nº57 | está pasando

Extractivismo por El clima en Barroso

MINERÍA EN PORTUGAL

Las verdes laderas se mezclan con el azul de los cielos; las montañas están cubiertas de pinos, piñas y madroños. Se puede oír el vuelo manso de las aves rapaces, oler el aroma de los árboles frutales. En verano, el sol seco quema la piel; en los meses fríos, la luz del sol irradia los pastos. Por la noche, las constelaciones pintan el cielo con miles de estrellas. Es imposible permanecer indiferente ante el paisaje místico y ancestral que cubre Barroso, la única región portuguesa clasificada como Patrimonio Agrícola Mundial por las Naciones Unidas. Este paisaje transmontano está actualmente amenazado por varios proyectos de extracción de litio, que, según la narrativa oficial, es un imperativo y una necesidad absoluta para llevar a cabo la llamada «transición energética verde».

El litio convertido en oro

En diciembre de 2019, la Comisión Europea anunció su nueva estrategia de crecimiento: el Pacto Ecológico Europeo (PEE). Al año siguiente, los jefes de Estado europeos se comprometieron a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en al menos un 55% para 2030, con el objetivo de alcanzar la neutralidad de carbono en 2050. Desde entonces, la UE ha tratado de centrarse en fuentes de energía «bajas en carbono».

En este camino hacia la neutralidad del carbono, el litio aparece como un metal importante, ya que es necesario para las baterías de los coches eléctricos o para almacenar energía intermitente procedente de paneles solares y parques eólicos. En septiembre de 2020, la UE incluyó este mineral en su lista de materias primas críticas y el vicepresidente de la Comisión Europea Maroš Šefčovič anunció que «se necesitaría dieciocho veces más litio para 2030 y sesenta veces más para 2050» con fines de almacenamiento de energía y, sobre todo, para alimentar los coches eléctricos, que según Eurelectric serán cuarenta millones en las carreteras europeas en los próximos nueve años.

El litio, concebido como un elemento estratégico para preservar la soberanía energética europea (y, en consecuencia, como una prioridad de seguridad), es imaginado por el Gobierno portugués como una oportunidad para situar al país en una posición de liderazgo dentro de la UE. Entre 2016 y 2019, el Gobierno autorizó solicitudes de prospección e investigación minera en el 19,3% de su territorio. Hoy, en 2023, el inicio de la extracción de litio avanza a buen ritmo, aunque todavía se enfrenta a muchas resistencias e impugnaciones a nivel local, nacional e internacional. Y es en Covas do Barroso donde comienza este viaje.

Una «zona de sacrificio verde»

En las colinas que sirven de pasto a ovejas, cabras y vacas, la multinacional británica Savannah Resources quiere abrir la que sería la primera y mayor mina de litio a cielo abierto de Europa. El proyecto de Savannah pretende ser un proyecto de «minería verde» y prevé la construcción de varias minas a cielo abierto (una de ellas de 600 metros de largo, 500 de ancho y 150 de profundidad) que se extenderían por una superficie de 542 hectáreas. El estudio de impacto ambiental (EIA) prevé la ampliación a 594 hectáreas. Los pueblos de Covas do Barroso, Romainho y Muro se verían directamente afectados. De materializarse, la mina despojaría a estas aldeas de su identidad pastoral, silvícola y agrícola actual e histórica. En 2018, esta región fue distinguida por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). La FAO reconoció la importancia de las prácticas ancestrales de cultivo de la tierra y tratamiento del ganado: es esta forma de trabajar la que hace que esta sea una de las regiones con mayor biodiversidad del país y la que le ha garantizado una mayor resiliencia frente al cambio climático.

Luchas por el futuro de la vida

El futuro de las minas a cielo abierto y de los coches eléctricos individuales se rige por la fuerza bruta, mecánica, acelerada y tecnocientífica del capitalismo extractivo depredador. Es este mismo modelo de hacer y pensar el mundo el que nos ha traído hasta aquí. Por eso, ante los crecientes niveles de destrucción socioecológica y la profunda crisis existencial que atravesamos, es urgente adoptar otros ritmos-tiempos-paisajes. Ritmos que nos impliquen con la tierra, cuidándola y aprendiendo de ella. Ritmos lentos, participativos. Ritmos de vida.

Estos ritmos de vida se basan en visiones alternativas del futuro: un futuro común, solidario, armonioso, solidario, participativo, acogedor e igualitario. De norte a sur, en todos los territorios amenazados por los ritmos de muerte, la gente se ha unido para luchar por ritmos de vida. Covas do Barroso, el pueblo, con las mujeres en primera línea, resiste desde hace siglos a la marcha depredadora de la agricultura intensiva, sobrevive desde hace décadas a la desinversión estatal y lucha desde hace años contra el avance del capitalismo extractivo.

Esta lucha, la población local lo sabe, es internacional. Por mucho que los poderes gobernantes y mediáticos intenten deslegitimar y estigmatizar los movimientos, las poblaciones locales tejen redes de apoyo y solidaridad internacionales y reconocen la importancia de la crítica y la acción sistémicas. El Campamento en Defensa de Barroso, que se celebró en 2021 y tuvo una segunda edición en 2022, reflejó bien esto, permitiendo que personas de diferentes geografías se reunieran para compartir sus experiencias en la lucha contra la minería.

En todo el mundo se están sembrando soluciones: tenemos que cultivarlas. Cultivar redes de solidaridad internacional es lo que nos permitirá construir otros futuros, abandonando este sistema enfermo y caduco, que todo lo explota, diezma y consume, y abrazando uno nuevo, al servicio y en simbiosis con las personas y la naturaleza. La gente de Barroso sabe que, si ha de haber un futuro, será verde: el verde de la naturaleza, de los que viven en ella y de los que la cuidan. Ese verde que viene en todas las formas y tamaños: es fruta, son flores, es montaña, es ganado, ¡pero no es minería!

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