nº65 | ¿hay gente que piensa?

Nos quieren en los armarios

La Federación Estatal LGTBI+ en España lo deja claro con sus datos: 350 000 personas LGTBI+ han sido agredidas física o sexualmente en España desde 2019. Aproximadamente dos millones de personas del colectivo han sido acosadas o discriminadas en nuestro país en los diez años.

Pero la realidad cercana es aun más temible. La persona que escribe pertenece a la comunidad LGTBI+. Mi primera experiencia social fuera del armario fueron varias agresiones hace veinte años por un grupo de chavales que, a mí y a mi pareja de aquel tiempo, nos empezaron a tirar todo tipo de objetos por la calle. Meses más tarde nos tuvimos que esconder en un portal porque nos venían a pegar. El motivo fue darnos la mano por la calle.

Desde aquella época hasta la actualidad, he conocido cientos de personas LGTBIQ+ a quienes les han hecho la vida imposible; otras ni lo han podido contar. En su barrio, en el colegio, en el instituto y en la propia familia: insultos, agresiones, pasotismo de equipos educativos, etc. Incluso cuando estas personas eran niños y niñas y que ni sabían que eran gays, lesbianas, transexuales, bisexuales, etc. Era «leña al maricón» a la bollera, al rarito o rarita.

Hemos cambiado. Se han hecho leyes, se ha intentado concienciar y ha habido implicación de las administraciones, pero en estos últimos años —y con esto no contábamos hace dos décadas— se ha potenciado la LGTBIQ+ fobia, al igual que el machismo, en las redes sociales. Instagram, X, Youtube y Tik Tok, con el beneplácito del anonimato y de los partidos y asociaciones de ultraderecha, han encontrado en la juventud masculina, mayoritariamente, un buen caldo de cultivo para crear odio con falsedades y desconocimiento, y con el fascismo de toda la vida.

Este caldo de cultivo mató a Samuel hace tres años en Galicia y ha agredido a miles de personas en el Estado. Sigo a cientos de personas en las redes sociales y rara es la semana que alguien no sube una story o una publicación de una agresión en un medio de transporte, en una fiesta popular, en la calle o un bar. Muchas de ellas físicas, otras verbales.

Hipócrita y falsamente, si se les preguntan a los partidos de ultraderecha, dicen que defienden a las personas homosexuales. Pero, ojo, solo al buen homosexual español del denominado homonacionalismo: un homosexual, hombre, blanco, que no participa del colectivo, ni del feminismo, que sea nacional, rico, sin pluma y, sobre todo, discreto. Lo de «a ti no se te nota» es su clave. Su diana, en cambio, es la persona LGTBIQ+ politizada; la que lucha, las que se salen de la vestimenta cayetana establecida, todo lo que sea contra la pluma.

La solución, como siempre, es la educación tanto familiar como el ámbito escolar y laboral. El pinkwashing económico no es la solución. Se deben regular y penar los delitos de odio en redes y hacer un contrataque por parte de gobiernos, asociaciones, escuelas, etc. Se necesita un Plan por la Diversidad en las escuelas. Ya no podemos más, basta ya de miedos: ¡viva la pluma!

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El Huerto del Rey Moro es, desde 2004, el mayor espacio público del Casco Histórico de Sevilla no urbanizado ni mercantilizado. Un espacio verde autogestionado por y para el disfrute y el esparcimiento de los vecinos y vecinas del barrio, donde la agricultura urbana actúa como elemento aglutinante de personas, ideas, aprendizajes y convivencia.