nº52 | se dice, se comenta

Ni se dice, ni se comenta

Llevo un par de semanas dándole vueltas al tema de esta columnita. Se supone que debería tratar de algún asunto de candente actualidad que, resumido en una opinión de cola del médico, traiga a mi cabeza un par de reflexiones, con más o menos enjundia, para poderlas desarrollar en estos párrafos. Pero llega el día de la entrega y yo sigo con el documento en blanco. Y os juro que me he esforzado.

No debería ser tan difícil en un barrio tan animado como el mío. Debe de ser cuestión de bajar a la frutería o agarrar el metro y poner oído, me he dicho un par de veces. Pero, mi gozo en un pozo (maravillosa expresión que usamos mucho menos de lo que deberíamos): me he recorrido la línea roja arriba y abajo y solo escucho la voz metálica del altavoz avisando de la propera parada. Sé que lo que voy a decir está ya muy machacado, que no soy nada original, pero qué aburrimiento cuando a tu alrededor todo el mundo va mirando la pantalla del teléfono.

Siempre escucho decir a las escritoras de moda que para escribir hay que escuchar; que lo mejor es montarte en el autobús o sentarte con un café y poner oído a las conversaciones ajenas. Robar ideas, expresiones para tus diálogos, o rasgos que hagan más creíble a tu personaje. Pero qué queréis que os diga, yo salgo a la calle y solo escucho los coches, el grito de algún niñx (menos mal) y los aviones que pasan bajo. ¿Así cómo va a escribir una un artículo apañao? ¿Cómo se va a montar un buen cuento decimonónico? Si ya no hay a quién expropiarle las palabras. Qué desgracia.

Hablemos más, pero no para pedir fuego o preguntar por una farmacia. Digamos cosas nuevas, que no se hayan dicho todavía. Estrenemos conversaciones que nos hagan chiribitas en el oído y el cerebro. No nos quedemos en las cuatro palabras básicas de supervivencia: hola, adiós, vale, gracias. Os lo pido de corazón como proyecto frustrado de contadora de historias. Necesito oíros para tener material. Que dicen las escritoras que sin diálogo no hay literatura.

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