A quienes os adentréis en este artículo una vez leído el titular, solo puedo agradeceros esa voluntad por seguir teniendo datos e información de la crisis climática. Nuestra devolución no es menos voluntariosa. Hace un año publicábamos un artículo sobre las olas de calor, ahora sobre el aumento de la temperatura de la superficie del agua del mar (tsm; sst en sus siglas inglesas) en el Atlántico Norte; elementos críticos que nos empiezan a mostrar un camino de no retorno. Pero esta trayectoria, que lleva varias décadas anunciada, ya la conocéis. También tenéis localizados todos los condicionantes que llevan a nuestros dirigentes a no tomar las medidas necesarias para paliar estos problemas. Es desesperante e irritante. La pregunta que nos hacemos cada vez que escribimos sobre la crisis climática es: ¿va a cambiar algo un dato más, por grave que sea, el posicionamiento de la gente sobre esta crisis? En cualquier caso, os remitimos esta información por si sabéis mejor que nosotros qué hacer con ella para provocar una transformación que pueda mitigar lo que se nos viene encima.
Según el Servicio de Cambio Climático de Copernicus (C3S) de la ue, durante los meses de marzo a julio de este año la tsm promedio global se mantuvo en niveles récord para dichos meses; una situación que se está prolongando en agosto. Según la mayoría de los científicos, la causa primordial es el cambio climático, aunque también ha colaborado significativamente la variabilidad natural propia del sistema climático. El cambio climático, impulsado por el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero (geis) debido al uso de los combustibles fósiles y los cambios en el uso de la tierra, es el responsable del calentamiento a largo plazo de la superficie del planeta, tanto en los continentes como en los océanos, y continuará siéndolo mientras no se alcance el cero neto de emisiones a la atmósfera de geis.
La parte natural de la variación interanual de la tsm se debe principalmente al fenómeno acoplado océano-atmósfera El Niño-Oscilación del Sur que, aunque se localiza en el Pacífico tropical, afecta a todo el globo. Durante la fase El Niño, la tsm del océano Pacífico tropical está más caliente de lo normal y hay una mayor probabilidad de temperaturas inusualmente cálidas en muchas partes del planeta. Lo contrario ocurre en la fase La Niña. Las altas tsm de estos meses han coincidido con el desarrollo inicial de las condiciones de El Niño, declarado por la omm a principios de julio, por lo que, aunque a lo largo de este año se ha ido calentando el Pacífico tropical, no se puede achacar las altas tsm en otras cuencas oceánicas, especialmente en el Atlántico Norte, a un El Niño todavía en sus primeras etapas.
En el Atlántico Norte, en primavera y verano, se observaron tsm y olas de calor marinas excepcionales en grandes sectores del Atlántico Norte. Según el C3S, en junio fueron la tsm más cálidas registrada para la época del año por un margen muy amplio: 0,91 °C por encima del promedio; 0,5 °C más que el junio más cálido anterior, registrado en 2010. Particularmente sorprendente es la anomalía de +1,36 de la tsm mensual en el nordeste del océano Atlántico. En las isla Británicas y el mar Báltico se produjeron en junio olas de calor marinas de categoría 4 (extremas), e incluso la noaa clasificó una ola de calor a nivel local hasta una categoría 5 (sobre lo extremo) al oeste de Irlanda, con temperaturas de la superficie del mar de 4 a 5 °C por encima del promedio en su punto máximo. Las condiciones de categoría 2 (fuertes) se extendieron más ampliamente al sur y al oeste.
La mayor parte de los científicos hacen corresponsable de las altas tsm en el Atlántico Norte a la duración extraordinaria de tres años consecutivos de la fase La Niña, finalizada en la primavera. Durante La Niña, los vientos alisios del Atlántico tropical (vientos del este) tienden a ser más débiles de lo normal, lo cual, primero, disminuye la transmisión de calor del océano a la atmósfera, tendiendo a que la superficie del océano se enfríe menos de lo habitual; y segundo, disminuye la presencia del polvo del Sahara sobre el Atlántico, haciendo que el calentamiento de la superficie del océano sea mayor de lo normal, pues el polvo del Sahara en el aire tiende a enfriar esta región bloqueando y reflejando parte de la energía del Sol. En consecuencia, unos alisios débiles en promedio durante los tres años de La Niña en el Atlántico Norte habrían contribuido, junto al cambio climático, al calentamiento anómalo de esta cuenca oceánica.
La anomalía cálida de la temperatura sobre los continentes ha sido aún mayor. Es conocido que la relación entre el calentamiento de la Tierra y el del océano es mayor que uno para casi todas las regiones, tanto a largo plazo como en eventos temporales, efecto conocido como contraste tierra-océano. Esta relación es mayor para los continentes subtropicales secos (alrededor de 1,5), entre los que se encuentra la península ibérica en verano, que para las regiones húmedas de los trópicos y las latitudes medias (alrededor de 1,2). Así la temperatura global ha alcanzado valores nunca registrados, siendo para julio de 2023 la más alta registrada para cualquier mes. Según el C3S, julio de 2023 fue 0,7 °C más cálido que el promedio de julio del periodo de referencia 1991-2020 y 0,3 °C más cálido que el mes más cálido anterior, julio de 2019. Se calcula que el mes fue alrededor de 1,5 °C más cálido que el promedio de 1850-1900, valor significativo por ser un umbral del acuerdo de París.
Seguramente, quienes pensaran en dar un paso adelante ya lo habían hecho antes de leer esta noticia. Para quienes no puedan o crean que no pueden, al menos les dejo un extracto de un poema de César Vallejo: «Mientras la onda va, mientras la onda viene, cuán impunemente se está uno muerto. Solo cuando las aguas se quebrantan en los bordes enfrentados, y se doblan y doblan, entonces os transfiguráis y creyendo morir, percibís la sexta cuerda que ya no es vuestra». Eso que os lleváis por haber llegado hasta aquí.