nº27 | editorial

Si paramos se para el mundo


En el editorial del pasado número 8, ¡ojú, hace ya tres años de eso!, la topa Tabernaria nos hablaba de «esa cosa escandalosa», término que utiliza Amaia Pérez Orozco parafraseando a Donna Haraway, para describir al sistema que regula nuestra existencia —capitalista, heteropatriarcal y fagocitador de vida. Ese bicho que nos inocula virus normalizadores de hechos tan repudiables como que, por ejemplo, el gasto militar del pasado 2017 fuera de 22 758 millones de euros, de los cuales más de 15 100 millones son ocultos, mientras que en Sanidad y Educación se perdieron, respectivamente, 4093 y 2525 millones de euros. Y para apuntalar esa normalización, pues nada mejor que un buen acuerdo de colaboración entre los ministerios de Defensa y Educación para adoctrinar a las estudiantes de Educación Primaria y Secundaria en los símbolos nacionales y en la defensa de España. Sí, amigas, todo parece indicar que «esa cosa escandalosa» sigue estando muy viva y esta consiguiendo proezas notables a nivel planetario. ¿Sabéis que el Ártico devendrá, con un alto grado de certeza, completamente navegable en el verano de 2020? ¿Qué os parece? Y aún hay gente que se pregunta si esto tendrá algo que ver con la «Bestia del Este» que nos ha azotado climáticamente las últimas semanas. Pero miremos el lado bueno del calentamiento global, y es que también se llevará por delante a ricos y fascistas. ¿Dije fascistas?, otra perla que nos llega estos días es el cierre, con toda normalidad democrática, de la campaña electoral de los neofascistas de CasaPound frente al Panteón de Roma. Este movimiento de ultraderecha debe su nombre al poeta norteamericano Ezra Pound, simpatizante fascista. El fascismo vuelve a campar a sus anchas en Europa atizado por los discursos xenófobos, racistas y nacionalistas de la praxis partidista, cuyo caldo de cultivo es la crisis que vive el continente, con millones de personas desempleadas, precariedad laboral y caída del nivel de vida de la población, gracias otra vez a los méritos de la «cosa escandalosa». Antifascismo, ecologismo y antimilitarismo, son luchas necesarias e históricas que de forma sectorial vienen trabajando por la justicia ecosocial desde sus diferentes ámbitos. Es un hecho que en la actualidad estas luchas son bastante minoritarias, están a menudo muy fragmentadas y son demasiado débiles en comparación a lo colosal de las problemáticas que intentan abordar. ¿Tiene sentido seguir trabajando de manera sectorial? ¿Son las luchas tantas y variadas que desbordan la capacidad de acción de los movimientos sociales? ¿Existen movimientos que estén consiguiendo una base social amplia abordando las problemáticas de manera multidimensional y compleja? El pasado 8M tuvo lugar una huelga general de cuidados, consumo, laboral y estudiantil: La huelga feminista. Esta segunda huelga de mujeres, la primera fue en 2017, alza un grito global, transfronterizo y transcultural. Es este un movimiento internacional diverso que planta cara al orden patriarcal, racista, capitalista y depredador con el medio ambiente, y que propone otras vidas y otro mundo radicalmente distinto. Además de las luchas contra las violencias machistas y por el derecho a decidir sobre su cuerpo y su vida, están en la brecha por la justicia social, la vivienda, la salud, la educación, la soberanía alimentaria y el laicismo; contra el extractivismo y los tratados de libre comercio, la explotación y muchas otras luchas colectivas. Porque también son antimilitaristas y están contra las guerras y las fronteras; contra los Estados autoritarios y represores que imponen leyes mordaza y criminalizan la protesta y la resistencia feminista. Sí, amigas, la revolución social kurda de Rojava también es feminista. ¿Conocéis algún otro movimiento con ejes de lucha y propuestas tan transversales y sistémicas? El movimiento global feminista, a pesar de todos sus debates y disonancias internas, es el único que parece estar golpeando donde le duele al orden establecido. Ellas han situado a «esa cosa escandalosa» en el epicentro del seísmo civilizatorio que nos azota. Golpeemos con ellas.

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