nº10 | desmontando mitos

Si los gitanos no existieran… habría que inventarlos

Gitanxs y extraterrestres

Qué simple es explicar en qué consiste un prejuicio cuando hablamos de blancxs y negrxs, de mujeres y hombres, encajonados en roles de género, de andalucxs, catalanxs, etc. A todxs nos ha tocado alguna vez ser víctima de un cliché y ya hemos aprendido a rebatir muchos de ellos reivindicando una visión menos simplista y más realista del mundo.

Pero, ¡ay lxs gitanxs! Qué difícil se hace desmontar este mito… Cuando te toca exponer sobre cómo se ha construido la estereotipada y folclórica imagen gitana que flota sobre nuestras cabezas te das cuenta del origen extraterrestre que mucha gente (de buen corazón, no lo dudo, pero de nulo saber) le asigna a los calés (‘gitanos’ en caló)… Y digo extraterrestre porque al hablar del tema en cualquier foro se podría deducir que son los únicos seres humanos que se salen de las lógicas del conocimiento y la razón. Da igual quien sea el interlocutor —maestros, médicas, pescaderas o limpiadores—, cualquiera puede defender, llenx de convicción, que las teorías de la psicología social sobre cómo funciona la identidad grupal, la antropología cultural y simbólica o el peso de la historia en la determinación de las minorías no sirven para explicar quiénes son lxs gitanxs. Si a las gitanas se las piensa morenas, bailaoras, vendedoras de romero, sumisas y madres eternas, no es porque se haya construido un estereotipo… es porque son así… de verdad.

Incluso en los entornos más transgresores, donde se cuestionan las estructuras dominantes de pensamiento, se hace difícil a veces poner en duda este estereotipo.

Yo soy porque tú eres

Sin embargo, la creación del retrato gitano ha seguido los mismos patrones psicológicos que otros y ha sido tan intencionado como cualquier otro. Igual que las mujeres, lxs gitanxs han sido y son invisibles ante los ojos de la ciencia y de la academia. Ni siquiera su origen o ascendencia está clara. La inversión en estudios sobre el tema no ha proliferado en exceso. Bien sabemos que la invisibilización es una tendencia más elegante que la inferiorización directa o el racismo explícito para negar al que no es de los nuestros. No te aprecio ni te detesto, simplemente te ignoro.

Siendo así, nos conformamos con la teoría que sitúa a este pueblo en la India alrededor del siglo IX y de donde parece ser que emigraron a Asia y Europa por motivos bélicos, buscando un mejor porvenir (nada nuevo bajo el sol…). La dinámica de este grupo es autónoma en cuanto a forma de vida y subsistencia durante la trayectoria que va desde el siglo IX hasta el XV, aproximadamente. Estas lógicas de autogestión e independencia no terminan de asumirse en un contexto social e histórico de consolidación de la sociedad europea moderna entre los siglos XV y XVII, aproximadamente. Comienza entonces en España una forma de discriminación legislada. Desde las pragmáticas de los Reyes Católicos hasta la fecha se han sucedido unas 2500 normativas antigitanas bajo el argumento de que son personas no gratas, por ser incivilizadas, no adaptarse a ciertos ritmos socioeconómicos de la época y poseer patrones culturales propios. De hecho, hoy continúan siendo tachadxs por ser justo lo contrario de lo que prima en nuestra sociedad capitalista. Gentes que abogan por las formas de vida en comunidad (en lugar de lo individualista), que prefieren el trabajo por cuenta propia y no tienen interés en el poder económico o político, que no se arraigan a un territorio (frente a los intereses geopolíticos) o que son nómadas (en vez de sedentarios): una serie de características que los hace estar en el punto de mira. Son dibujados como seres de extravagantes costumbres, exótica imagen y espiritualidad semimágica alejada de los dogmas cristianos. El Pueblo Gitano forma parte de Los Nadie, que como bien dijo el admirado Galeano, «no hablan idiomas, sino dialectos, que no hacen arte, sino artesanía, que no practican cultura, sino folclore…». Sin duda, un perfil perfecto para ser «los otros». Lxs gitanxs, esxs con los que medirse para sentir la tranquilidad de ser normal. Quizás porque hacen vibrar fibras emocionales que zarandean la integridad identitaria, la gente se pone nerviosa cuando explicas que el pueblo gitano ha sido una víctima. ¿Perdón? ¡Son ellos los que no quieren adaptarse, nosotrxs les ayudamos, roban cosas y bailan y cantan hasta la madrugada, no quieren trabajar…! Y así hasta dolerte la boca del estómago… Lo único que sí he robado a veces ha sido su sentimiento de supremacía, para que sepan que una gitana no vale menos que una persona paya. Eso saquea muchas mentes acomodadas…

La sociedad europea y española necesita a lxs disidentes para poder construir su identidad hegemónica. Necesita un títere para poder reafirmar el concepto de lo ideal frente a esxs morenxs vecinxs que conservan costumbres opuestas a la civilización y la postmodernidad. Ese títere debe quedar sin cabeza. El castigo material es evidente: la exclusión, la pobreza y la marginación social. Y, con todo ello, son útiles. Alguien dijo una vez: «si los gitanos no existieran, habría que inventarlos…»; o si no, ¿en qué espejo se miraría el mundo payo para saber que sigue siéndolo?

Y sí, queridxs lectorxs, nos lo hemos creído. Muchxs gitanxs asumen ese estigma marginal y estereotipado, confundiendo su identidad con la exclusión. Negadxs hasta tal punto por la sociedad, que han vivido un proceso de depravación cultural y ya se pierden entre ser caló y ser chabolista. Y el mismo mito ha calado en la sociedad de «masas». Como es de esperar en un entorno de letargo como el que nos rodea.

Con otros sacais (ojos, en caló)

Invitadxs quedan sin embargo todxs aquellxs que, por suerte o por desgracia (según se mire), ven más allá de lo que dice un docushow escabroso de viernes noche. Invitadxs a no caer en la ignorancia y la indiferencia hacia un pueblo que ha enriquecido la personalidad de Andalucía, tierra de cuatro culturas (siempre se nos olvida la gitana). Un pueblo que pese a la exclusión y el juicio que lo castiga, sigue desertando de modelos individualistas para reunirse en familia en duquelas y alegrías, que es ciudadanx del mundo, que ama la libertad, que vive el presente, que dignifica el sentir y la espontaneidad, y que algunas veces, entre otras cosas, también rompe gargantas y zapatos de baile.

Sastipen thaj Mestipen (Salud y libertad, en romanó)

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