nº32 | todo era campo

Cuando la memoria cae en el olvido

La sociedad española durante la II República y en los años previos a la misma, era una sociedad muy rica en conocimiento sexológico, que apostaba por la educación sexual de toda la población y en la que surgían numerosos e innovadores planteamientos que, tras la dictadura, quedarían en el olvido colectivo. Tal vez no se perdiera este gran legado si hiciéramos caso a Havelock Ellis cuando afirmaba que «si una centésima parte —incluso la milésima porción— del trabajo que se emplea en inculcar dogmas y verdades, fuera empleado en esta educación, en muy poco tiempo veríamos, como resultado, un gran cambio en las costumbres de la gente».

El olvido de la memoria del pasado suele acarrear, al menos de vez en cuando, entre otros efectos, la pérdida de la perspectiva.

E. Amezúa

Entusiastas sexuales

En aquella época, Europa estaba inmersa en una muy prolífera producción sexológica gracias a grandes nombres como, por ejemplo, Albert Moll, Havelock Ellis, Magnus Hirschfeld o Iwan Bloch, quienes formaban la llamada «primera generación de sexología» o, si nos apropiáramos de las palabras de Paul Robinson, un grupo de «entusiastas sexuales». En 1928, Hirschfeld fundaba la Liga Mundial para la Reforma Sexual sobre bases científicas, que contemplaba temas como la emancipación de las mujeres, la procreación consciente, la educación sexual o la despenalización de la homosexualidad.

Gracias a esta generación, se incorporaban conceptos fundamentales para la comprensión del sujeto sexuado, para la inclusión de la mujer en esta recién nacida categoría de sujeto y, en definitiva, para el entendimiento y explicación de las distintas variaciones sexuales: tanto en relación a las identidades (la teoría de la intersexualidad de Hirschfeld), como en relación a los deseos y atracciones (el simbolismo erótico y el continuo de los sexos de Ellis).

No se trataba, como antaño hiciera Krafft-Ebing, de patologizar la sexualidad, se trataba de aliviar el sufrimiento, de comprender y profundizar en el conocimiento y cultivo de esta dimensión tan humana, presa de malestares y persecuciones.

La sección española

Durante los años 20 y 30, era Gregorio Marañón quien concretaba el concepto de intersexualidad y comprendía la función principal de la sexuación: «lo masculino y lo femenino no son dos valores terminantemente opuestos, sino grados sucesivos del desarrollo de una función única, la sexualidad».

Junto a Marañón debiéramos citar otros nombres, quizá más olvidados: César Juarros, Isaac Puente, Félix Martí, Ángel Martín de Lucenay o Quintiliano Saldaña, que traían a España la visión unificadora de la Sexología como disciplina, como «ciencia de las ciencias» y del sexo como valor. También destacaba, por su prestigio nacional e internacional, Hildegart Rodríguez, la virgen roja, secretaria de la Liga Española para la Reforma Sexual (LERS) sobre bases científicas, directora y redactora de la revista Sexus y autora de numerosas publicaciones de interés sexológico.

Desde la convicción de que el conocimiento científico era la base para la superación de la moral represiva, los años 20 gestaban una modernización sexual en España que mostraba su mayor esplendor durante la II República. Este contexto progresista y laico propiciaba el avance en temas como la libertad sexual, el amor libre, la anticoncepción, la maternidad y la paternidad conscientes, el divorcio, la igualdad jurídica entre los sexos, etc. Contenidos centrales de la línea programática de la LERS que, fruto de la represión franquista, quedarán enterrados y olvidados.

La sexología en la palma de tu mano

Desde finales del s. XIX hasta el final de la II República, la divulgación sexológica en España era muy prolífera. Existían numerosas publicaciones de bolsillo que se vendían en los quioscos de prensa con precios bastante accesibles para la población general.

Más allá de publicaciones eróticas (que también había), la intención divulgativa y educadora resultaba prioritaria, como lo demostraban las decenas de publicaciones en todo el Estado. Entre otras muchas, destacaban: Biblioteca de Educación Sexual (Barcelona, 1932-33), Temas sexuales: Biblioteca de divulgación sexual, del prolífero autor Martín de Lucenay (Madrid, 1932-34), Cultura sexual (Barcelona, 1936-37), etc. Concretamente en nuestra ciudad, destacaba la Pequeña Enciclopedia de Educación Sexual (Sevilla, 1932).

Los movimientos libertarios ponían especial énfasis en la divulgación y la educación, pues consideraban que la reforma sexual iba de la mano de la transformación política y social. En esta línea, destacaba la Revista Estudios (Valencia, 1922-37), inicialmente con el nombre de Generación consciente, de orientación anarquista. En ella escribía Félix Martí una sección específica y pionera en España: «Consultorio psíquico-sexual», en el que respondía a cuestiones sobre la eugenesia, la moral sexual, la erótica femenina, el deseo, etc.

Eran los años de oro de la sexología española, los años de la reforma sexual. Se pasaba de un modelo criminalizador de la sexualidad a la apertura de nuevas preguntas y, con éstas, a un cambio de paradigma que calaba lentamente, una renovación de las ideas en torno a lo sexual que acompañaba a las iniciativas políticas y sociales libertarias.

Renovación que frustrará la larga sombra de la dictadura y que relegará a nuestro país a la pobreza epistemológica, fruto del profundo desconocimiento de nuestras raíces y al intencionado olvido de nuestra memoria sexológica.

Explicaciones en presente

El texto está redactado en pretérito imperfecto (indicativo y subjuntivo). La pretensión de estilo no es otra que nuestro afán de reivindicar un tiempo pasado, pero no concluido, como intento de resaltar la importancia del mismo (aunque no sea perfecto) y la necesidad de volver sobre él, de aprender y reconocer autorías, así como reivindicar nuestra memoria histórica sexológica.

La recuperación del testigo y la memoria histórica se la debemos a Efigenio Amezúa, fundador y director del Instituto de Sexología de Madrid – INCISEX, quien, a partir de las nociones apenas esbozadas y reconstruyendo el continuo histórico, ha desarrollado un modelo que permite la comprensión de la realidad sexuada. Más allá de normatividades, deberes y confrontaciones, está apostando por un sexo que, como escribía Marañón en esos años, «es un tema de moda, pero no un hecho banal».

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