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Los cuentos del África misteriosa

Yo soy aquel negrito del África tropical (letrilla de un anuncio de alguna multinacional)

Mi padre ha supuesto en mi existir una presencia muy controvertida. Mucho de lo que soy tiene que ver con nuestro entrecruce de existencias. La misma persona que me hizo aborrecer un sistema patriarcal que maltrata e impone, también despertó en mí el interés por la lectura, la política, otros mundos y otras gentes. Fruto posterior de esta interacción multipolar, también fue la necesidad adherida de cuestionar la información recibida por mucho que la persona transmisora de esa información simbolice y corporice una figura de poder.

Mi padre, fue mi padre y fue paraca en el Aaiún —capital de la república árabe Saharaui Democrática hoy ocupada por Marruecos—. Quizás por esa razón cuando en las noches de verano nos hacinábamos todos en mi cuarto, único en el que corría un poco de fresco, nos contaba los cuentos del África misteriosa. Siempre había selvas, o desiertos, una princesa que sospechosamente se llamaba Ana María y un padre fuerte y valiente que la salvaba de todos los peligros. Nada nuevo bajo el sol. El caso es que esos son los primeros recuerdos que tengo del continente que se extiende al sur del Sur, y del que hoy por hoy sigo teniendo casi el mismo des-conocimiento.

Lo siguiente que recuerdo son las imágenes de niñxs con los vientres hinchados que mostraban los telediarios estatales de los 80. Y desde entonces hambre, guerra, «subdesarrollo», muerte y destrucción, o por el contrario exotismo y ornamentación. Estas han sido las etiquetas que han acompañado a la información que desde los medios de comunicación me han llegado sobre África. Haciendo memoria también recuerdo un listado de países y capitales, único aprendizaje que me ofertaron en el colegio sobre el continente africano.

Este año participé en una mesa redonda dentro de unas jornadas tituladas «Repensando África» que organizaba Alianza por la Solidaridad. Mi misión era compartir mi experiencia y visión entorno a los movimientos sociales en Andalucía. Puedo asegurar que me sentí más Topa que nunca, pero Topa por infiltrada, o más bien gazapa, en definitiva que me sentía una intrusa. Al menos me dio para asomar un poco el hociquillo y descubrir, escuchando y conversando con mis compas, que por un lado no tengo-tenemos ni idea de lo que realmente sucede, y que por otro están pasando muchas cosas y muy interesantes que no trascienden a este lado del estrecho y de las que tenemos mucho que aprender.

La incorporación de otras voces, miradas y sentires inevitablemente cuestionan y rompen con las visiones hegemónicas que han configurado (y siguen configurando) mi-nuestro imaginario sobre África.

Escuchar estas otras voces revela que África desafía (no sé si de manera consciente o inherente) y que quizás esta es una de las razones por las que se hace el esfuerzo por parte del establishment (patriarcal y capitalista) de volverla invisible, maltrecha o meramente ornamental. Surgen otras dimensiones de la imagen plana recibida, que muestran una África subversiva que recupera el poder sobre los cuerpos (o quizás no lo perdieron del todo), que subordina la economía a las relaciones humanas, que se organiza para recuperar las tierras arrebatadas por parte de las transnacionales bajo el beneplácito de gobiernos cómplices…

Sé que mi análisis vuelve a ser plano, vuelve a hablar de África como una sola, sin atender a que es un continente que triplica el tamaño de Europa con 54 países y 1000 millones de personas en su haber. Y que tampoco se trata ahora de recrear el mito del buen africano, porque el capitalismo lo ha copado todo y atraviesa mentes, cuerpos y deseos en cualquier área del planeta al que hayan llegado pantallitas de luz y color. Pero lo innegable es que de pronto se revela como un lugar hacia el que mirar y no desde la compasión, sino desde la admiración que en su momento generaba América Latina (y que sigue generando), así que esperemos que la cosa se siga poniendo bastante negra[1]


[1]     Sabemos también que en África la tonalidad de las pieles es multicolor…

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Galería Taberna ANIMA, propiedad del austriaco Peter Mair, que en 1985 recaló por el Barrio de San Lorenzo y abrió este negocio.