropa. Recoger la cesta de verduras. Cuidar a mi «sobrino». Lo cotidiano es político.

1Wacquant, Löic. 2012. Three steps to a historical anthropology of actually existing neoliberalism. Social Anthropology 20, 66–79.

2Herrero, Yayo. 2011. La centralidad de los cuidados, las mujeres y la sostenibilidad. En Cambiar las gafas para mirar el mundo. Una nueva cultura de la sostenibilidad. (Eds) Y. Herrero, F. Cembranos & M. Pascual, 181–200. Madrid: Libros en acción. Ecologistas en Acción.

3Rodríguez-Panqueva, D. 2011. Capitalismo verde, una mirada a la estrategia del BID en cambio climático. (L. M. Navas-Camacho, Ed.) Censat Agu. Bogotá, Colombia.

4Hardt, M., & Negri, A. 2002. Imperio. Paidós estado y sociedad; 95 (p. 432).

nº4 | construyendo posibles

Semana de Lucha Social 2014:

De la Indignación a la Acción

La Semana de Lucha Social_SLS es una iniciativa que desde hace años aglutina acciones y espacios de reflexión conjunta de activistas y movimientos sociales de la ciudad de Sevilla. Su objetivo principal es visibilizar las distintas luchas sociales que se desarrollan en esta ciudad y potenciar el apoyo mutuo y la colaboración entre distintos colectivos y barrios que trabajan en ella.

Fue hace tres años, en mayo de 2011, cuando asistimos por última vez a una SLS en nuestra ciudad, coincidiendo casualmente con el surgimiento del movimiento ciudadano 15M. Desde que «la revolución nos pasara por lo alto», se ha vivido una importante transformación social. Tanto los colectivos ya existentes como los surgidos desde entonces hemos aprendido y desarrollado antiguos y nuevos modelos de organización. La incorporación de un buen número de nuevas activistas de diversa procedencia a estos movimientos ha generado un proceso de reorganización de las mismas y ha demostrado su capacidad para evolucionar.

Entendíamos, por tanto, que era necesario en este momento generar un espacio de coordinación que, en torno a un evento concreto, nos permitiera comenzar a tejer nuevas redes de colaboración entre los diferentes espacios. De esta manera, la expansión del movimiento experimentada en los últimos años podría redundar en el refuerzo de las estructuras de coordinación y cooperación.

Finalmente, un total de 30 colectivos, entre los que encontramos asambleas barriales del 15M, mareas y plataformas ciudadanas, colectivos feministas, antifascistas, de solidaridad internacional, ecologistas, sindicatos alternativos, centros sociales, medios de comunicación social, etc., han respondido a esta invitación y han trabajado conjuntamente durante cinco meses para la organización de la Semana de Lucha Social 2014.

Bajo el lema «De la Indignación a la Acción», hemos decidido unirnos y denunciar cómo privatizaciones y recortes, desahucios y deuda ilegítima, corrupción y rescates, leyes mordaza y del aborto, represión legal y policial… son todas caras de una misma estrategia de las clases dominantes: la de la dinamitación de las garantías sociales, derechos y libertades conseguidas por los trabajadores y trabajadoras a lo largo de muchos años y que hasta ahora entendíamos como irrenunciables.

Una gran cantidad de actividades han sido organizadas en diferentes puntos de la ciudad en torno a diversos ejes temáticos. Se ha hablado de autogestión en el ya desalojado CSOA Sin Nombre, y también en las inauguraciones de los nuevos centros sociales de La Soleá, en San Pablo y de la Calle San Luis 40 (¡un desalojo, otra ocupación!). La renta básica como derecho humano universal fue tratada en el eje de economía junto a la dictadura de la deudocracia. En el eje de feminismos, Perras Silvestres presentó el documental Voces Insumisas. La marea verde y USTEA le dieron un repaso a la LOMCE. La Oficina de Derechos Sociales acompañó al Colectivo de Mujeres Empleadas del Hogar de Sevilla en el pasacalles organizado por los colectivos de Macarena Norte contra la precariedad. De la mano de Ecologistas en Acción, tuvimos la ocasión de conocer los conflictos medioambientales de Sevilla, invisibilizados en su mayoría. Se generó un espacio para la comunicación social donde tres medios comunitarios locales —Radiópolis, Diagonal Andalucía y El Topo— hablaron del derecho a la comunicación social, junto a una integrante de la radio comunitaria La Tribu de Buenos Aires. También SODEPAZ formó parte del eje de comunicación haciendo un análisis revelador de la contrainformación sobre Cuba y los países del sur. Además, en estos momentos en los que muchas de las leyes que nos azotan parecen salir directamente de la sacristía, tuvimos la oportunidad de disfrutar de una mesa redonda en torno al «Estado laico», tema con una carga simbólica especialmente importante en esta ciudad.

Y después de toda esta rica actividad, el jueves 1 de mayo se celebró la manifestación unitaria de los sindicatos alternativos —amenizada por un colorido Akelarre Feminista—, que ponía el culmen a ocho días de intenso trabajo y encuentros.

Entendemos que la Semana de Lucha Social representa una herramienta más para la reflexión conjunta y el trabajo coordinado de los movimientos sociales de la ciudad. Tras su evaluación y análisis, los colectivos organizadores hemos acordado crear un espacio de articulación y apoyo mutuo que nos permita la elaboración de estrategias conjuntas y la construcción colectiva de una agenda social emancipadora. Allí os esperamos.

Gansa VC subasta lo público

14-2 PRESENTANDO REALIDADES SUBASTA-web

En 2004, Rosario Piudo —de 87 años— fue desahuciada de su casa, en la plaza de la Encarnación, 5. Debía 39 euros al casero. Quiso pagar la deuda, pero el propietario se negó. El inmueble se expropió en 2007 para convertirse en vivienda pública destinada a situaciones de emergencia.

Diez años después, el Ayuntamiento especula con el edificio cediéndolo al mejor postor.

El 23 de abril, la misma plaza se llena de unos visitantes peculiares. Con los bolsillos llenos —eso hacen creer— participan ansiosos del espectáculo que ven ante sus ojos. Lo público se vende. Se vende barato. Se vende con gente, sin gente, rehabilitado, histórico, se vende vivienda, ¡hasta una comisaría se vende! Se subasta la Giralda y la compran. El Palacio de San Telmo, las Naves del Barranco… hasta las Setas, que pueden contemplar —insulsas y declinando— desde sus mismas sillas. Señoras de bien declaran el morbo que les da ponerle precio a la vida y las historias que otras mujeres dejaron, transpirando, en esos muros. Señores de corbata imposible compran la Casa del Pumarejo para hacerse una piscina.

Última joya: el mismito edificio donde vivió Rosario Piudo. Precio final: 1.000.039 €.

El derecho a la comunicación social en la Semana de Lucha Social sevillana

Tres medios ciudadanos citados en el recién ocupado CSO Andanza. Tres iniciativas integradas en el Foro de Educación, Comunicación y Ciudadanía para charlar sobre el derecho a la comunicación social.

La primera duda alada que me cruza el entrecejo es saber en qué consiste este derecho. Y surgen otros interrogantes. ¿Por qué nos sumergimos en la ardua tarea de ejercer un derecho supuestamente reconocido en nuestra vacía Constitución a través de iniciativas horizontales? ¿Realmente existe un derecho a la comunicación sobre el papel de boletines oficiales? ¿Existe ese derecho hasta que no se incrusta en las necesidades básicas de nosotras, las personas, como un alarido necesario y vital? ¿Leemos, escuchamos lo que hacen otras compañeras? ¿Nos tomamos el tiempo necesario de compatibilizar ese límite impreciso entre coherencia, cuidado de los procesos y expansión de los proyectos de comunicación? ¿Debe marcarnos los ritmos la Administración ante supuestos avances legislativos que posibiliten afianzar ese derecho? ¿Y para qué?

El Topo, periódico tabernario bimestral. Diagonal, periódico quincenal. Ambos en papel, ambos huelen a tinta y a artesanía, y a prensa de la que da gusto leer porque ahonda desde los enfoques libertarios. Radiópolis, radio comunitaria entretejida con las manos de muchas socias que agarran un micro y alzan sus voces y cuentan el cuento exactamente como les dictan sus inquietudes, sus pálpitos, y quieren lanzarlos a las ondas confiando en que haya oyentes que se hagan cómplices al otro lado, y se provoque una voz al unísono que sume, no se sabe qué, pero que sume.

Laura, compañera que nos visita y que viene de una radio comunitaria bonaerense, habla del proceso participado y debatido de la ley audiovisual argentina de los tres tercios.

Finalmente, por derivas nutricias, nos disfrutamos hablando de los cuidados en esos proyectos donde queremos expresarnos. Y me quedo con eso, con los cuidados, con sacarlos a la palestra y exorcizarnos y querernos. Si, definitivamente tenemos el derecho, es nuestro.

Contra la precariedad de la vida, lucha social

El sábado 26 de abril por la mañana, el Colectivo Macarena Norte, junto a las compañeras del Colectivo de Mujeres Empleadas del Hogar de la ODS y la gente de la marea verde contra la LOMCE de Sevilla, salimos de pasacalle por los barrios obreros de la Macarena. No es habitual que entre estos bloques se escuchen otros gritos que no sean los de «¡¡Goool!!». Y, menos aún, con un llamamiento a la unión de clase entre nativos y emigrantes, con una perspectiva de género ineludible y, en definitiva, en contra de la precarización de nuestras vidas. Disfrutamos.

Tras pasear 2 horas por nuestras calles en un ambiente festivo y combativo con música, con lectura de comunicados e intervenciones espontáneas, llegamos al colegio San José Obrero donde la marea verde —con un teatrillo— y las Mujeres Empleadas del Hogar —con una charla—, plantearon sus reivindicaciones más concretas. Después de la comida popular se dio por concluida la jornada por la escasísima asistencia a la charla antifascista programada.

Nuestra valoración es muy positiva: si bien no pasamos de medio centenar, el ambiente fue muy bueno, la gente en general se paraba y recibía bien los mensajes dejando claro lo oportuno y necesario de llevar la crítica política a los barrios. El centro ha de ser una caja de resonancia, pero si no llevamos la lucha a nuestras plazas no saldremos de la autocomplacencia militante.

Gracias a lxs que estuvisteis, a lxs que quisisteis y no pudisteis (no bebáis tanto), y ánimo a todxs en la lucha todas las semanas del año.

Con el coño en lo alto y medias de rejilla

14-15 COÑOINSUMISO-web

La Hermandad del Sagrado Coño Insumiso a la Explotación y la Precariedad meció a su virgen el pasado 1 de mayo por las calles de Sevilla a ritmo de trompeta y tambor. El paso fue alzado por costaleras ataviadas con capirotes de diferentes y vivos colores que destacaban entre el luto de la comitiva que retocó su vestimenta con mantillas, flores, medias de rejilla y chapas reivindicativas.

Así engalanadas, procesionaron festejando su carácter diverso: «somos incorrectas, tenemos pelos, bigotes, michelines, granos, arrugas, manchas, y amamos nuestro cuerpo». Y se manifestaron insumisas a un sistema capitalista que señalan como «asesino, heteropatriarcal y racista». En sus cantos y sus consignas recordaron que este se sustenta en la invisibilización absoluta de los trabajos domésticos y de cuidados, y en la desvalorización del trabajo remunerado de las mujeres.

Haciendo un acto de apropiación y subversión de los códigos y prácticas de los estamentos que pretenden convertir la vida y los cuerpos de las mujeres en mercancía, algo más de un centenar de mujeres se hicieron oír, en este acto, reafirmándose como «sujetos políticos con voz, agentes de cambio con poderío, fuertes y libres».

Esta iniciativa, a la vez que un posicionamiento político enmarcado dentro de la Semana de Lucha Social de Sevilla, ha pretendido ser un reconocimiento al compromiso y a la creatividad de las compañeras de Málaga, quienes, festejando el 8 de marzo de este mismo año, salieron a la calle procesionando por primera vez su Coño Insumiso.  

nº3 | construyendo posibles

10 años de Huerto del Rey Moro

Hay experiencias personales y colectivas que proceden o se gestan —en ocasiones, inconscientemente— en procesos previos. A su vez, son motivación de otras experiencias que siguen enriqueciendo nuestros procesos colectivos e individuales. El Huerto del Rey Moro, 10 años después, constituye una experiencia que responde a ambas categorías.

Conocimos su existencia casi por casualidad. El hallazgo se produjo embebido en el laborioso proceso de reivindicación y lucha social que desde hace años ha consolidado una férrea identidad de la movilización social sevillana.

En la zona histórica, este escenario de movilización social provenía de una amalgama de grupos y personas que andaban trajinando. Algunos de los procesos a destacar fueron la movilización contra el parking de la Alameda, aún de actualidad, y los desmanes de los planes Urban, un proceso sistemático de especulación de viviendas que provocó la indignante expulsión de una importante red social de vecinos y vecinas que habían nacido en esta zona.

En este contexto, tras las ocupaciones y la puesta en marcha de la Casa del Pumarejo y de Casas Viejas, este movimiento encontró un solar de 5000 m² en pleno barrio de San Julián, entre las calles Sol y Enladrillada. Tenía un arbolado de buen porte y, junto a la Casa del Rey Moro, estaban declarados como Bien de Interés Cultural.

La zona norte del casco histórico siempre había carecido de espacios públicos y verdes de calidad. Se había impuesto la invasión de los coches y de los veladores en las plazas. Este espacio ofrecía una magnífica posibilidad para disfrutar del mayor espacio público no construido en esta zona tras la Alameda de Hércules.

Se convocó una reunión con asociaciones y colectivos de todo signo social y político de los barrios de alrededor, a madres y padres de los colegios del área y a toda persona interesada en conocer este espacio y estudiar su situación legal y administrativa para ver cómo aprovechar su potencial. Hacían falta objetivos comunes, táctica y estrategia.

Un grupo de 10 a 15 personas empezó a reunirse periódicamente en el Centro Cívico de San Julián. Descubrieron que el Huerto del Rey Moro (HRM) era propiedad municipal; pretendían construir viviendas según el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU); y alicatar como espacio público un minijardín y pequeños equipamientos.

Teniendo en cuenta que existían miles de viviendas abandonadas solo en el centro de Sevilla y que no existían espacios públicos ni intención de generarlos desde la administración, este grupo de personas constituyó la Asamblea de Amigas del Huerto del Rey Moro «La Noria». Se convirtió en un espacio asambleario y participativo abierto a toda persona interesada en reivindicar el HRM como un espacio público de ocio y esparcimiento al grito de: «¡¡Espacio público pa´l barrio!!».

Así comenzó una prolija actividad de difusión de la existencia del espacio y su potencial, incluso a la Administración Pública, que culminó con la ocupación simbólica del espacio el 15 de febrero de 2004 y la celebración de una comida popular. Fue una ocupación simbólica porque el espacio estaba vacío, solo lleno de naturaleza tranquila y ausencia de humanidad latente. Era un espacio de disfrute libre de coches, pero había que lucharlo.

El HRM se podía disfrutar con actividades puntuales: comidas populares, cine de verano, jornadas arqueológicas o alguna actuación. Pero algunas personas del vecindario pensaban que eran una serie de okupas haciendo lo que querían cuando querían y que el ayuntamiento, mientras, no hacía nada.

Con la intención de que el espacio tuviera otras actividades más cotidianas y de facilitar otra percepción del vecindario más suspicaz, se propuso a los colegios la creación de unos huertos escolares en el HRM. Esta actividad permitiría que el espacio estuviera a diario abierto a la juventud y la infancia.

Así se dio a conocer el espacio a la juventud y las familias que se entusiasmaban con la sorpresa de un espacio verde, semisalvaje y espectacular en pleno centro de Sevilla. Allí había unos pequeños huertos escolares y los jipis okupas hacían unas paellas gigantes con fuego y tó.

Como consecuencia, familiares de la juventud participante en los huertos se interesaron por tener un pequeño bancal en el HRM. La Asamblea aprobó facilitar huertos para unas 6 familias, con la premisa de que fueran participativos y autogestionados. Solo los huertos escolares contaron con un convenio entre las AMPAS, Ecologistas en Acción y el área de Participación Ciudadana.

A pesar de la consolidación en el disfrute, uso y reivindicación del espacio por parte de una ciudadanía diversa y responsable, el proceso de especulación pública y privada de esos años seguía devorando implacablemente todo solar que generaban a través del urbicidio.

Así, la Junta de Andalucía (JA) y el Ayuntamiento de Sevilla intentaron, como en otras ocasiones, iniciar un proceso de desenfoque y enturbiamiento de la realidad. Confundiendo las relaciones que debían tener con la ciudadanía. Argumentaron que no se podía hacer lo que nosotros quisiéramos y blablablá.

Esto produjo la ocupación de la oficina del Área de Rehabilitación Concertada (ARC) de la JA por parte de familias, incluyendo niñas y niños, perros y bicicletas, en protesta por la postura inamovible y unilateral de la Administración, tras lo cual desestimaron sus intenciones y desaparecieron. «O lo que yo diga, o al cajón», como dijo el director del ARC.

Visto lo visto, y ante una inusitada demanda de nuevos huertos, se abrió la participación a un mayor número de vecinas y vecinos en la autogestión del espacio. Se presentaron unas 70 personas. Este momento marca la mayor intervención vecinal, con una ocupación de unos 1200 m² y un desmadre de asambleas, dimes y diretes en todos los tonos y maneras, gestación de amistades eternas así como rencillas y enemistades que el tiempo y el espacio han sabido disipar.

Era el quinto aniversario de la ocupación y la asistencia de amigas y amigos del HRM fue masiva: más de 2000 personas. La Asamblea del HRM estaba presente en la Coordinadora de Barrios en Lucha, en la Plataforma de Huertos Urbanos y en otros procesos de movilización, articulación y coordinación de recursos ciudadanos. En cinco años, el HRM se había convertido en un nuevo brote del proceso de movilización y acción ciudadana que necesita de atención y acción constantes para no sucumbir.

Cinco años después, la riqueza y complejidad de lo allí acontecido se ha reflejado en múltiples tesis, proyectos y trabajos. Poco queda de aquel espacio vacío inicial, de aquel potencial silencioso y a la espera. Hoy es un espacio familiar, pues han sido las familias gestadas en estos diez años las que han llenado diariamente de vida y cuidados este espacio, que sigue enriquecido por la participación y colaboración ciudadana implicada responsable y coherente.

Confiamos en que otras experiencias y procesos sigan aconteciendo y enriqueciendo nuestra vida y las posibilidades de las ciudades como espacios de convivencia. Felicidades a todas las personas que de una u otra forma participan o han participado del HRM, generando un proceso horizontal y abierto que ha permitido construir uno de los espacios públicos más singulares que conocemos.

nº2 | construyendo posibles

¡Volviendo al Mercado!

Un edificio no es un espacio acotado por cuatro paredes, al igual que un ser humano no es un conjunto de células. No es solo vigas, ladrillos y hormigón; todos los edificios tienen algo detrás: una vida, una historia… Os queremos hablar de un edificio que para mucha gente había pasado completamente desapercibido y que desde nuestra asociación estamos intentando que vuelva a tener vida y que siga con su curiosa historia.

Aparentemente, el edificio del Mercado Cruzcampo estaba abandonado, pero no era así. «El frutero» resistía cual aldea gala ante el asedio de las tropas romanas. Miguel Ángel, que así se llama el frutero, estaba ya algo cansado de que vinieran gente de uno y otro partido político a hacerle promesas que siempre quedaban en nada. El resto de los placeros habían terminado dejando el Mercado por culpa del estado de abandono en el que lo tenía el Ayuntamiento, pero él quería permanecer allí porque aquel negocio había sido de su padre y ese era su lugar.

Nuestra asociación, Descentrados, acababa de nacer con la intención de devolver la cultura a los barrios. De ahí el nombre de Descentrados, no es porque estemos algo loquit*s (que también).  Ya que la mayoría de los espacios y actividades culturales se encuentran en el centro de la ciudad, creímos buena idea buscar la rehabilitación de espacios abandonados de una manera participativa, sirviendo de unión entre tod*s l*s interesad*s en darle un nuevo uso.

El  Mercado Cruzcampo nos pareció un sitio ideal para comenzar con nuestra labor. Con las encuestas en mano y muchas ganas fuimos por el barrio a preguntar a todo el mundo. Much*s vecin*s (sobre todo l*s más jóvenes) ni siquiera conocían el mercado pero tenían muchas ideas  acerca de lo que se podía hacer allí: una biblioteca, talleres para personas mayores, actividades culturales, usos sociales, pequeños comercios locales… 

Un edificio público no debe ser un coto privado del Ayuntamiento. L*s vecin*s son l*s que van a darle uso y por tanto deben poder decidir qué se hace en ellos. Descentrados actuó como ente aglutinador de todas las opiniones de vecin*s, asociaciones y comerciantes de la zona, pero para conseguir que la gente opinara teníamos que lograr que conocieran el Mercado y por eso comenzamos a realizar actividades alrededor de él.

Las actividades que hemos hecho desde marzo de 2012 han sido variopintas, algunas con más éxito y otras con menos: desde una exposición fotográfica de los vecin*s del barrio empapelando el Mercado (dentro del proyecto internacional InsideoutProject) a un modesto cine de verano, pasando por conciertos de flamenco o jazz, actividades para niños pequeños, un partido de fútbol con reglas absurdas, etc. Todo ello, para qué nos vamos a engañar, ha hecho que nos encariñemos con el Mercado, ya no solo es un edificio: nos parece un lugar entrañable y único.

Parece ser nuestras acciones no pasaron inadvertidas para el Ayuntamiento. Un día recibimos la llamada de una comisión del distrito que se había creado para tratar el tema del Mercado Cruzcampo invitándonos a exponerles nuestras ideas. El encuentro fue bastante decepcionante al comprobar que la información que recibimos en la comisión por parte del Ayuntamiento era bastante reducida. Al parecer, la titularidad del Mercado era de una empresa llamada La Vizcaína, que disponía de una concesión de 50 años, hasta 2014. Desafortunadamente, era imposible contactar con los dueños de dicha empresa porque hacía años que había desaparecido. Sin embargo, nuestras pesquisas detectivescas (usamos Google) nos llevaron a descubrir que en realidad la concesión terminaba en enero de 2013 y que no era tan difícil dar con el paradero de los dueños de La Vizcaína, a los que llamamos por teléfono. Cuando descubrimos todo esto intentamos convocar una nueva reunión de la comisión pero descubrimos con estupor que ya no éramos bienvenid*s.

Como el Mercado ya era titularidad del Ayuntamiento de Sevilla, nuestro siguiente paso fue interesarnos por abrir un puesto en él de manera simbólica y apoyar al único comerciante que quedaba allí. Nuestra sorpresa fue que era imposible pedir un puesto. El Área de Consumo ni siquiera consideraba ya a nuestro querido Mercado Cruzcampo como un mercado de abastos más de la ciudad. Tras una desagradable entrevista, la responsable de Consumo nos transmitió que ese Mercado estaba abandonado porque nadie del barrio lo apreciaba y porque desde hacía años nadie había solicitado puestos en él.

A las pocas semanas, a través de una acción en la calle, recibieron unas 20 solicitudes de vecin*s de la zona para un puesto que, por supuesto, fueron rechazadas.

Después de un gran trabajo participativo que ha durado más de dos años, empezamos con la elaboración de un proyecto (perfectamente adaptable y modificable) que recogiera las necesidades y propuestas del barrio. El proyecto se centra en tres pilares fundamentales:

– La creación de la Plataforma Mercado Cruzcampo que gestione el uso del espacio y participe en el proceso de rehabilitación. Estará formada por asociaciones, comerciantes y vecin*s interesad*s en el proyecto.

– La adaptación del espacio para un triple uso: comercial, social y cultural. Un pasillo mantendrá la distribución actual de puestos para la parte comercial. Otro pasillo será convertido en una gran sala polivalente de formación y talleres. Una tercera ala será habilitada para exposiciones, biblioteca, sala wifi, etc. El espacio central se aprovechará para la colocación de una tarima-escenario. Todos estos espacios podrán independizarse o unirse según la necesidad.

– Una financiación diversificada, que aúne fondos públicos, patrocinios privados, colaboraciones, escuelas taller, etc.

Tras la presentación del proyecto a l*s vecin*s, queremos mostrárselo al Ayuntamiento de Sevilla, que al fin y al cabo es quien tiene que ceder el espacio para su rehabilitación y quien tiene la obligación de implicarse con l*s vecinos en este proyecto. Para ello lo hemos subido a la nueva plataforma web (1) que ha creado el Ayuntamiento y que permite a cualquier ciudadan* presentar propuestas. L*s vecin*s del distrito San Pablo–Santa Justa pueden consultar y votar por las propuestas que les resulten más interesantes. La propuesta más votada de cada mes podrá ser presentada en el próximo pleno de la Junta Municipal del Distrito. Entre tod*s, una ciudad mejor es posible.

Descéntrate… ¡si te atreves!

nº2 | construyendo posibles

Mercaos Sociales –

Transformación Social desde el Consumo

Un nuevo tejido socioeconómico se está abriendo paso en Andalucía y, en particular, en Sevilla. Esto está sucediendo al margen de las grandes superficies comerciales, las enormes cadenas de supermercados y las redes de franquicias internacionales. Una forma diferente de entender la relación entre las personas productoras y consumidoras, cuyo objetivo compartido es la creación de redes que permitan cubrir una parte significativa de las necesidades de sus participantes desconectando así la economía real doméstica de la economía capitalista en la medida de sus posibilidades.

En estos espacios la ciudadanía puede ejercer su opción de consumo, apoyando a iniciativas de economía libre y solidaria, además de a empresas de inserción que proponen bienes y servicios con compromiso social.

Hablamos de los Mercaos Sociales andaluces. Proyectos que han surgido principalmente en el último año en diversos rincones de la comunidad y que se inspiran en otros que ya llevan décadas funcionando, como por ejemplo las cooperativas de consumo como La Ortiga (1). La Tejedora (2), pionera de los Mercaos Sociales, nació en diciembre de 2011 en Córdoba. Otras iniciativas similares han ido surgiendo después gracias a la energía de las personas que la constituyen y las ganas de compartir su proyecto.

Actualmente, en la provincia de Sevilla existen tres Mercaos Sociales (MS en adelante):

Estos proyectos, aunque diversos e independientes entre sí, comparten una serie de objetivos y criterios que apuestan por la justicia ecológica y social.

¿Cuáles son estos criterios?

La puesta en valor de la producción de bienes y servicios locales, ecológicos, artesanales, cooperativos y de comercio justo.

Establecer un diálogo abierto y continuo entre quienes producen y quienes consumen mediante redes de apoyo mutuo.

¿Qué productos podemos encontrar en estos Mercaos?

Mieles, mermeladas, panes ecológicos, conservas vegetales y de pescado, cervezas artesanas locales, vinos de la tierra, productos de higiene y cosmética ecológicos, ropa para bebes, juguetes y mucho más. Esta lista de productos está abierta a nuevas propuestas surgidas de la participación activa de las personas socias.

Pero como hemos indicado anteriormente, cada proyecto tiene sus particularidades propias. Tanto La Alacena como Casa Cornelio son proyectos del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) que partieron de la apuesta del mismo por el empleo digno y contra la precariedad laboral. Según Lolo, responsable de Casa Cornelio, estos proyectos buscan apoyar el cooperativismo histórico andaluz desde un consumo local, artesanal, ecológico y de comercio justo. Toñi, compañera de Casa Cornelio, va más allá y comenta que «es un proyecto con vocación social y de marcada tendencia ideológica a favor de la autogestión obrera. Hacemos nuestro el modelo de las cooperativas del SOC y compartimos los principios del movimiento cooperativo (ayuda mutua, esfuerzo propio, responsabilidad, democracia, equidad, igualdad y solidaridad)».

En Casa Cornelio, las personas socias han organizado también Grupos de Consumo de productos frescos, que reciben frutas y verduras ecológicas cada 15 días, procedentes de las cooperativas que colaboran en el proyecto.

Para participar en Casa Cornelio, nos cuenta Dani, «solo hay que pasarse por allí». Las personas consumidoras pasan a ser socias del mercao y pueden participar en todos los ámbitos que en él se desarrollan, ya sea proponiendo nuevas iniciativas productivas, ayudando a su gestión o proponiendo actividades diversas que se desarrollan en el local.

En el MS La Alacena de Alcalá de Guadaira, además de los productos no perecederos, también se recogen semanalmente cestas de productos de la huerta, siempre ecológicos, y pan artesanal hecho con ingredientes ecológicos. Las personas de la asociación se comunican por correo electrónico haciéndose pedidos por esta vía, asegurando que se recoge todo producto perecedero que llega el día acordado.

El MS la Rendija, promovido por la Asociación el Enjambre sin Reina, Buenaventura Comunicación Social y la ONGD Ingeniería sin Fronteras, es el tercer MS de Sevilla. En su sede tienen lugar también multitud de charlas, talleres, coloquios, cine fórums, debates y cursos. El espacio es cedido además para el uso de otros colectivos y movimientos sociales. Esta diversidad y riqueza —tanto de personas como de iniciativas— trae como consecuencia que además de bienes y servicios, se generen e intercambien aprendizajes colectivos, innovación tecnológica, cultura, relaciones sociales, proyectos y valores, recuperando la función originaria de los mercados como lugares de encuentro e intercambio.

Otra característica importantísima de los MS es la invitación a la participación activa en el proyecto tanto de las personas productoras como consumidoras. El acto de consumir deja así de ser automático, ciego, desinformado y pasivo. El consumo se convierte en un acto de posicionamiento político en el que las consumidoras conocen por qué tipo de consumo están apostando, con sus valores y repercusiones socioeconómicas y ambientales.

El contacto continuo con las personas productoras hace que estas adapten sus productos y formas de producción a las necesidades reales del colectivo, siendo retribuidas de forma justa.

Estas iniciativas buscan la transformación social y apuestan de este modo por el poder transformador personal y colectivo del consumo. Los tiempos están cambiando. Y también las mentalidades.

Un debate aún abierto en el funcionamiento de los MS es la utilización de las monedas sociales locales. Actualmente, ninguno de los tres mercaos sevillanos trabaja con monedas sociales. Sin embargo, el MS Casa Cornelio ya ha empezado a estudiar la posible utilización de la Moneda Social Puma (3) en sus intercambios. Según nos comenta Toñi, «es importante encontrar el equilibrio euro/puma, para poder asumir los gastos que nos vienen en euros como el alquiler, la luz y el agua». Además, señala la necesidad de hacer partícipes cada vez a más iniciativas productoras en la red de la Moneda Social, para poder así asumir su uso como moneda de cambio, «pero seguro que poquito a poco lo lograremos».

En todo caso, con la decisión de realizar las transacciones únicamente en euros, el MS La Rendija se ha abierto más al público. «La gente del barrio empieza a entrar, empieza a conocer los productos y a comprar como en un comercio más. También comienza a entender la filosofía de lo que ofrecemos y eso está muy bien», señala una socia. De paso, así se intenta evitar la endogamia que a veces acompaña a este tipo de iniciativas. Sin embargo para Toñi, de Casa Cornelio, todavía hay mucha gente que percibe este tipo de espacios como tiendas gourmet a las que ir para darse un caprichito, y no como tiendas del día a día. «Este es un tema importante en el que trabajar si queremos llegar cada vez a más gente», afirma Toñi.

¿Por qué pertenecer y colaborar con estos proyectos?

Aquí los tres MS sevillanos coinciden en invitar a la ciudadanía sevillana a participar: «Porque son proyectos de economía alternativa y solidaria, autogestionados y autónomos que se mantienen gracias a las aportaciones, las iniciativas y el consumo responsable de sus socias y amigos. Necesitamos tu participación para que proyectos como estos se conviertan en una alternativa real a las relaciones de producción y consumo dominantes en nuestra sociedad».

(1) http://www.laortiga.com/

(2) http://www.latejedora.org/

(3) http://monedasocialpuma.wordpress.com

Nota: ¡En Granada también tienen su MS! – http://mercaosocialgranada.org/

nº1 | construyendo posibles

Cooperativas Integrales 2:

autogestión en todos los ámbitos de la vida

cooperativa integral esquema

Sistema público cooperativo integral (Continuación)

El objetivo de esta gran red de autosuficiencia es el de cubrir las necesidades básicas de todas las personas que la forman, mediante la acción colectiva y el arte de la autogestión. Algunas de estas necesidades básicas serían la alimentación, la educación y la cultura popular, la salud, la vivienda, el transporte y la energía para el transporte, la luz y el calor, por citar las más relevantes (1).

«Es nuestra labor recuperar lo público, entendido lo público como bien colectivo, no estatal ni privado»

Esto significa por un lado promover la colectivización de bienes, terrenos, viviendas, y por otro, recuperar la salud y la educación pública, como servicio autogestionado al margen del monopolio doctrinario establecido por el Estado y el capital. (2)

Desde este enfoque de servicio público se están desarrollando herramientas como la renta básica cooperativa o la bolsa de trabajo.

La renta básica cooperativa es el proyecto de generar recursos comunes (monetarios o no) para garantizar las necesidades básicas de las personas que forman parte de una comunidad; dotación de recursos que no puede ser acumulada, ya que su objetivo es cubrir ese bienestar mínimo.

La bolsa de trabajo cooperativa es otra herramienta para que las personas con necesidad de recursos puedan interaccionar con aquellas personas o iniciativas que los puedan ofrecer. La relación entre ofertante y demandante deberá ser totalmente horizontal y sin intermediarios privados, siendo la remuneración tanto monetaria como no monetaria.

En línea con el enfoque del apoyo mutuo (3), se desarrollan también acciones de trabajo comunitario autoorganizado y desinteresado al servicio de una comunidad o colectivo. Su arraigo es notable en Euskal Herria donde se conoce como auzolan, auzalan o vereda. También se la conoce por tornallom en Valencia y por sextaferia en Asturias, entre otros.

¿Cómo iniciar el proceso de constitución de una cooperativa integral?

Este tipo de procesos complejos no tienen desafortunadamente una fórmula mágica cuyo seguimiento a pies juntillas nos asegure el éxito, pero aun así nos aventuramos a esbozar un simple itinerario orientativo.

Lo primero de todo es generar una pequeña masa crítica (20-30 personas) que tenga interés por construir una cooperativa integral, y que de este interés nazca un mínimo de afinidad y de confianza. A partir de aquí, una vez compartido el objetivo, se prepara la convocatoria para una asamblea abierta, contactando con colectivos afines y difundiendo masivamente el encuentro.

Las asambleas iniciales serán espacios para poner las primeras bases y principios compartidos, mientras se trabaja en el mapeo de recursos para ir tejiendo esa necesaria red de iniciativas y proyectos. En paralelo se comienzan a crear comisiones desde donde avanzar en el desarrollo de la cooperativa integral, por ejemplo: gestión económica y jurídica, acogida, coordinación (y extensión), comunicación, moneda social (e intercambios), etc.

Por otro lado, situamos a los grupos temáticos (vivienda, salud, educación, alimentación, energía, etc.), que se van generando según el interés y la disponibilidad para desarrollar el modelo público cooperativista en cada ámbito, además de los recursos que pueda aportar la cooperativa integral para ello.

A partir de aquí, partiendo de la línea de trabajo iniciada, cada grupo o comisión desarrolla su propia dinámica y sus propias asambleas, siendo las jornadas asamblearias el espacio de coordinación general donde se definen las estrategias comunes.

¿Qué pasa en Andalucía?

En Febrero de 2012 se llevaron a cabo unas jornadas en torno a las cooperativas integrales de la mano de Enric Duran que, organizadas por la Sociedad Obrera Apoyo Mutuo, tuvieron lugar en el CSOA la Huelga y en Tramallol. Aquellas jornadas fueron el primer impulso para intentar replicar en Andalucía el modelo desarrollado en Cataluña.

Se trató la constitución de una CIA (Cooperativa Integral Andaluza). La intención era dinamizar ese grupo promotor o masa crítica que facilitase el proyecto común y la expansión de la red por toda Andalucía. El debate se originó en torno a la necesidad de constituir cooperativas formales o de la acción social al margen de ningún formalismo, como es el caso del colectivo afín de Málaga. Desde entonces, la CIA es un proyecto a largo plazo que se está gestando principalmente entre Granada y Almería, donde ya trabajan las cooperativas integrales correspondientes. Almería es la única constituida legalmente y está en un proceso de experimentación de formas de organización y economías sociales que incluyen la moneda social La Pita. La actividad principal en la Cooperativa Integral Cabo de Gata, en estos momentos, es facilitar una mayor soberanía alimentaria mediante grupos de consumo que localizan productores ecológicos y/o artesanales, de proximidad y con quienes se establecen relaciones de confianza, con grupos de consumidores/as que se comprometen a hacer la compra en este grupo, aportan una cuota mínima para mantener el servicio de reparto y se benefician de una mejor alimentación que crea riqueza en el entorno y mejora las condiciones de trabajo de las personas productoras más cercanas. En Granada, la actividad de la cooperativa integral se inició en torno al mercado de productos ecológicos que ha venido siendo un punto de encuentro entre las personas que han ido adquiriendo un compromiso con la cooperativa y formándose para facilitar los trabajos necesarios. También tienen la moneda social El Chavico y, después de un año y medio de trabajo, ya cuentan con tres mercados semanales.

+ info

http://cooperativaintegralcabodegata.wordpress.com/
http://ci-granaina.org/

¿Y en Sevilla?

Por lo que respecta al núcleo local de Sevilla capital, a raíz también de las jornadas de febrero de 2012, se continuó trabajando durante un tiempo para ver cómo se podría adaptar el modelo a la realidad de esta ciudad. Tras un mapeo de realidades existentes, algunas de las personas que integraron el grupo motor del núcleo local llegamos a la conclusión de que no existía un tejido cooperativo previo lo suficientemente desarrollado como para empezar a constituir una cooperativa integral. Por tanto, había que dar un paso atrás y comenzar a generar ese tejido político y cooperativista que, si bien existía, no alcanzaba a estabilizarse y desarrollarse hasta el grado de favorecer la creación de una cooperativa integral.

Desde entonces, se puede observar cómo intentan consolidarse distintas iniciativas concretas. Por citar algunos ejemplos: los grupos de consumo, la Red de Producción y Consumo, las centrales de abasto como los Mercaos Sociales de Casa Cornelio y La Rendija, la moneda social del Pumarejo y el Mercapuma. Experiencias que van construyendo el sustrato necesario para que podamos empezar a plantearnos retomar el proceso y desarrollar modelos que, como las cooperativas integrales, vayan experimentando en la autoorganización y abriendo el camino a una vida sin capitalismo y sin Estado.

(1)   A. Max-Neef, Manfred: Desarrollo a Escala Humana (1993). Editorial Icaria. Disponible en: http://www.max-neef.cl/descargas/Max_Neef-Desarrollo_a_escala_humana.pdf

(2)   Illich, Ivan: La sociedad desescolarizada (1971). Editorial Brulot. Disponible en: http://www.mundolibertario.org/archivos/documentos/IvnIllich_lasociedaddesescolarizada.pdf

(3)    Kropotkin, Piotr: El Apoyo Mutuo (1902). Disponible en: http://www.kclibertaria.comyr.com/lpdf/l028.pdf

nº1 | construyendo posibles

Cooperativas Integrales 1:

autogestión en todos los ámbitos de la vida

En estos días que nos toca vivir, en los que las perspectivas de presente y futuro que se nos ofrecen en los diversos ámbitos de la vida son tan «esperanzadoras» y «motivantes», donde la educación y la sanidad «públicas» están en peligro de extinción, el empleo es inalcanzable incluso en condiciones laborales propias de siglos pasados y la vivienda se considera un bien de lujo, las Cooperativas Integrales (CI) son una de las muchas propuestas de resistencia que están surgiendo ante todas estas formas de agresión que como sociedad padecemos dentro del sistema de dominación capitalista en el que vivimos. Son, por tanto, una herramienta para construir contrapoder desde la base, partiendo de la autogestión, la autoorganización y la democracia directa.

«Queridas clases política, empresarial y financiera, gracias por el esfuerzo que han realizado gestionando nuestras vidas, pero habiendo manifestado serias dificultades para cubrir las necesidades básicas de la inmensa mayoría de la ciudadanía, hemos decidido prescindir de sus servicios»

Objetivo: sustituir al Estado desde la desobediencia y la autogestión, para reconstruir la sociedad desde abajo recuperando las relaciones afectivas, de proximidad y basadas en la confianza.

La primera referencia sobre las cooperativas integrales apareció en la página 14 de la publicación PODEMOS que se distribuyó de forma masiva el 17 de marzo del 2009. En estos últimos años se ha producido un intenso desarrollo del modelo y su difusión, a través de la primera iniciativa de este tipo que comenzó a gestarse a partir de mayo del 2010: la Cooperativa Integral Catalana. A partir de este ejemplo práctico de autoorganización, en la actualidad ya son diversas las iniciativas en marcha, principalmente en la península ibérica, pero también fuera de ella.

La clave está en utilizar las cooperativas como herramientas colectivas, reduciendo al máximo su gestión y la inversión de tiempo en el tortuoso proceso burocrático.

¿Qué es una Cooperativa Integral?
Se trata de una forma jurídica aceptada por la Ley de Cooperativas del estado español (capítulo XI, sección I de las Cooperativas Integrales, artículo 105), de manera que permite construir relaciones económicas autogestionadas de una forma totalmente legal, aunque también, en muchos casos, sean proyectos vinculados a la economía informal. Por tanto, se benefician de las ventajas fiscales, jurídicas y laborales del modelo de cooperativismo.

¿Cuáles son sus principios?
Los principios básicos son los acuerdos mínimos que deberán asumir todos aquellos procesos que interaccionen en el marco de la cooperativa integral, como herramienta para generar redes de autosuficiencia, afinidad, apoyo mutuo e igualdad, partiendo de la autogestión y la asamblea. Es así mismo fundamental el respeto a la autonomía y el fortalecimiento de esta mediante la solidaridad, eliminando la burocracia y fomentando la confianza y el libre albedrío.

Formas de participar
Cualquier persona individual o jurídica puede formar parte de la Cooperativa Integral, siguiendo los criterios decididos asambleariamente. Se acepta utilizar el euro para facilitar intercambios de bienes y servicios que se produzcan fuera de la CI pero permitiendo, a la vez, el uso de otras monedas alternativas entre las personas de la intracooperativa. Se potencia una gestión económica que supone una alternativa anticapitalista radical, que supera los proyectos de supervivencia que se venían realizando hasta ahora, que no solucionaban todas las necesidades básicas.

La participación debe ser totalmente abierta (principio fundamental de la asamblea) y libre (al margen de ser asociad@ o no). Se aconseja encarecidamente practicar el consenso en los procesos de toma de decisiones, para asegurar el respeto a la diversidad de opiniones, la cohesión del grupo y el desarrollo óptimo del proceso.

Organización territorial

El modelo de organización por el que se ha apostado sería el de red descentralizada, siendo esta una estructura de autoprotección y supervivencia muy eficaz. Si alguno de los nodos es agredido desde el exterior o se corrompe desde el interior, la red mantendrá su robustez gracias a las interconexiones multirrecíprocas existentes entre los nodos que participan en ella.

Esta red se compone de diferentes espacios o niveles de autoorganización según el territorio que abarcan. Los proyectos autónomos, los de menor escala, son iniciativas que realizan una actividad concreta y que se basan en la confianza mutua de todos sus integrantes. Englobaríamos aquí los proyectos de vida comunitaria (rurales o no), iniciativas productivas y proyectos no productivos (de educación libre o salud autogestionada, por ejemplo), además de las iniciativas individuales autónomas.

Los núcleos de autogestión local o cooperativas integrales locales son espacios de interacción basados en la proximidad, donde iniciativas colectivas y proyectos autónomos interactúan a un nivel alto de confianza. La referencia territorial sería un barrio de una ciudad, un pueblo medio, un conjunto de pequeños pueblos próximos entre sí, etc. Las redes de autogestión biorregional (las llamadas ecoxarxes en Catalunya) son el espacio biorregional o comarcal (un valle, por ejemplo) donde interaccionan los elementos anteriormente mencionados, en igualdad de condiciones. A este nivel se gesta una economía de proximidad basada en relaciones de confianza, fomentando el uso de monedas libres o sociales.

Por último, la cooperativa integral es un marco de referencia y coordinación desde donde se generan medios colaborativos y colectivos que cualquiera de los procesos anteriormente mencionados pueden escoger y utilizar: desde herramientas legales, hasta herramientas telemáticas o informáticas, y especialmente formas y planes de acción para profundizar en la autogestión y autoorganización.

Continuará…

Basado en el artículo de ¡Rebelaos! y en conversaciones con personas involucradas en estos procesos en Andalucía