Vamos a hablar sobre la ley prohibicionista que se quiere sacar en España. Antes de eso, os vamos a poner en contexto.
Trabajo sexual ≠ Trata
El protocolo de Palermo (el vigente en el ámbito internacional) define trata como ‘el reclutamiento, el transporte, la transferencia, acogida o el recibo de personas, por cualquier medio, para el trabajo o servicios forzado, la esclavitud o prácticas similares a la esclavitud, la servidumbre o la remoción de órganos’. Otro organismo internacional muy famoso, la OMS, define el trabajo sexual como ‘actividad en la que una persona intercambia servicios sexuales a cambio de dinero o cualquier otro bien’. ¿Puede ser el trabajo sexual trata? Por supuesto, como puede ser cualquier tipo de trabajo. Como las jornaleras de la fresa o las trabajadoras internas, ambas en muchos casos privadas de su libertad y en condiciones de esclavitud.
Presentación de los personajes de esta historia
Trabajadoras sexuales (TS)
Para empezar, hay que llamarlas llamarlas trabajadoras sexuales y llamarlo trabajo por la necesidad de ser reconocidas como trabajadora. Porque vivimos en un sistema capitalista donde los derechos básicos se asientan en que una sea reconocida como trabajadora: alquilar un piso, baja por enfermedad, por maternidad, paro, jubilación, etc. También destacar los perfiles más usuales de TS: mujeres, migrantes, con cargas familiares, trans o empobrecidas. Quienes no pueden acceder a un mercado laboral con derechos que permitan la conciliación, que tengan un salario digno o, simplemente, al propio mercado laboral regulado por ser migrante en situación administrativa irregular. Estas, con agencia propia, capacidad de decisión, son sujetas políticas independientes que además están organizadas.
Clientes
Parece que es a quienes va dirigida la ley y a quien persigue esa idea de prohibición de la prostitución. Los hechos son que en países como Francia, donde se han aplicado este tipo de leyes, las trabajadoras sexuales reciben presiones de los clientes siendo expuestas aun a más peligro e indefensión, o que para llegar a cazar a esos clientes, a ellas se les persigue, se les vigila, se les extorsiona, etc.
La industria del rescate
Son aquellas organizaciones que reciben ingentes cantidades de dinero de las instituciones gubernamentales en concepto de subvenciones para, supuestamente, asistir a las mujeres que sufren violencias. Las ONG a las que nosotras señalamos como industria del rescate son aquellas que apoyan políticas abolicionistas y que no nos reconocen como sujetos de derechos, a diferencia de otras organizaciones proderechos que nos asisten y distinguen trata de prostitución.
Feministas abolicionistas (punitivistas)
Para las trabajadoras sexuales son alguien a quien salvar. Son víctimas y, además, son violadas cada día por su trabajo porque, claro, el que estés dando tu consentimiento, aunque sea por dinero, es lo mismo a que le hayas dicho a un tío que no treinta veces. El consentimiento de las putas no cuenta y hay que salvarlas. No escuchan a las TS y se molestan cuando las llaman racistas porque se les explica todo el componente de privilegios que tienen sus argumentos, aparte de ser horrorosamente paternalistas.
El Estado (patriarcal)
Las TS viven la violencia del Estado cuando son perseguidas e incluso recluidas en CIEs. Además, este quiere tener controlado ese perfil de mujer pobre, conservando esa violencia estructural a través de las alternativas que se le dan en los proyectos de trata y prostitución de diferentes ONGs cuya alternativa son trabajos mal pagados, con horarios inviables para la conciliación y con apenas derechos laborales. Son trabajos de cuidados y limpieza que, claro, cambian explotación por explotación. Recordemos que en realidad su trabajo es legislar y, por tanto, al entrar las feministas abolicionistas en el Gobierno ha empezado esta gran fiesta que es la ley abolicionista.
Algo de la ley
Desde el franquismo se perseguía a las TS dentro de la ley de vagos y maleantes. La situación actual pasa por las ordenanzas municipales, las cuales quieren las calles limpias de TS, y por la misma ley mordaza, que las criminaliza mediante la desobediencia a la autoridad y el exhibicionismo.
La problemática vuelve a surgir en la pandemia, donde se criminaliza y persigue más intensamente a las TS como foco de infección (porque así es como las tratan muchas leyes, no como a personas) mientras dejaban olvidadas y confinadas en clubs, sin comida, sin agua caliente, a otras tantas TS. Pero no todo el trabajo sexual se da en los clubes, quedan los pisos. La mayor parte de las TS que funcionan sin proxeneta y que se apoyan entre sí, lo hacen en pisos. Van a por esas TS con un proyecto de ley (que incluye a los pisos) llamado «tercería locativa», una figura del código penal franquista. Aquí entra el primer intento de ampliación del Art. 187 del Código Penal, donde todo aquel que alquile un espacio público o privado para una persona que vaya a ejercer la prostitución será considerado proxeneta y, por lo tanto, se expone a una pena de prisión de dos a cuatro años y a su multa correspondiente. Así, deja a las TS sin posibilidad de ejercer en un lugar de trabajo seguro y autogestionado.
Aparte de este punto, también se persigue de manera indirecta a las trabajadoras sexuales prohibiendo los anuncios en web que hacían de intermediarias entre las TS y los clientes. Esto hace que se encarezca para ellas o incluso imposibilita el que haya anuncios, donde llegaron a estafar a algunas trabajadoras sexuales.
¿Qué está pasando ahora?
Marzo de 2024. El PSOE vuelve a proponer la ley que consiste en lo mismo que la anterior: ampliar el 187, donde se elimina el requisito de explotación por lucro. Anteriormente, para que se considerase proxenetismo, debía haber explotación; ahora con el mero lucro es suficiente, sin importar el consentimiento de le TS. Debido a su ambigüedad, esto puede incriminar por ejemplo al taxista que lleva a la TS a hacer un servicio, al publicista, al programador que les crea una página web, etc. No penaliza directamente a las TS, pero realmente las condena a un sistema más clandestino, endureciendo las condiciones que se les imponen. Así se elimina todo tipo de TS y se las condena seguir en la clandestinidad. Los tratos vejatorios que conllevan las redadas para buscar a esos culpables que «no son ellas» y también las brigadas de extranjería las cuales, en palabras de las propias TS, las «tratan como ganado en esas situaciones y no como las víctimas que se suponen que son». Así se condena más a la TS a la clandestinidad.
La alternativa que se les da es a través de ONGs que se lucran y ofrecen alternativas laborales que ya habían rechazado por ser típicos trabajos que continúan el círculo de la pobreza femenina. Ni para eso se las trata con dignidad y buscando un bien real para ellas.
Esta ley no va acorde con los últimos estudios de organismos internacionales como la OMS, la OIT, Amnistía Internacional, Human Right Watch, Alianza Global Contra la Trata, la ONU o el propio Alto Comisionado de los Derechos Humanos, los cuales recomiendan la despenalización de la prostitución y no su persecución para mejorar las condiciones de las TS.
¿Y las trabajadoras sexuales, qué dicen?
Ya conocemos las alternativas gubernamentales, las de las ONGs y de las de las organizaciones internacionales, pero, el sujeto político, las protagonistas de esta historia: ¿que dicen?
Pues, lo primero, señalan la necesidad de propuestas realistas para abandonar la prostitución. Aprobar la ILP de RegularizaciónYa!, pues este movimiento antirracista ya hace más por sacar a las mujeres de la prostitución que el feminismo abolicionista.
En segundo lugar, exigen despenalizar la prostitución, eliminando y derogando todas las leyes que las criminalizan y persiguen directa o indirectamente. Es decir, las ordenanzas municipales y la ley mordaza.
En tercer lugar, cabría sentarse con ellas. Al ser un Estado democrático, hay que sentarse con las TS que van a ser afectadas por la ley la ley. El camino es la despenalización y el reconocimiento. Hablando con los diferentes sectores: clubes, calle, espacios privados, webcamer, casas de citas, actrices porno, etc., pues el TS es algo más complicado y amplio que eso.
Por último, y más importante, está lo que puedes hacer tú que estás leyendo estas líneas. Las TS quieren tu apoyo, que se creen espacios seguros, que se les escuche, que se les apoye y que te impliques en sus acciones. No podemos quedarnos mirando de manera pasiva mientras les afecta una injusticia detrás de otra.