En 2004 se alinearon los planetas: nacen el Huerto del Rey Moro, el Centro Vecinal Pumarejo y la Oficina de Derechos Sociales. Dos son espacios de gestión ciudadana para uso comunitario; el otro, una asesoría y sindicalismo social. Todos están de cumple, que celebran conjuntamente con diversas actividades.
El redondo aniversario compartido de estos tres proyectos de la ciudadanía organizada, gestados y desarrollados desde el compromiso, la acción y la perseverancia, da pie a esbozar unas pinceladas sobre sus recorridos y valores.
Un espacio para la vida
El Huerto del Rey Moro (HRM), que se sitúa en un vacío interior de manzana entre las calles Sol y Enladrillada de unos 5.000 m², tiene su origen en época almohade y siempre ha tenido una función de huerta, originalmente formando parte de la Casa del Rey Moro. Tras el abandono a finales del siglo pasado de los edificios que lo separaban de la calle Enladrillada, se descubre este recóndito espacio y se le considera una gran oportunidad dada la escasez de espacios libres de estas dimensiones y características. Surge así un movimiento ciudadano en favor de su preservación, frente a las previsiones constructoras del planeamiento municipal. Y, como forma de presión, se decide su okupación para abrirlo al uso público: al poco, se llena de actividad vecinal.
Para avanzar en su orientación se asume colectivamente su gestión mediante una asamblea que va trazando sus líneas de trabajo y su funcionamiento abierto, plural y participativo. Con este ideario autogestionario se articulan actividades y propuestas que llenan el día a día y un horizonte por y para la ciudadanía, polivalente (huerta, estancia, actos…), fortaleciéndose el uso y el apego social hacia el espacio.
El alto apoyo del vecindario a un proyecto de talleres para escolares presentado a los presupuestos participativos del Ayuntamiento (2004-2011), consolida el lugar como espacio libre y huerto urbano. De ahí salen equipamientos y mejoras clave: cerramiento más transparente, fuente, servicio sanitario, caracolas para instrumental y actividades educativas y biblioteca.
El uso de huerta se va configurando con dos conjuntos de bancales, infantiles y vecinales. Estos últimos se ceden temporalmente entre quienes lo solicitan.
Al mismo tiempo, su uso se diversifica y enriquece con actividades sociales, de ocio, culturales, etc., al ofrecer el HRM unas condiciones inmejorables para estas funciones, que crean barrio y ciudad. Varios cientos de actos son organizados por el colectivo o a propuesta de otras entidades que aprecian un lugar abierto, gustoso y cada vez más atractivo, y que al ser gestionadas de forma colaborativa demuestran implicación social y responsabilidad colectiva.
Y esta dinámica es así porque, de forma coherente con su constitución, se ha asumido el principio autogestionario que comporta participación y corresponsabilidad con el uso y gestión del HRM, lo cual también representa un aprendizaje social y un compromiso con la comunidad que requiere diálogo y generosidad.
Hay un asunto clave aún no resuelto: el agua. No hemos logrado un modelo de gestión autónomo de este recurso básico. Se han propuesto soluciones fundadas técnicamente, pero todavía tienen que madurar para su viabilidad.
Tan amplia y rica experiencia se detalla en la Memoria de actividades, recientemente elaborada, que sintetiza su desarrollo durante buena parte de su existencia. Más importante aun es la satisfacción de las varias miles de personas que han participado en el desarrollo de las iniciativas. Porque esta es su esencia: ser un lugar de acogida para desarrollar actividades por y para la ciudadanía; y, también, para simplemente estar y disfrutar.
La gestión comunitaria. Entre lo público y lo privado hay un espacio para una modalidad de gestión diferente y de amplia tradición: la gestión de lo común. Tiene de público su finalidad social, aunque su gestión no corresponda a la Administración, sino a la comunidad que la asume; y se distancia del puro interés privado e individualista. La cuidadanía es un concepto inventado (un palabro) que condensa esta aspiración: ciudadanía cuidadora del común.
Este es el modelo de gestión que acompaña la solicitud de cesión formal del espacio que el colectivo vecinal del HRM le presentó al Ayuntamiento hace ahora tres años. Aún esperamos respuesta.
El ‘pumagma’: hervidero social
Cuando la defensa ciudadana de la casa palacio del Pumarejo y sus vecinas tenía ya tres años de andadura, mediado 2003, la Plataforma por la Casa del Pumarejo ve muy conveniente darle más vida al inmueble, ya medio vaciado. Y ello abriendo un espacio de uso comunitario: el barrio y Sevilla dispondrían de un nuevo lugar de actividad y activación social.
Así, en septiembre se ocupa un local del edificio cerrado tiempo ha, y se va arreglando mientras se discute cómo funcionará. Y el 8 de mayo de 2004 se inaugura el Centro Vecinal Pumarejo.
En este tiempo el espacio ha albergado, ayudado a generar o promovido multitud de actividades e iniciativas: reuniones, debates, exposiciones, talleres, cursos, actuaciones, proyecciones, fiestas, etc. Ha servido a muchos grupos y personas de lugar donde hacer actividades puntuales. Y ha sido el sitio de trabajo habitual de casi un centenar de entidades vecinales, culturales, ecologistas, feministas, de defensa de derechos, de formación…
La gran cantidad y diversidad de actividades y grupos hacen del espacio un gran crisol de personas que trabajan por un barrio, una ciudad y un mundo más justos, más habitables, mejores, dando cohesión y fortaleciendo lo comunitario.
Hacia dentro, el centro quiere potenciarse como lugar de encuentro y reconocimiento de la diversidad como riqueza social e individual. Un lugar en permanente construcción colectiva y horizontal, donde procurar dejar fuera las imposiciones y relaciones de poder, y que el diálogo y el consenso sean la vía para abordar asuntos, decidir, gestionar diferencias e incluso los conflictos.
El Puma es, en fin, una genuina e impagable «escuela de ciudadanía», que ha devenido referente social en toda Sevilla y más allá.
La gestión. El espacio se gestiona mediante una asamblea, de reunión mensual, abierta, integrada por los grupos que hacen uso estable del espacio.
Cada colectivo aporta una cuota mensual y cuando realizan en el centro una actividad que genere ingresos donan para el común. En ocasiones señaladas del año se organiza una gran fiesta que, además de otros beneficios sociales, ayudan a la caja: la zambomba navideña y la velá de mayo.
Por último, reseñar que el Ayuntamiento, en 2011, ya entonces titular del inmueble, reconoce la labor del colectivo y decide cederle por quince años las dependencias que integran el centro vecinal. Firma el convenio la Asociación Casa del Pumarejo, creada en 2007.
La casa. El rumor de que una empresa pretendía convertir la Casa del Pumarejo en hotel inició la lucha social por esta y su gente. Era el año 2000, primavera.
Es un inmueble con unos 3 400 m2 construidos, sito en la zona noreste del casco antiguo, con fachada a su principal nodo de sociabilidad: la plaza de Pumarejo. En sus 250 años ha pasado por muchas manos y ha albergado muchos usos en coexistencia: residencial, comercial, cultural, asociativo, etc. Una casa de gran querencia para el vecindario y de alto valor patrimonial que está declarada monumento. Ya podríamos recatalogarla como un bien de interés cultural y ciudadano (BIC2).
Estos veinticuatro años han dado para mucho. No podemos entrar aquí [ver el artículo «Que 20 años no es nada» de El Topo número 44], pero sí apuntar este importante hito de «rabiosa actualidad»: por fin han licitado las obras para la rehabilitación integral de la casa. Si no hay más contratiempos, en otoño empezarán los trabajos. El futuro. Tenemos deseo, energía y empeño en que el Centro Vecinal del Pumarejo Felisa García, una vez rehabilitada la casa, siga dando servicio comunitario en las dependencias de uso social previstas en el proyecto de obra. Y ello desde la gestión de la cuidadanía autoorganizada, como ha sido desde que, hace ahora veinte años, esta las okupara y abriera al barrio.
Para eso, el Ayuntamiento habrá de ampliar la concesión del espacio más allá de 2026. En ello estamos…
Contra la precariedad y la defensa de los derechos sociales
La Oficina de Derechos Sociales de Sevilla (ODS) es un colectivo de carácter autónomo nacido en 2004, formado en su origen por activistas de movimientos sociales, vecinales y sindicales con experiencia profesional en el trabajo social y comunitario. Su objetivo es crear nuevas formas de lucha contra la precariedad, la defensa de los derechos sociales y la conquista de nuevos derechos.
Nuestra práctica es el sindicalismo social, una nueva forma de hacer política de base, partiendo desde la autoorganización de colectivos que padecen la precariedad en primera persona: precariedad laboral; emigración; trabajos invisibles y temporales, con frecuencia sin contrato; hipotecados de por vida, etc.
La ODS trata de combinar planos distintos para convertir los problemas de las personas aisladas en procesos de autoorganización social, de creación de redes de apoyo mutuo y en estrategias de consecución de victorias concretas frente a los abusos de los caseros o los patronos, así como frente a las carencias de los sistemas de protección social.
Destacamos algunos logros conseguidos. Durante estos veinte años, la ODS ha mantenido un servicio de asesoría jurídica y social; ha fomentado la lucha de los sin papeles con la creación de la primera asociación de inmigrantes sin papeles de Sevilla (2009) y la lucha por la despenalización del top manta; y el apoyo a las trabajadoras del hogar. Fruto de ello, en el año 2016 se constituyó de forma autónoma la Asociación de Trabajadoras y Trabajadores del Hogar en Sevilla.
También, la participación en la organización de los May Day (2005-2007), un proceso-evento con la participación de sindicatos alternativos como CGT, CNT, SOC y SU. Y en la Caravana por la Libertad de Movimiento del año 2005: una gran manifestación en la frontera sur de Europa, en Ceuta, que puso en debate las fronteras como base del discurso de una Europa cerrada a la libertad de movimiento y denunció las muertes en el estrecho de Gibraltar.
La ODS ha adquirido un conocimiento muy importante sobre la inmigración y los barrios. Por ello, en el el año 2010 realizamos un documental sobre la realidad de la inmigración en Sevilla, Nuevos vecinos en la plaza y el vídeo Catálogo de prejuicios de la inmigración. Asimismo, ha realizado el programa de formación de Mediadores de Barrios, con ocho ediciones desde el 2016.
La lucha por el derecho a la vivienda también ha sido uno de los ejes de trabajo más importantes, un problema sangrante que ha movilizado a miles de personas a lo largo de las dos últimas décadas en la ciudad y en todo el Estado. Destacamos la iniciativa San Bernardo 52, junto a la Liga de Inquilinos y Barrios en Lucha; y posteriormente en el 15M, la lucha vecinal del barrio de Begoña y la Asamblea por el Derecho a una Vivienda Digna.
No queremos olvidarnos de la importancia de participar en estos veinte años en la construcción de un espacio de referencia política y vecinal para los movimientos sociales y de barrio, como es el Centro Vecinal Pumarejo que, con la Asociación Casa del Pumarejo, mantienen viva la lucha por la rehabilitación de la Casa Pumarejo. También nuestro agradecimiento a las gentes que dan vida a la casa, quienes nos acogieron como un proyecto más recién empezábamos a andar.
Por último, hay que destacar que en el año 2011 la Asociación Pro Derechos Humanos reconoció a la ODS con el premio anual de Derechos Humanos, algo que nos emocionó y nos hizo fortalecer el proyecto.
Qué tenemos pendiente. A lo largo de estos años de práctica social nos queda garantizar que haya un relevo generacional, que se sume gente y que mantenga viva la ODS muchos años más. Durante estos veinte años, más de cuarenta personas contribuyeron a la construcción de la ODS, todas ellas con carácter voluntario, y queremos reconocer y agradecer su enorme trabajo y esfuerzo.