nº67 | desmontando mitos

Todo es político, también el TDAH

Siempre nos hablan del TEA, TDAH, dislexia, TLP y otros tipos de neurodivergencias desde lo clínico. Te explican qué son, su origen y cómo hacer para incluirlos en la sociedad. Este artículo quiere visibilizar la parte política, en este caso del TDAH, y cómo molesta solo cuando no contribuye al sistema capitalista.

«Lo personal es político», rezan constantemente los feminismos. Lo personal es colectivo, y por eso es político también. Las neurodivergencias, lo disca, lo que pertenece a un sector de población específico, con su idiosincrasia específica que el capitalismo y el sistema establecido en general no soporta, es lo político. En este caso os hablo del tdah, pero en parte lo que escribo se puede extrapolar a otras neurodivergencias, o a lo disca, e incluso existen paralelismos con lo queer o lo antirracista, como demuestra Paloma Sánchez Michavila en Discatopía.

Para situaros, os habla una tdah, diagnosticada con veintitrés años, y disléxica diagnosticada desde el jardín de infancia. Las neurodivergencias se extrapolan siempre al ámbito de lo clínico, nos enseñan que somos crips, raras, diferentes, y el sistema nos lo recuerda todo el rato. El diagnóstico clínico salva, pero también en muchas ocasiones no nos deja ver más allá y llevarlo a donde lo estoy llevando desde hace unos años y hacia donde te quiero llevar a ti, entendiendo que somos una resistencia hacia la búsqueda de la justicia social. Vamos a pensar en estos términos desde la discapacidad invisible, con un aparente passing, que eso conlleva un arma de doble filo donde lo que no se ve no existe o puede ser diagnosticado por un vídeo de Tiktok.

Cuando hablamos en términos de Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad, el nombre está mal puesto. No tenemos déficit, no nos falta atención, sino que nuestra atención está puesta en muchos sitios a la vez y no sabemos cómo discernir donde ponerla o tenemos que ponerle mucho esfuerzo. Vemos, que, como dice Itxi Guerra, la definición viene del opresor.

Aunque mi diagnóstico fue con veintitrés años, me lleva arrastrando toda la vida, sabiendo que no soy como los demás, y al sistema no le gusta la gente diferente, pero siempre veréis que es para lo que le conviene.

Cuando más se nota es en la escolarización. Ya nos lo dijo Foucault, la escuela puede ser un ente disciplinador, una cárcel, la primera manera de decirte que o te amoldas al sistema o no vales para él, y te expulsa haciéndote creer que no vales, pero en realidad es porque no LE vales. Muchas de las personas tdah se quedan por el camino por eso. No llegan a tener estudios superiores porque les hacen creer que no pueden estudiar. Actualmente existen y están legisladas las adaptaciones pedagógicas, pero tienes que confiar en la profesionalidad del equipo docente y también en los medios materiales que tienen. Esto, como sabemos, en una escuela pública precarizada, con clases masificadas y un profesorado sobrexplotado, que no tiene tiempo ni para corregir la materia. ¿Cómo esperamos que se adapten a nosotres? Además, los métodos adaptativos del tdah, la dislexia o incluso el tea son métodos pedagógicos inclusivos para las personas con o sin neurodivergencias, pero el sistema no quiere cambiar. Vives toda la etapa académica pensando que eres tonte, asumiendo etiquetas como despistade, pero como me dice un amigo, «¿cómo no vas a estar despistada con todas las cosas que llevas a la vez?», y es que es eso, chiques, la cabeza nos va a otro ritmo. El ritmo es rapidísimo y lo que le pedimos al sistema es que vaya más lento, que se calme, que nos ayude a calmar y ordenar nuestra cabeza, pero el sistema nunca se adapta. Además, al sistema no le molesta que hagamos las cosas rápidas, que nos convirtamos en obreres con mucho nervio, que hagamos trabajos productivos rápido, ahí no tiene problema con nuestro tdah.

Volviendo al tiempo, es un problema siempre para las personas con tdah, llegamos tarde a los sitios y el sistema se empeña en hacer creer que llegar tarde es una falta de respeto, que la puntualidad es impoluta y gloriosa. Nos lo recriminan en el trabajo, nuestras familias, nuestres amigues. Reproducen fijaciones capitalistas y productivas.

Dentro del propio diagnóstico se mete también el sistema patriarcal. Existe brecha de género en el diagnóstico, con un gran infradiagnóstico en el caso de las mujeres. Los estudios siempre se han hecho basándose en hombres y se están empezando a investigar en mujeres muy recientemente. Además, la manera de exteriorizar el tdah en el caso de ellas es diferente, pues, por ejemplo, los niños tdah pegan más por una cuestión de controlar ciertos impulsos que en el caso de las niñas se exterioriza en llorar de repente. Sea a resultas de una cuestión cultural o biológica, el hecho es que, para el sistema, que arranques a llorar no es peligroso, pero pegar sí, y por ello no nos paran, no se les enciende la bombilla a la profe o a la madre, y no se deriva para un posible diagnóstico.

Tenemos una manera de expresarnos diferente. Por Whatsapp puedo tener dos conversaciones a la vez contigo, en persona puedo saltar de un tema a otro, o escribiendo parezco incomprensible por esa falta de línea recta por la que os han marcado que tiene que ir el pensamiento. El nuestro no es así, si nos dejáis acabar, si nos dejáis llegar al final o nos preguntáis cómo hemos llegado hasta ahí, os haremos la explicación que pedís y lo entenderéis, porque sí, os tenéis que empezar a adaptar a nosotres.

Igual que Silvia Agüero dice que hay que gitanizar el mundo, creo que hay que discatizar el mundo (siendo lo disca/crip en este caso el tdah). Llevamos toda la eternidad adaptándonos a vosotres, porque no nos dejasteis construir el mundo, nos dijisteis que no sabíamos, que éramos vagues, tontes, desorganizades, que no podíamos. No nos tenéis que tolerar ni hacernos adaptaciones, tenéis que aprender a reconocernos por lo que somos.

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