nº57 | política estatal

FRAGUAS, O CUANDO REPOBLAR ES DELITO

Seis personas son condenadas a dos años y tres meses de prisión, y a pagar una multa que asciende a ciento diez mil euros por reconstruir una aldea abandonada en los años sesenta, expropiada ilegalmente por el régimen franquista.

«Sabemos que no vamos a heredar nada más que ruinas, porque la burguesía tratará de arruinar el mundo en la última fase de su historia. Pero —le repito— a nosotros no nos dan miedo las ruinas, porque llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones.»

Buenaventura Durruti

En el año 2013, fruto de los movimientos sociales que surgieron en el Estado español durante el 15M y de unas inquietudes políticas muy concretas: ecología, sostenibilidad, horizontalidad y vida en comunidad, nació en la antigua aldea de Fraguas, deshabitada desde el 1968, el proyecto Fraguas Revive.

¿Por qué Fraguas?

La aldea reunía las características ideales para la vida: frutales, campos de cultivo, agua y un microclima que favorece los cultivos en una región de secano como es Guadalajara. Además del hecho de recuperar un pueblo en un marco de despoblación rural como es el de la provincia de Guadalajara, con una población media de unos cuatro habitantes por kilómetro cuadrado.

Durante el franquismo, gran cantidad de pueblos se expropiaron fraudulentamente; esto quiere decir, sin expedientes de extrema necesidad que lo avalasen. Mediante coacciones, muchas personas se vieron obligadas a migrar a grandes núcleos de población. Esto no fue casualidad, ya que durante los años sesenta del siglo pasado se produjo un fuerte desarrollo industrial que hizo crecer los núcleos urbanos por la necesidad de mano de obra gracias a la emigración de las personas del campo.

El pueblo y el proyecto

Con Fraguas Revive se intenta desandar ese camino, porque somos conscientes de la pérdida irreparable que el éxodo, pero sobre todo el abandono, han provocado en nuestros medios rurales. Política y socialmente, los medios rurales de los que procedemos eran altamente autosuficientes, aunque también muy limitados por el territorio. Por eso, la vida en Fraguas era posible mediante la agricultura y la ganadería de subsistencia. Y quisimos mantener este sistema, hacerlo nuestro también, recuperando las técnicas, las semillas y las formas de vivir del medio, pero con nuestra conciencia añadida de vivir de la tierra sin agotarla.

Con esto, no se pretende hacer un discurso romántico de la España rural de antaño, sino, más bien, otorgarle el valor que se merece en nuestra opinión.

Expropiación

El pueblo de Fraguas no es el único que sufrió la expropiación; sin embargo, en este caso no había necesidad de expoliar el pueblo para construir un pantano, ni porque no existiesen recursos para ganarse la vida sino, precisamente, para crear el monocultivo de pino que hoy conforma el Parque Natural de la Sierra Norte de Guadalajara. Se vaciaron alrededor de diez pueblos, de los cuales se tiene constancia y alcanzan las memorias de las gentes que allí vivieron. Todo ello, bajo el pretexto de catalogar esos terrenos como espacio rústico y hoy protegido. Se podría pensar que esto está muy bien si solo se conoce esta información, pero sabiendo que mientras se echaba a la gente de sus casas y se le quitaban sus terrenos, sus pastos y, por lo tanto, su medio de subsistencia, se ponía en marcha en esta sierra un proyecto de trasvase de las aguas de la cuenca del alto Sorbe al río Jarama, al amparo del proyecto presentado por el Canal de Isabel II: «Proyecto general de conducciones de las aguas del río Jarama para el abastecimiento de Madrid». Todo esto nada más que para abastecer a una ciudad que no paraba de crecer industrialmente y necesitaba mano de obra que, como dijimos anteriormente, provenía del entorno rural.

La condena

Por repoblar se condena. Y hoy en día, esto es una realidad para las seis personas condenadas en el caso Fraguas y que, como dijo la Junta de Castilla La Mancha, «servirá de castigo ejemplificador para futuros proyectos y así evitar el «efecto llamada»». La condena es completamente enrevesada, ya que cuando la Junta pide que se juzgue a los compañeros y compañeras mediante el delito de usurpación (este se refiere legalmente a un bien inmueble, pero los terrenos que ocupaba el pueblo se catalogan en la actualidad como monte de utilidad pública) y el delito contra la ordenación del territorio, que contempla en su naturaleza que se debe imputar cuando haya urbanización en el terreno y no sea posible la autorización de las construcciones o se haya edificado. Por tanto, nada de esto se cumple en la recuperación de Fraguas, ni el primer ni el último precepto; en cuanto al segundo, la Administración lo ha ignorado completamente.

Pese a todo, la jueza que llevaba el caso hizo firme esta sentencia en 2018 y la demolición del pueblo de Fraguas por segunda vez. Como consecuencia, las personas condenadas deben pagar una cantidad que asciende a los ciento diez mil euros que conlleva, también, una pena de cárcel de dos años y tres meses en caso de no satisfacer la cuantía económica.

Actualidad

Actualmente, la plataforma Fraguas Libertad moviliza campañas de financiación y apoyo a las personas encausadas para intentar conseguir la cantidad a la que asciende la multa y evitar el ingreso en prisión de estas personas. Además, está en marcha una financiación colectiva que será pública próximamente en redes sociales.

Por nuestros medios rurales, contra la represión y por la autogestión: apoyo mutuo.

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«Quiero recordaros que tratéis con el cariño y el respeto que se merecen esas piedras que hoy están muertas y caídas entre las zarzas y la maleza que en otros tiempos tuvieron vida y formaron parte de la historia de estas gentes que tanto lucharon por la vida y tantas calamidades pasaron.»

Recuerdos de Fraguas de Isidro Moreno, antiguo habitante de Fraguas.

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