nº45 | desmontando mitos

Receta Anti-Rumores

Os Presentamos el fanzine Anti-rumors*, que aborda la problemática de los rumores dentro de los movimientos sociales

Un rumor es como un mito de andar por casa, una verdad a medias o mentira bien camuflada que nos ha dado pereza desbaratar. Los rumores no poseen la fuerza opresora de los sistemas de creencias que condicionan nuestra existencia, sin embargo, un rumor bien extendido puede ser un plato de mal gusto. Afortunadamente, mitos y rumores se desmontan con el mismo cuchillo que nunca debe faltar en nuestra mesa: el pensamiento crítico. En esta edición de «Desmontando mitos», os traemos una receta contra los rumores, el Fanzine Anti-rumors* publicado por la asamblea libertaria de Vallcarca Heura Negra. En realidad, el título correcto de este fanzine tendría que ser Anti-cierto-tipos-de-rumores-que-acaban-haciendo-daño-y-no-anti-todos-los-rumores-en-general pero, como es muy largo, hemos optado por la versión corta aunque engañosa.

Empezamos con una tapa: si la harina de garbanzo aglutina la salsa, el salseo aglutina las comunidades humanas. Tanto es así, que se especula que el chismorreo podría ser la causa del desarrollo del lenguaje en las primeras tribus de Homo sapiens. Hoy en día, sin embargo, el importante papel que juega el cotilleo en la cohesión grupal es menospreciado. Algo huele a machismo rancio en esta cocina en la que los términos cotilleo, marujeo, o el safareig en catalán, tienen connotaciones peyorativas. El cotilleo o salseo puede entenderse como un acto político. Para quienes así lo creen y se reivindican orgullosamente como cotillas recomendamos el texto «En defensa del safareig» que podéis encontrar en el blog Difonlaidea con versión en catalán y en castellano.

Pero no toda la salsa es de color de rosa, los cotilleos y rumores pueden destruir relaciones, debilitar vínculos y minar la cohesión de un grupo. Muchas de las personas que peleamos por un mundo mejor barrio o pueblo menos malo, acabamos formando, premeditadamente o no, comunidades formales o informales más o menos cohesionadas. Nos necesitamos para satisfacer nuestras necesidades emocionales y materiales. Si nos atrevemos a soñar no solo se trata de satisfacer necesidades, sino de vivir plenamente. La utopía es alcanzar el equilibrio entre las redes afectivas de vecinas, amigues y familiares con las organizaciones asamblearias en las que coordinar las necesidades y problemas que seamos capaces de abordar en colectivo. No se trata de una dicotomía, ni tampoco pensamos en esferas separadas con perspectivas excluyentes entre sí. Necesitamos las dos si queremos salir de ESTA, y, si lo conseguimos, será en comunidad. A medida que las redes de cuidado, de apoyo mutuo y de afecto se entrecruzan y se extienden hacia fuera, con un número mayor de personas y hacia adentro con vínculos afectivos más arraigados, somos más fuertes como grupo, pero también nos hace más vulnerables como individuos a los rumores y al escarnio público. Desgraciadamente, parece inevitable que cada vez que se arrejuntan gentes entre gentes se dan malentendidos, conflictos y experimentamos diferentes sensibilidades total o parcialmente irreconciliables.

Alrededor de los conflictos orbitan los rumores, especialmente el tipo de rumores con los que podemos hacernos daño mutuamente. Si bien la resolución de un conflicto pasa por las partes implicadas, el resto de la comunidad juega un papel importante en la dimensión que este acaba tomando. Evitar difundir rumores es una herramienta de autocuidado colectivo. Anti-rumors* alerta sobre cómo los rumores pueden generar opiniones hostiles en nuestros entornos sobre conflictos cuya realidad desconocemos y cómo puede esta hostilidad condicionar nuestro comportamiento con quienes nos rodean. En el fanzine se nos plantean preguntas con las que filtrar la información que recibimos: «¿Es fiable el rumor que ha llegado?» «¿Qué necesidad tengo de saber qué ha pasado exactamente?» El texto nos invita a cuestionarnos si queremos formar parte activa en la resolución de un conflicto o si, por el contrario, queremos seguir tirando más leña al fuego. Si no queremos hacer ninguna de las dos cosas, siempre podemos ejercitar el arte de no tener una opinión definida sobre un tema; como dice el refrán, «en boca cerrada no entran moscas».

Finalmente, queremos remarcar que, según cómo se interprete esta crítica a la rumorología, podría utilizarse como un argumento para restar credibilidad a las personas que denuncian una agresión machista. Queremos dejar claro que el texto no va de ninguna manera en esta dirección. Cuando una persona denuncia una agresión de este tipo no debemos tomarlo en ningún caso como un rumor, sino como lo que es: una denuncia de agresión.

Para completar el menú, de guarnición tenemos las deliciosas ilustraciones de La Alex, colaboradora habitual de El Topo. Podéis cotillear más su estilo cuqui-punki en www.instagram.com/sotisacal_/. Por si os habéis quedado con hambre, el fanzine completo podéis encontrarlo en la página web del colectivo. Se rumorea que se está cocinando una versión en castellano.

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