nº13 | política local

Quitando penas, quitando hambre

La lucha de las mujeres de la Cocina Solidaria del Polígono Sur

Cada día, 68 mujeres y 22 hombres se dan cita en la cocina del Centro Cívico El Esqueleto del Polígono Sur para cocinar un menú saludable para 90 familias. Son las mujeres y hombres que conforman la Cocina Solidaria del Polígono Sur, que alimenta cada día a 435 personas, en su mayoría niñas y niños.

El proyecto lleva en marcha desde el año 2014 y fue puesto en pie por la Asociación de Mujeres Chalavipem Mashkarno-Movimiento Mediador. Esta asociación, compuesta por mujeres de las distintas barriadas que conforman el Polígono Sur, comenzó su andadura en 2007 con el propósito de poner en marcha actuaciones dirigidas a ayudar a familias en riesgo de exclusión. Una iniciativa nacida de la toma de conciencia de la dura realidad en la que viven muchas de sus vecinas. Durante los años de bonanza, la asociación puso en marcha proyectos dirigidos a la salud de las mujeres o actividades culturales como la del «café de mujeres», una tertulia encaminada a fomentar redes de solidaridad femenina y trabajar la autoestima. Sin embargo, desde hace dos años, el protagonismo de estas actividades ha tenido que dejar paso a un nuevo proyecto que se ha hecho necesario y urgente en el barrio: la Cocina Solidaria.

Contar el contexto donde se enmarca este proyecto excede a las pretensiones de este artículo, sin embargo es necesario apuntar que el Polígono Sur está compuesto por las barriadas sevillanas de Murillo, Las Letanías, Antonio Machado, La Oliva, Martínez Montañés, Paz y Amistad, y que alberga a más de 50 000 personas. La Junta de Andalucía define este lugar como una «zona con necesidades de transformación social» (ZNTS), una expresión ambigua a la que la asociación de vecinas Nosotros También Somos Sevilla le pone números: informan de que en el barrio hay 2748 familias que viven con cero euros al mes.

Quitando Penas

Actualmente, la Cocina Solidaria es la actividad principal de la asociación. A primera vista, parece una actividad meramente formativa con el objetivo de enseñar una cocina saludable y dotar a las participantes de unas habilidades, hábitos y conocimientos que mejoren su salud y la de sus familias.

Sin embargo, detrás de este taller hay mucho más. Este taller es una continuación de los «cafés de mujeres» y se han convertido en un espacio de crecimiento personal, no solo en el aspecto laboral, sino en el aprendizaje de la autonomía y la convicción de que la dura realidad en la que viven estas mujeres puede cambiar, y que ellas son motores de este cambio. Si esta afirmación le resultara exagerada a la lectora de este artículo, la invitamos a visitar el perfil de Facebook de la Cocina Solidaria del Polígono Sur y ver el mensaje emancipador que se refleja en la página.

Quitando Hambre

Después de elaborar los menús, las participantes los envasan para llevarlos a sus domicilios junto con los alimentos que no se han utilizado ese día.

Así se descubre que detrás del objetivo formativo y del objetivo de crecimiento personal que sostiene este proyecto, está sin duda la urgencia de responder a la necesidad más básica de alimentos de muchas familias del barrio. No se trata de personas en riesgo de exclusión social, sino de exclusión social pura y dura. La coyuntura económica actual ha arrojado por la borda del barco del bienestar social en primer lugar a las personas con mayor dificultad de acceso a los recursos, y entre ellas a muchas vecinas del Polígono Sur.

La supervivencia es la prioridad cotidiana de estas familias. Las acciones encaminadas a su inserción laboral pasan a un segundo plano frente a la necesidad de alimento diario.

Ante esta difícil situación y la insuficiente respuesta de las administraciones públicas, nace este proyecto que da respuesta al problema en primera persona: las mujeres del Polígono Sur toman el control de sus propias vidas.

La lucha de las mujeres de la Cocina Solidaria

En la actualidad, el espacio del Centro Cívico El Esqueleto se ha quedado pequeño, pues la lista de espera para formar parte del proyecto ya va por 186 personas. Además, hay que tener en cuenta que deben compartir espacio con otros proyectos municipales. Inma, una de sus integrantes, nos contaba que temían que les quitaran el martes por coincidir con otra actividad: «Muchas de las familias que participan, únicamente cuentan con los alimentos de la Cocina Solidaria; un día sin taller, es un día sin comer». Ante esta situación se han dirigido a la Agencia de Vivienda y Rehabilitación de Andalucía (AVRA), que cuenta con numerosos locales en desuso en el barrio. Sin embargo, esta petición aún no ha obtenido respuesta porque el proyecto no cuenta con los objetivos administrativos y formales que requiere la Administración para la cesión del uso de un local. Pero estas mujeres no se rinden y siguen reivindicando un espacio para la Cocina Solidaria y otros nuevos proyectos como El Ropero, que aún espera donde ubicarse. Espacios públicos en desuso, gente con necesidades básicas sin cubrir, propuestas de soluciones y falta de espacio para darles forma, todo a la vez en el Polígono Sur.

No sabemos cuál es el motivo de que la Cocina Solidaria de las mujeres del Polígono Sur incomode tanto a la Junta de Andalucía y parezca sobrar. Quizás sea porque visibiliza una realidad que no se quiere mostrar: la pobreza y el hambre del cuarto mundo. O quizás sea porque rompe la lógica asistencialista de los comedores sociales donde las personas pobres hacen colas y esperan un plato de comida. Muy posiblemente sea porque en lugar de caridad judeocristina, en esta historia son las hambrientas quienes se arremangan, se meten en la cocina y hacen su propia comida sin esperar colas. Sea cual sea el motivo, este humilde proyecto ha venido a decirnos que las cosas se pueden cambiar, y que en primera persona y juntas se cambian antes y mejor. Son muchos los ojos que miran ya de cerca a estas mujeres, y por más incomodidades que generen, han venido a quedarse, a quitar penas y quitar hambre.

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