Quizás si os cuesta tanto deberíais hacer el esfuerzo por entender; quizás si tanto os sorprende podríais hacer el esfuerzo por comprender, por leer, por saber qué nos pasa, por saber por qué lo pedimos.
No, hombres cishetero, no vengan a nuestros espacios maricas. Son necesarios para nosotras, para encontrarnos, para cuidarnos, para hacerlos seguros, para hablar de nuestras cosas, de nuestros dolores, de nuestras fantasías morbosas. No nos hace falta que vengan a sentirse fetiches de toda la masa, a sentirse atracción de todo el ganado, por el simple hecho de ser cisheteros.
No vengan a nuestros espacios hombres cisheteros y déjennos construir nuestras historias de vida y reconocernos en todas nuestras parecidas experiencias. Déjennos llorar el acoso del instituto y resarcirnos al grito de maricón, al grito de la libertad de la que ustedes fueron testigos cuando nos la arrebataban. No importa si no agredieron activamente o no, haberse callado también fue violento.
No me hagan ahora tener que explicarles por qué no quiero que vengan a nuestros espacios; no me hagan ahora perder el tiempo en atender su sentimiento de ofensa y víctima. ¿Acaso no somos vuestros amigos? ¿Acaso no os sostenemos en vuestras torpezas? Y salimos con ustedes de fiesta y se hacen novios de nuestras amigas, y nos dan piquitos haciéndose les deconstruides, y hablan en femenino y se ponen camisas con estampados… Y nosotras no decimos nada. Ahí estamos poniendo el cuerpo una vez más. A pesar de saber que son ustedes los que nunca rompieron una lanza por nosotras y que en los espacios privados siguen cometiendo violencias, abandonos, irresponsabilidades afectivas ¿No es suficiente todo eso? ¿No es ya demasiado? Pregunto.
No vengan a nuestros espacios hombres cisheteros y déjennos construir nuestra propia identidad sin su mirada. Porque, por si aún no se han dado cuenta, les quisiera explicar que somos nosotras quienes estamos en una constante negociación en cada sitio que pisamos y que ustedes ocupan siempre, con sus voces altas y sus seguridades, con sus violencias cada vez más sutiles. Son ustedes quienes están en todos sitios, somos nosotras quienes vivimos cediendo todo el tiempo antes sus energías de mierda ¿Es demasiado pedir que respeten este espacio solo nuestro? ¿Que nos dejen oír nuestras propias voces? ¿Es tan difícil explicar que la lucha política también es nuestra? Que ese espacio es históricamente nuestro. No jodan, hombres cishetero, ni se ofendan más porque les pidamos que no vengan. No vengan y punto.