nº20 | editorial

Por ahora vamos ganando

Todavía somos más listas que los malos, por ahora vamos ganando. ¿Qué cree, que peco de optimista? Quiero decirle que tiene ante usted una publicación autogestionada, cargada de tiempo y energías militantes de muchas personitas que ven las falacias que nos imponen los malos e intuyen dónde están las salidas. Usted también es más lista que los malos, y si siente una cosquilla en la barriga que le impulsa a leer esta publicación es que el mundo nuevo se está abriendo paso desde su píloro.

Pero con los pies en la tierra. Nos sabemos atravesadas por la precariedad, hemos escuchado muchas veces la venenosa frase de «si tú no haces este trabajo en estas condiciones, vendrá otrx y lo hará». Pero, como nos cuentan las compas de la plantilla de Ikea, sabemos que el antídoto es la solidaridad y la movilización. Y es que somos gente que pensamos y no nos engañan sus contextos.

Los malos son muy malos. Siempre andan intentando enmascarar sus vergüenzas. Nos han mentido tanto que hasta se inventaron nuestros cuerpos, nos dijeron cómo debían comportarse y cómo debían ser, pero sabemos desmontar mitos, reapropiarnos de nuestros cuerpos y reivindicar el orgullo menstrual. Y después van de buenos, y nos cuentan que su progreso nos salvará de todo, sus ibuprofenos nos salvarán de nuestras reglas y sus macroinstalaciones de servidores de internet nos traerán un futuro próspero y sostenible. No contaron con la astucia de nuestras hackers, que saben tirar de la manta y contarnos que internet consume materias primas a raudales y que no es tal la magia sostenible que nos venden, se creerán que somos tontas.

La cosa está muy mala. Dice la tele que un excéntrico multimillonario yanqui gobierna el mundo, pero usted y yo, las listas, sabemos que el tal Trump no es más que un conserje de los malos, no hace falta más que indagar un poco en política internacional.

Y ante este panorama, plantamos cara. No es fácil, su represión es casi omnipresente, y cuando no pueden encerrarnos nos multan y persiguen nuestros proyectos, como le pasó al compañero Carrique. No saben que con su represión, las listas nos hacemos tirabuzones y que montamos redes de apoyo y cajas de resistencia y duramos más.

Nos sabemos muchos trucos, somos conscientes de nuestro tiempo y nuestro territorio. Conocemos nuestra historia más reciente, la que nos atraviesa, somos las hijas de las punkis que nunca pudieron domesticar, como nos cuenta Kikol Grau. Construimos desde lo que somos, habitantes de la colonia llamada Andalucía, hijas de la periferia que tiene un escalón más que subir para alcanzar la meta.

Eso, la meta. Sabemos lo que queremos. Queremos ser dueñas de nuestro aquí y nuestro ahora, queremos autogestionar nuestras vidas para que merezca la pena vivirlas. Autogestión, ya sabe, eso de «a mí no me dé, a mí déjeme donde haiga que ya lo cojo yo». Esto va de que la tierra, el agua y la materias primas son para quien las vive. Que sí que se puede, lea la experiencia de Montenoso mancomunando montes o la de la Fundación Nueva Cultura del Agua luchando por una gestión pública del agua.

Y vamos a seguir incansables hasta que lo consigamos, como la asamblea del 15M de Montequinto, que pasa de la moda y sigue reuniéndose en su nuevo centro social Otro Mundo Posible. Y si nos cansamos hay relevo, como la organización juvenil libertaria, andalucista y feminista Nazarí (suspiro de amor). La juventud, divino tesoro, confiamos en su desobediencia aún no domesticada y sabemos que saltando una valla de un colegio tristemente cerrado para jugar al futbol también se lucha contra la privatización del deporte.

Aquí las topas, desde abajo y tirando por la izquierda, somos retaguardia. Por debajo se ven los hilos de este tinglao de los malos y visualizamos las vías de Fuga con nuestro Luis a la cabeza de su librería, epicentro neurálgico para enlazar praxis y teorías.

Qué de cosas sabemos… más de lo que querrían. Usted y las topas tabernarias somos errores de socialización, no entramos en sus planes, pero aquí estamos, dispuestas a cortar sus hilos y, otro bi-mes más, ir creando una vida digna de ser vivida por todas.

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