nº50 | política local

Se armó el belén

La pasada Navidad, en Sevilla, sonó más el belén erótico de una pastelería del centro, que el árbol más grande de luces led de Europa, en la también céntrica plaza de San Francisco. La Fundación Española de Abogados Cristianos lo ha vuelto a hacer y, junto a Vox, ha denunciado la composición festivo erótica por considerarla, como no, «ofensiva» .

Una vez más, el juzgado participa de este sentimiento ofendido, a la par que mediático. En este caso, los juzgados de Instrucción número 15 y número 20 de la capital abrieron diligencias previas contra el belén armado de penes y vulvas, para investigar si supone un delito contra los sentimientos religiosos. Para rematar, ambas investigaciones van unidas.

La pastelería en cuestión, que se llama La Verguería, es de hecho una pastelería erótica, es decir, elabora y vende lo que suele elaborar y vender una pastelería, pero con formas eróticas. Y las formas eróticas más famosas del mundo mundial son las vulvas y los penes. Las vulvas, y no como salen una y otra vez en los medios de comunicación, en las denuncias y en los autos, las vaginas o los órganos sexuales… vaya eufemismo. Porque las mujeres tenemos las dos cosas: vaginas y vulvas. Sí, ese desaparecido elemento del placer femenino que, justo es decirlo, no encontramos por ningún sitio en las ilustraciones médicas y científicas del propio cuerpo humano de las mujeres. Les daremos pistas: es pequeño, rosado y suave, pero no es Platero.

En el escaparate de la pastelería penes y vulvas de pan o de bollería, salían morenos y morenas, tostaditos y ataviados como la virgen María, José y el niño Jesús, con ojitos y bocas pintadas. El resultado, con dos peluches que suponemos querían representar a la mula y el buey, pero que no hemos podido identificar bien, todo hay que decirlo, y unas cuantas velas, es más bien cutrecillo y gracioso.

Así que, una vez más, constatamos que esta gente ofendida no tiene sentido del humor. Ninguno, vamos. Es realmente ridículo, después de contemplar el belén, que pudiera resultar ofensivo, vejatorio y contrario al respeto y la convivencia, donde todo está permitido. Pero hay gente para todo, claro. Que nosotras sepamos, el belén entero tiene sexo, no son ángeles. Al final va a ser que a mucha gente no le gusta el sexo. Y lo que es peor, no sabe lo que es una vulva, donde se aloja la llavecita de nuestro placer. Y ya puestas, ¿se imaginan la que se hubiera montado si alguien se los hubiera comido? Un auténtica transmutación del pan y el vino. Porque no nos consta, tampoco, que los hayan retirado del escaparate, ni que no hayan hecho réplicas. Qué pesadilla para los creyentes, por dios.

Saliendo de la calle Cuna, en pleno centro, donde las luces de Navidad son más grandes, más bonitas y muchas más, donde va a parar, que todo el resto de calles juntas, y donde todo está limpio y a punto para el turismo, y hay árboles de verdad y no esqueletos o troncos cercenados, llegamos a los barrios porque Sevilla son sus barrios, o eso dicen. No sabemos lo que les pasa a ustedes, pero nosotras nos deprimimos un poco al llegar a los nuestros, uno más periférico que el otro, pero vamos, se nota que son eso, barrios que no son el centro de nuestra, por otro lado estupenda, ciudad, que ella como ente así en plan abstracto, vamos a seguir siendo justas, no tiene la gran culpa. El caso es que se nota tela que nos echan del paraíso navideño cuando dejamos el centro, para qué les vamos a mentir. Volvemos a esas calles no tan limpias, no tan de escaparate, y por supuesto muy poco adornadas para estas fiestas. No ya este año, es que la Navidad en los barrios no es alegre por la iluminación precisamente. Haber, hay poca, pequeña y fea. Es que los comerciantes son menos y no tan ricos, dirán. Es que la luz está más cara que nunca. A ver, que conste que si hay que elegir entre pagar la luz del alumbrado público y que ese dinerito se destinara a otros menesteres más imprescindibles, nuestra elección estaría clara. Pero es que eso no va a ser, y los de siempre, el centro, se llevan lo mejor. Ramalazo de clase, se llama.

Por cierto, hablando de la luz, poco se habla de los apagones, no en el momentazo navideño, sino durante todo el año y de forma frecuente, en los barrios que también son Sevilla. Nos lo cuenta la vecindad de Torreblanca, San Jerónimo, Padre Pío, Polígono Sur, Palmete. Pero si hasta a veces afecta (un poco) al centro, a Triana y Los Remedios. Ya saben, exigirles a las grandes empresas que cumplan con sus contratos les cuesta a nuestras instituciones. Es llegar a la política y ya no ves las menudencias cotidianas de la inmensa mayoría, ya sea trabajar, comer, o pasar frío. Lo dicho, menudencias de gente normalita que al final lo que quiere es ir a pasear al centro, bien abrigados, hacerse selfies para que se vea el árbol de luces led más grande de Europa y contemplar hacia arriba ese perfecto alumbrado, envidiándolo y admirándolo a partes iguales, porque qué más quisieran tener algo así en su barrio. Si lo sabrán ellos.

Pasen y vean, si pueden porque no cabe un alfiler, y ya estamos de nuevo en el centro de la ciudad, no hay manera de escapar del círculo, qué viciosillo es. Colas y más colas de familias enteras esperando a ver un belén. Pero no el de bollería, el de penes y vulvas, por favor, que hay niños y niñas delante y eso no puede ser. Ellos no tienen sexo, como los ángeles, ya habrá tiempo. Quién sabe, por el camino que vamos, cuando crezcan seguirán sin tener sexo, lo mismo el mundo entero se hace trasnhumanista, mira por dónde van a tener razón los ofendiditos, van a conseguir que no haya sexo ninguno, qué ordinariez. Qué va a ser entonces de estos creyentes, cuando ya no puedan armar denuncias contra el uso de coños insumisos, o de vulvas vírgenes, con su túnica azul y todo. Nos tienen fijación, está claro. En fin, nadie sabe qué pasará con las navidades del futuro en esta ciudad otrora ensimismada y a la que todo quisqui le echaba en cara su especificidad pero que está mutando, como todas, en un escaparate de plástico donde ya no caben los vecinos y vecinas. Mientras tanto, estas navidades han sido más eróticas de lo que a algunos les gustaría.

Nos apoya

Nuestro nombre pretende ser un humilde homenaje a Syd Barrett, fundador y líder de Pink Floyd, que posteriormente tuvo que dejar la banda por los problemas mentales derivados del consumo de LSD. Un genio que pasó como un rayo por el mundo de la música. Al igual que él, muchos libros pasan por el mundo siendo rayos fugaces, cuando su interés no debería haber desaparecido nunca.

Desde Editorial Barrett no nos olvidamos de esos libros y queremos que todo el mundo los conozca, que se hable de ellos, que formen parte de nuestras vidas y de nuestras futuras mudanzas.El logo de Barrett hace referencia a Bike una de las canciones más surrealistas de Syd y que define nuestra línea de trabajo. «Tú eres la clase de persona que encaja en mi mundo. Te daré cualquier cosa. Lo que sea, si tú quieres cosas».

Queremos sorprenderte, si lo que tú quieres es que te sorprendan.

Esperamos que como lectores os apasione caminar junto a esta panda de locos.