nº46 | a pie de tajo

Arde, otra vez, la Bahía de Cádiz

Si algo está impreso en el ADN de los habitantes de la Bahía de Cádiz es que sin lucha no hay trabajo. Toda la historia del astillero (de Puerto Real, Cádiz y San Fernando) transcurre en paralelo a la pelea por evitar su cierre en las diferentes crisis económicas que han atravesado. Quien sea de Cádiz y peine canas recordará las historias de frigoríficos cayendo por las ventanas contra los antidisturbios, las pelotas de goma y los cortes en la carretera nacional. Solo así ha perdurado una industria amenazada por fenómenos como el neoliberalismo, la globalización y la deslocalización industrial. Ahora es el turno de Airbus, que toma el relevo de la lucha en la calle por la amenaza de cierre de la factoría de Puerto Real. 500 trabajadores directos pero sobre todo los miles de empleos de alrededor están en peligro. La plantilla de Airbus será indemnizada o trasladada, pero los aproximadamente 1 500 del sector auxiliar (es decir, las subcontratas) se quedan con una mano delante y otra detrás. Y, lo que es peor a largo plazo: un nuevo palo a una provincia cuyo desempleo marca récords mundiales y con una juventud condenada al exilio.

La lucha está en la calle. Desde el Gobierno de Sánchez al de Moreno Bonilla solo llegan mensajes de resignación. Los trabajadores y trabajadoras de las subcontratas, las más afectadas, van a agotar todas las vías reivindicativas posibles. El 10 de abril  una gran manifestación recorrió las calles de Cádiz exigiendo trabajo y futuro. El día 14 fue la plantilla de Airbus la que prendió fuego a la Nacional IV y cortó los accesos a la capital de la provincia por sus dos puentes. Largas retenciones y barricadas hechas con neumáticos ardiendo nos recordaron a otros tiempos donde esta medicina sí logró frenar la desindustrialización. En esta ocasión está más difícil, aunque la provincia no va a quedarse quieta. Las movilizaciones siguen y cuentan con el calor y el apoyo de toda la población que sabe que se están jugando el pan de toda la zona. La  plantilla de la industria auxiliar presiona al comité de empresa de Airbus que no está por la labor de calentar demasiado el asfalto por un presunto acuerdo ya negociado a hurtadillas entre los grandes sindicatos, el Gobierno y la patronal. Un acuerdo de cierre que, verdaderamente, no le sirve a nadie.

Por lo pronto las movilizaciones obligan a que los políticos se muevan. El presidente de la Junta ha virado desde asumir el cierre a unirse a la plantilla para exigir al gobierno central que haga algo. La posición de Moreno Bonilla es puramente partidista, sobra decirlo, pero obligarle a recular es un primer paso  para que ahora el Gobierno de Sánchez y Yolanda Díaz tengan que posicionarse en defensa del empleo. Mientras, las convocatorias para pelear continúan. El día 15 de abril, después de la gran movilización que paró Cádiz al completo, el preparadísimo rey de España se fue a Getafe a inaugurar una ampliación de la planta de Airbus allí. Los trabajadores de la factoría madrileña se manifestaron en la puerta en favor de la gente del sur en un verdadero ejercicio de solidaridad de clase. Si la factoría de Puerto Real cierra, Andalucía de nuevo saldrá perdiendo en pos del centralismo español y del resto de industrias en Europa que acogerán sus encargos laborales, pero eso no impide que la plantilla madrileña se solidarice y luche junta por sus compis del sur. El estado de alarma impidió que los currelas de Cádiz llegaran en autobús a Getafe. La covid19 sirve de excusa perfecta para impedir que ejerzan su derecho legítimo y fundamental a manifestarse y un ejército de antidisturbios armados con ametralladoras hasta los dientes les frenaron y detuvieron en carretera. Le toca mover ficha al «gobierno más progresista de la historia de la democracia» al que le crecen los enanos entre tanto ERE, tanto paro y tanta desesperación. En El Topo lo seguiremos contando, mientras nos dejen, a pie de tajo.

Nos apoya