«Es difícil contar un relato verdaderamente apasionante de cómo arranqué una semilla de avena brava de su vaina, y luego otra, y luego otra, y luego otra, y luego otra». Es parte del comienzo del ensayo de Ursula K. LeGuin titulado The Carrier Bag Theory of Fiction (1986). Señala la dificultad de generar una historia seductora a partir de elementos cotidianos. Pero sin esa cotidianidad, el acontecimiento no podría darse. La mayoría de los relatos son protagonizados por cosas duras y largas con las que golpear y producir el acontecimiento a celebrar: el hacha, la espada o, incluso, el hueso. Pero pocos han sido protagonizados por el recipiente que permite guardar unos frutos de un día para otro, alguna planta curativa o las pequeñas herramientas del día a día. Nos encantan estos acontecimientos multitudinarios y llamativos, pero valoramos poco las cosas que, para poder llegar a ellos, se están tejiendo durante todo el año. Esta cuestión no se limita únicamente a los relatos históricos sino también cuando hablamos de los movimientos ecologistas.
Puede cundir cierta desesperanza por la falta de afluencia en las convocatorias realizadas en Sevilla vinculadas con el clima y la defensa de territorios de alto valor ecosocial en los últimos años. Solemos ver a las mismas caras conocidas e indiferencia en las personas que pasan por nuestro lado. Realizarlas en el entorno del Ayuntamiento de Sevilla copado de turistas y cada vez con menos comunidad local, también influye. Sin embargo, nos parece que, frente a esa desesperanza, es bueno pararnos y ver las cosas que sí se están haciendo en el día a día. Tenemos que valorar las muchas iniciativas relacionadas con el clima y el territorio que hay y su constancia para seguir poniendo la defensa ambiental en el centro de distintos debates. No es únicamente a través de la acción local, pero es indudable la creciente importancia de los cuidados sobre el planeta en todas las capas sociales, aunque nos parezca algo lento y mejorable. Sirva este artículo de protocartografía. Sabemos que no están todos los colectivos que son, pero sí que son todos los que están. Y no son pocos.
Si partimos de la escala de lo concreto y en los entornos más urbanos, han alcanzado una importante visibilidad en sus demandas los colectivos en defensa del arbolado urbano como la Plataforma del Ficus de San Jacinto, Ni un Árbol Menos, Salva tus Árboles, la asociación Árboles de Camas o la Mesa Ciudadana del Arbolado, que incluye muchas de estas iniciativas. Siguiendo esas lógicas de focalizar en un problema concreto, también tenemos a A Contra Mano en lucha por los carriles bici. Otras luchas importantes son las centradas en el derecho a espacios verdes de cercanía en los distintos barrios de la ciudad, siendo un caso notorio el Huerto del Rey Moro con sus veinte años de lucha recién cumplidos. En estas luchas también se puede señalar al más actual colectivo vecinal Pulmón Verde, el colectivo SOS Santa Clara y la AA. VV. Las Praderas de Santa Clara. En una dimensión urbana mayor nos encontramos con iniciativas que han promovido y cuidado de grandes zonas verdes para la ciudad como la plataforma Salvemos el Guadaira, la asociación Parque Vivo del Guadaira, la asociación Parque Miraflores o las asociaciones de Amigos del Parque Amate y el Parque del Alamillo.
A escala periurbana es importante resaltar actualmente a la plataforma Anillo Verde, la asociación de Amigos de la Dehesa de Tablada, a la Asociación Agroecológica Isla de Tercia, a las asociaciones de Defensa del Territorio del Aljarafe y Cornisa del Aljarafe. En el municipio de Dos Hermanas tenemos a Montequinto Ecológico, en Alcalá de Guadaira están Alwadi-ira o la asociación Laguna Fuente de Rey y en Camas tenemos al Colectivo Er Verdó. También están la Plataforma Contra la Incineración de Residuos de los Alcores, la Plataforma de Recuperación de las Lagunas de Tornero o la Red Utrera por el Clima. Hay también proyectos en torno a elementos patrimoniales concretos, ecológicos y culturales, como el Espacio Verde Cortijo el Cuarto y la Plataforma por la Hacienda Ibarburo. Somos conscientes de que en esta parte de la cartografía aparecerán aún más iniciativas.
También hay colectivos con una vocación más de conjunto, aunque luego se impliquen en proyectos concretos, como Greenpeace, Ecologistas en Acción, WWF o la Red para la Conservación y Divulgación de la Fauna Ibérica Iberozoa. Con la misma vocación de implicarse en la cuestión ecológica dentro del entorno urbano de Sevilla están Ecourbe. En el ámbito regional nos encontramos también las redes andaluzas Ok Planet, en torno al reciclaje; Rastrea, en la recuperación de ecosistemas, o la Asociación para la Recuperación del Bosque Autóctono. Luchando por una transición energética justa social y ambientalmente tenemos a Aliente. Además hay plataformas donde varias de estas iniciativas trabajan en proyectos comunes como la Red Sevilla por el Clima, SOS Guadalquivir o la Red Cambio Climático y Sequía. Desde las universidades y la juventud también se están movilizando las estudiantes desde el Campus Activo, Fridays for Future y la Red Andaluza Nueva Cultura del Agua, entre otras.
Finalmente, están esas organizaciones de ámbito más transversal pero que tienen entre sus ejes de acción la lucha medioambiental como son algunas asociaciones de vecinas como las federaciones de asociaciones de vecinos y entidades vecinales como Barrios Hartos. Todos estos colectivos y muchos más están movilizados en la defensa del territorio y el clima, de manera más o menos aislada unos de otros y con necesidad de una mayor coordinación. Esperamos que este artículo sirva para recordarnos la existencia de estos colectivos, aunque en este momento las movilizaciones no sean tan llamativas como nos gustaría. Mientras llega ese momento, hay sitios donde poder sumar nuestros esfuerzos, en tanto que la épica vuelva a deslumbrarnos. Aunque parezca mentira, de esos esfuerzos del día a día que mantienen las luchas vivas dependen, cada vez más, nuestro futuro y, sobre todo, el de las próximas generaciones.