nº14 | ¿hay gente que piensa?

Elogio a la tangente silente

No me refiero a ese sutil don que condenamos al detectar, con el que se evita la mentira o el castigo al sentirnos acosados y nos salimos por la tangente. Esa sería una tangente ruidosa. Se me ocurre que agarro el camino mostrado por esa recta que corta la curva de mi vida en un punto y que me ofrece… pues eso, un misterio, quizá una posibilidad de… aunque parezca que está todo bien y digan que más vale bueno conocido que malo por conocer yo insistiría en que más vale bueno por conocer que malo conocido. En fin, que me voy por la tangente y aprovecho el Etimológico abreviado de Corominas y la encuentro a los pies del tango y me sorprendo hasta que veo que es en lo tocante al toqueteo, lo tangible; lo que me devuelve a su acepción geométrica y doy con el punto en que me toca y, en silencio, acepto la propuesta. Esa línea quizá me muestre otras curvas a cortar o a tocar también tangencialmente (un punto, el mínimo roce, lo erótico, espacio cero, tiempo sin memoria ni expectativa) otra curva de otra vida que mis condiciones de salida no me hubieran mostrado nunca. Ni que sea por la curiosidad o el amor a saber, que conocer siempre tiende a lo bueno por malo que sea lo conocido. Así, la tangente silente, la de la ironía, la sonrisa o la mirada traviesa. ¿Cómo la diferenciamos? Bueno, tampoco hay que ser ningún lumbreras Martínez, que una rosa es una rosa y cogedlas mientras podáis ¡y debáis! La moral está ahí aunque, a veces, salirse por la tangente y sacar la lengua para ver de lejos que… Pues eso, un misterio, quizá una posibilidad de… en fin, de nuevo por la tangente y son pilas de significado, que diría la semiótica; dispersión, que nos dice el maestro, distracción… Y yo, por la pendiente de mi tangente tomo cierta perspectiva de la curva de mi vida y planteándome que quizá otras formas de… Pues eso, lo que sea, desde ese punto. Luego lo desecho o se convierte en la mandorla del resto de mi vida. Ahí acosa la lógica de nuevo, y A es igual a A y la vida está siendo al límite en ese punto sin espacio, tiempo cero del que tomo conciencia gracias a la tangente silente. Por eso la elogio, agradeciendo que me muestre, por ejemplo, el valor de un plato caliente.

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