nº63 | editorial

TRAMALLOL: Con las carnes abiertas

En el año 2021 ya rogamos a las diosas por el alma de Tramallol. Una esquela, impactante, le ponía fecha a su muerte: «Tramallol, heredero del Moscú sevillano y casa hermandad de asambleas, complots y eventos múltiples, fallecerá el día 28 de febrero de 2021 sin recibir sacramento alguno, a no ser que unas pocas personas y otros tantos colectivos se sumen al proyecto. Y se vengan a trabajar, habitar y crear en tan sacrosanto espacio». Pero se obró el milagro y esta comunidad sostenida en la cultura de la autogestión tomó una bocanada de oxígeno que ha durado tres años.
Llega 2024 y nos encontramos con que la nave nodriza que tanto ha dado a personas y colectivos, se hunde de nuevo. Y se arma la fiesta popular en el centro vecinal Pumarejo, se venden papeletas, hay karaoke asarvahao, comidita hecha con cariño, musicón; nos sumergimos en el universo de Trevi Fontana y se curra mucho en una barra que agota la birra; y llegan lxs amigxs, la red se visibiliza con hilos fuertes, las heridas se lamen y el proyecto continúa, para alegría de tantas personas, proyectos y colectivos, entre los que nos encontramos.
La pregunta, sin embargo, ronda nuestras cabecitas que no paran de darle vueltas a las cosas: ¿cuánto va a durar esta vez? Y es que esto que nos suena demasiado a lo que estamos viviendo en el propio colectivo de El Topo (subida de precios de imprenta, precariedad del proyecto, desmotivación, gente quemada, relevo generacional, ilusión, no conseguimos más suscripciones, bajón, aniversario en el Pumarejo —cumplimos 10 añazos de periódico—; fantasía, entran pelas, llega gente con ganas, respiramos, bailamos…) y a lo que vemos que no deja de pasar en Sevilla y en otros puntos del Estado. Señoras, ¿qué está pasando con los movimientos sociales y espacios autogestionados? Esta sensación de bajonín, de más turistas que activistas en las calles, de proyectos que cierran, desalojan, acaban su ciclo demasiado pronto, nos tiene con las carnes abiertas. Evidentemente, aparte de los cuerpos que se cansan, las políticas del PPPSOE han hecho todo lo posible para dejarnos sin espacios, sin redes y casi sin ciudad que habitar en pro del sacrosanto turismo. Luego, pensando juntas, hay topas que nos recuerdan que el meneo sigue, en otros espacios en los que a veces no estamos, pero ahí siguen Barrios Hartos, el Movimiento por la Vivienda de Sevilla o Canarias se Agota, entendiendo una conexión Frontera Sur más allá del límite político regional.
No nos olvidemos de que Tramallol es madriguera. El Topo nace en Tramallol (en las mesas de Ana y Óscar de Ecotono) y sigue, hoy en día y después de muchas idas y venidas, como en todas las familias, celebrando sus asambleas allí, guardando sus ejemplares en el armario, presentando números en su sala, encontrando otros proyectos afines.
Tramallol necesita alimento. Como todo cuerpo complejo, como todo ser vivo, Tramallol late gracias a la vida, los movimientos y las respiraciones de quienes lo habitan. Tramallol nos hace falta y al mismo tiempo, Tramallol nos necesita. Por ello, si estás buscando un espacio en el que hacer y pensar de forma interdependiente o si quieres cohabitar un espacio militante basado en la autogestión, no hay duda: Tramallol es el sitio, es casa.

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