nº63 | política local

La penúltima batalla de la educación de personas adultas de Andalucía

Entre las cenizas de un sistema caduco y la ilusión del cambio, en el inicio de la década de los 80, nació el germen de lo que hoy conocemos como educación permanente de Andalucía. Una revolución silenciosa, apenas celebrada, que cambió nuestra autonomía y que hoy debate su supervivencia, entre la pertinencia y la necesidad.

Cuando yo era chica las abuelas iban de negro con moño y toquilla. Algunas se morían sin conocer el mar y sin saber escribir su nombre. Los veranos eran infinitos, pero no imposibles, y algunos barrios tenían piscina para hacerlos más cortos. Entre la llegada del color a los dos canales y el asesinato de Lennon, un grupo de maestras y maestros las miraron por primera vez. El 25% de la población andaluza necesitaba atención educativa urgente en 1981. La cifra nos coronaba en la lista nacional de la pobreza.
Los 70 vivieron el auge de la educación de personas adultas. Uno de los enfoques, caracterizado por su posicionamiento crítico fue el del pedagogo brasileño Paolo Freire, padre de la renovación educativa. Freire defendía que la educación debe ser un arma de liberación que asegure la politización del alumnado. Sus obras, llegadas a España desde América Latina, distribuidas clandestinamente, inspiraron el espíritu de las iniciativas. Es el verano de 1980, un grupo de maestras y maestros se juntaron en una de las primeras Escuelas de Verano del Colegio Aljarafe. Manolo Collado, profesor de pedagogía de la Hispalense, que provenía de Radio ECCA, monta dos seminarios (Alfabetización y Educación de Adultos) claves para el nacimiento de la red de centros. Bajo el paraguas del II Concilio Vaticano, la teología de la liberación, los movimientos cristianos de base y Freire comenzaron a prender los fueguitos de la educación permanente andaluza. El alumnado de los seminarios de Collado crea iniciativas en los barrios con más población analfabeta: Polígono Norte, Polígono Sur, Los Carteros, Palmete, San José de Palmete y Juan XXIII. Figuras como José Llavador y José Sánchez Rosa, rescatadas del olvido republicano, inspirarán un nuevo compromiso con la comunidad. El contexto social es profundamente efervescente. Sin apenas recursos y contando con el apoyo de asociaciones de vecinos e infraestructuras de algunas iglesias comienza la andadura.
«Era el mejor de los tiempos y era el peor de los tiempos», decía Dickens, pero la diferencia entre lo urgente y lo importante está tan clara que hasta los alcaldes lo entienden. El apoyo del Ayuntamiento, encabezado por figuras como el primer teniente alcalde Antonio Rodríguez Almodóvar, maestro socialista, fue fundamental en esta empresa. A través de artimañas legales y contratos temporales, Almodóvar consigue una subvención que oxigena por tres años el proyecto de alfabetización. Los centros están profundamente coordinados a través de reuniones y encuentros gestionados en el histórico Colectivo Andaluz de Pedagogía Popular (CAPP). El éxito del sistema parte del profundo compromiso social del profesorado. Tras tres años y ante la imposibilidad de mantener la carambola legal municipal toma la iniciativa el gobierno autonómico. Rafael Escuredo gana en San Telmo con tres promesas: acabar con el analfabetismo, terminar con el paro y hacer la reforma agraria. Pero la única revolución llegará con la creación del Programa de Alfabetización de Adultos de Andalucía, gestado por los propios maestros y maestras. El programa será galardonado por la Unesco y tendrá reconocimiento a escala mundial, situando a Andalucía en la vanguardia nacional de la lucha contra el analfabetismo. Desde la primigenia iniciativa coordinada por el CAPP se consolidará una red de centros en el ámbito autonómico que se estructura a partir de una legislación vanguardista, que articula los principios de Freire en un texto único en su especie. Una ley a la altura del país con el que soñamos —y no pudo ser— cuando acabó el franquismo.
En 1985 surge la reivindicación de dotar de plazas específicas al cuerpo docente, que debe dejar de ser contratado laboral y ser funcionario. No todo el colectivo lo defiende. Hay voces que temen que con el cambio de condiciones se desdibuje el sentido crítico, la horizontalidad y el compromiso con la comunidad.
Cada vez hay menos población analfabeta. El alumnado de neolectoras es femenino y el de los cursos para la obtención del graduado básicamente masculino. Surgen nuevas titulaciones. Educación Secundaria de Adultos para quienes se han perdido y necesitan volver al sistema, para las madres que no acabaron el BUP y terminan con una licenciatura y la fuerza necesaria para divorciarse.
Llega la Logse y el primer gran meneo que borrará de facto la ley andaluza. Pero los centros son un hervidero variopinto en el que destacan, por miles de razones, las señoras. Abuelas, viudas, solteras, muchas están desde el principio. Aprendieron a leer y se sacaron el graduado. El colegio como espacio de aprendizaje y convivencia. Clases de Lengua y Literatura, Historia y Patrimonio, Informática, Teatro, etc. El placer de aprender por aprender. El segundo meneo no tardará. Es 1997 y Manuel Pezzi Cereto consejero de educación del gobierno de Chaves. ¿Cómo se mantiene un sistema en el que la mitad del alumnado no busca un título? Las abuelas a los centros cívicos. El susto dura lo justo para saber que el espíritu del CAPP está tocado y hundido, es solo cuestión de tiempo.
A principios de marzo se filtró el texto del borrador del decreto que pretende redefinir el cuerpo docente de los centros de educación permanente, dejando paso al profesorado de secundaria. La comunidad está en pie de guerra, a ciegas ante las expectativas de la Junta y el posicionamiento de un profesorado que no ha conocido población analfabeta.
Las abuelas ya no visten duelo, muchas han leído a Cortázar y han caminado por Nueva York. Las que tienen suerte, se arreglan y bajan al colegio a aprender sobre desamortización, correo electrónico, reenvío de archivos o gestión del dolor.
Mi madre pudo darme las llaves del mundo gracias a las ventanas que sus maestras y maestros abrieron con ella. Gracias.

Nos apoya

El Huerto del Rey Moro es, desde 2004, el mayor espacio público del Casco Histórico de Sevilla no urbanizado ni mercantilizado. Un espacio verde autogestionado por y para el disfrute y el esparcimiento de los vecinos y vecinas del barrio, donde la agricultura urbana actúa como elemento aglutinante de personas, ideas, aprendizajes y convivencia.