El pasado 26 de abril la Policía Loca, alentada por unxs vecinxs fachas, cerraba las puertas de un evento cultural autogestionado en el barrio de San Diego, al tiempo que bandas de neonazis destrozaban terrazas de bares, llenaban todo de basura y se pegaban entre ellxs en pleno centro de la ciudad.
Nada nuevo bajo el sol. Pero sí más cabrón
El mismo día de la final de la Copa del Rey, le sobraban unos seis efectivos a los cuerpos de represión y control locales (y algún que otro nacional) para atender las llamadas de, según sus palabras, «multitud de vecinxs quejándose por el ruido» de un evento que organizamos Las Asarvahás por nuestro tercer año de vida como colectivo en la Asociación de Vecinxs de San Diego. En ese evento hubo, antes de que llegara la policía por primera vez a las 18:00 h, un podcast en vivo de una señora octogenaria maravillosa, la presentación de un libro y un recital de baile flamenco con tres artistas en el escenario (por no haber, no había ni palmerxs).
La policía ya había acudido alguna que otra vez a la asociación (por suerte, no lo habíamos vivido) pero, según lxs vecinxs, era la primera vez que cerraban un evento así. Lo cerraron dos veces; la primera, alegaron el ruido. La segunda vez también, aunque ya sin microfonía, con las actuaciones suspendidas y a puerta cerrada, en un local privado y separado de las viviendas. Ruido que el propio policía reconoció no escuchar, «pero tenéis que desalojar ya». Propuesta de multa mediante. Por respeto a la gente de la asociación, pedimos a todo el mundo que se fuera y se quitara de la puerta. Recordemos de nuevo: todo esto a la misma hora en que hordas de hinchas de fútbol asediaban, bajo consentimiento institucional, las calles del centro de la ciudad.
Pero daba igual lo que estuviera pasando. La pareja vecina que nos denunció no sabía ni qué era lo que estaba ocurriendo allí y ya nos había amenazado antes de que empezara el evento. Porque lo que les molestaba era «la casucha esa de mierda» que lleva treinta años trabajando por darle un espacio de reunión al barrio, de cultura no capitalista, solidaridad y memoria. Porque ella «trabaj[a] en el distrito» y están «hasta la polla», imagino que de la alegría de quienes vamos allí a compartir cada vez que podemos, a celebrar abiertamente lo que nos parezca y a respirar juntas imaginando mundos más amables.
Solo un botón de muestra
Esto ocurre en un contexto global de avance del fascismo y el capitalismo más sangrante con su toque local. Por un lado, actualmente, la gente que necesita pisotear a las demás para aumentar su ego (a.k.a. fascistas) se siente con más fuerza y poder que nunca. Al mes siguiente, el propio Ayuntamiento canceló estratégicamente horas antes de su celebración, un concierto protesta contra la participación de Israel en Eurovisión. Siguen persiguiendo incansablemente espacios liberados de carácter cultural y político, e incluso de actividades de lo más naif, pero autogestionadas por lxs vecinxs sin mediación institucional, como la velaílla flamenca que quiso organizar, pero no pudo, la presidenta de la Unión de Peñas en su barrio. El toque local es un Ayuntamiento (y poderes aledaños) que parece solo interesado en que haya procesiones semanales (con sus correspondientes cortes de tráfico, etc.) o macroeventos en los que se puedan poner medallitas de ciudad ¿moderna?, cuando en realidad es una ciudad que cierra teatros, cuyo ocio principal es para unos pocos que se lo pueden permitir y que está al servicio de los que especulan con viviendas o montan macrosociedades jugando al despiste con diferentes nombres.
No es un ocaso, solo un descanso
Ese día nos quedamos con las ganas de ver el estreno de las «Sevillanas Inclusivas», de José Galán y tuvo que bajarse la Kaita del escenario en mitad de su actuación. También se han quedado otros proyectos por el camino por la incertidumbre generada en torno al espacio y el intento por parte de la asociación de recabar permisos de todos los colores (para la proyección de un documental, por ejemplo, piden tres).
Desde entonces estamos algo cansadas, poniendo la energía en otros lugares que nos la han requerido con más urgencia y pensando nuevos horizontes. Pero que no se relajen, porque solo estamos cogiendo fuerzas. Revisando y reinventando estrategias para que su amargura no nos contagie y que recuerden que su victoria nunca, pero nunca, va a ser definitiva. Que las ganas de reunirse, vivir y celebrar, visibilizar y darse la mano más allá de las diferencias siempre se acaban abriendo paso entre la mugre más pegajosa del mundo. Y esto no llega ni a escupitajo.
Que lo que haya que hacer, lo haremos, porque para eso contamos con la alianza de toda la gente que sigue imaginando y practicando mundos mejores para todxs.