nº48 | tema que te quema

Perú ya tiene presidente: Pedro Castillo

Pedro Castillo ya ocupa el sillón presidencial del Perú. Después de ganar las elecciones a Keiko Fujimori por poco más de 40 000 votos, tiene por delante el reto de comenzar una transformación social al tiempo que ataja el problema de la pandemia en el país con más muertos por habitante del mundo y de una oposición política con mayoría en el parlamento dispuesta a retirarlo del gobierno. El nuevo presidente representa al mundo andino e indígena, y se aleja de las élites urbanas y capitalinas, que se caracterizan por mirar más a Europa y a EEUU que a su propio país.

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El periodo político peruano reciente se ha caracterizado por su conflictividad y la incapacidad de llegar a acuerdos. En el 2016, por un periodo de 5 años, fue elegido Kuczynski frente a Keiko Fujimori, quien perdió la elección por un pequeño margen. Ambos son representantes de la derecha conservadora del Perú, sin embargo, el país eligió a un ex ministro de economía y empresario financiero antes que la hija del expresidente Alberto Fujimori, sentenciado por crímenes de lesa humanidad y corrupción. Desde ese momento, con una presencia mayoritaria en el Congreso peruano del fujimorismo, se inició un proceso de obstruccionismo y cooptación de cargos públicos que no tenía precedente en la historia política peruana desde el retorno a la democracia en el año 2001. Como producto de esta dinámica, en 2018, el presidente Kuczynski renunció ante una inminente censura del Congreso. Desde esta renuncia se produjeron la disolución del Congreso y una censura presidencial, teniendo como saldo de este periodo 4 presidentes y 2 Congresos en 5 años. Esta dinámica se mantiene intacta para el presidente Castillo, quien ganó la elección este año por un estrecho margen de 0,25% y que tiene una oposición en el congreso mayor incluso que su antecesor.

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La COVID-19 ha golpeado al Perú fuertemente. Se registra una mortalidad total de 5 885 muertes por millón de habitantes, la mayor a nivel mundial (ref. España tiene 1 987 muertes por millón de habitantes). La pandemia en este sentido ha visibilizado que la corrupción y la pobreza tienen impactos claros sobre la salud pública y la vida. Las y los peruanos que han perdido la vida en pocas ocasiones han sido personas con más recursos económicos ubicados en la capital o zonas urbanas y, por otro lado, el mercantilismo privado frente al desborde de la atención sanitaria pública permitió que muchas familias de ingresos medios se vean endeudadas por sumas millonarias. Finalmente, tanto en el sector público como privado han operado y siguen funcionando mafias de oxígeno, camas en cuidados intensivos y vacunas entre otros. En definitiva, corrupción, pobreza, discriminación y desigualdad, todo evidenciado en la crisis sanitaria y tal vez la causa principal por la cual la mayoría de la población está más predispuesta a un cambio mayor en el gobierno del país.

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La elección del 2021, después del retorno a la democracia el 2001, ha sido sin lugar a duda una de las más polarizadas y controvertidas. En cierta medida recordó la elección de 2011 en la que ganó Ollanta Humala también frente a Keiko Fujimori. Humala fue elegido presidente con una propuesta política de gran transformación social, sin embargo, su Gobierno se moderó significativamente e hizo solo algunas pequeñas reformas, lo cual fue vivido como una traición por la mayoría de sus electores. Tanto en 2011 como en 2021, los medios de comunicación iniciaron una campaña a favor de un candidato acorde a sus intereses. En esta ocasión, la campaña contra Castillo fue con acusaciones de terrorismo. Se evidenciaron las peores características de la élite de la sociedad peruana, cuyo racismo y privilegios estuvieron en perfecta sintonía con la campaña de terruqueo de los medios de comunicación. En días posteriores a las elecciones, ante los resultados de la Oficina Nacional de Procesos Electorales que daban por ganador a Pedro Castillo, Keiko Fujimori inició una estrategia legal buscando declarar nulos miles de votos de zonas rurales con el pretexto de que se había llevado a cabo fraude. Después de un proceso atípico de varias semanas, con acusaciones y procesos legales delirantes que no pudieron comprobarse en ningún caso, Pedro Castillo pudo ser proclamado oficialmente como presidente.

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Pedro Castillo es presidente del Perú a sus 51 años por un partido en el que milita de manera reciente si consideramos que Perú Libre se fundó en 2012, cuando el actual presidente militaba en otra organización. Perú Libre se define en su ideario como un partido político de izquierda socialista marxista leninista, de origen provinciano y andino. Pero más que su partido, lo que representa la identidad política del presidente Castillo es su pertenencia al gremio de docentes, específicamente la Federación Nacional de Trabajadores en la Educación del Perú (fenatep), espacio gremial que fundó y del cual ha sido secretario general. Este gremio lideró la huelga magisterial del 2017 que significó que se produjera un cambio de ministra y una crisis total en el Gobierno. Castillo fundó la fenatep como una propuesta de radicalización de las demandas docentes al considerar que el Sindicato Único de Trabajadores de la Educación del Perú (sutep) no representaba adecuadamente los intereses de los docentes. Él es maestro de educación primaria de la escuela en la que estudió de pequeño en el distrito de Tacabamba, provincia de Chota en Cajamarca. Por otro lado, no menos importante en su identidad como indígena campesino son las rondas campesinas y comités de autodefensa de los cuáles ha sido parte. Esto es claramente expresado en la conformación de su primer gabinete, el cual está compuesto por diferentes líderes de organizaciones sociales así como por sus aliados políticos en el proceso de segunda vuelta electoral entre las que también se encuentran algunas organizaciones políticas de izquierda progresista.

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El presidente Pedro Castillo nació en Puña, cuyo distrito, Tacabamba, tiene poco más de 15 000 habitantes. Estudió la primaria en un colegio público en su pueblo y tuvo que desplazarse al distrito contiguo de Anguía para culminar sus estudios secundarios. Posteriormente estudió en Cajamarca y, luego de graduarse, a sus 26 años empezó a desempeñarse como docente de educación primaria de la misma escuela en la que estudió de niño. La familia del presidente se ha mudado recientemente a la capital del país pero nos cuentan que extrañan su casa en Cajamarca, sus animales y sus tierras, todo lo cual no es fácil de entender para las élites urbanas que están con sus ojos más puestos en Europa o EEUU que en las poblaciones indígenas y campesinas del país. Esta parte de la vida del presidente es fundamental para entender sus prioridades y la reivindicación de millones de peruanos que se identifican con un presidente campesino al igual que sucedió con Evo Morales en Bolivia. En este sentido, las prioridades del Gobierno están centradas en fortalecer a las organizaciones indígenas en el marco de un Estado plurinacional; llevar a cabo una reforma agraria que favorezca a los pequeños y medianos agricultores; tener participación en actividades económicas estratégicas como la minería y el gas, entre otras. Para ello, Pedro Castillo y Perú Libre consideran que la actual Constitución política no es una herramienta pertinente para la mejora de los servicios públicos por lo que ha propuesto una Asamblea Constituyente, al estilo de Chile, para reformar la Constitución.

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Pedro Castillo ha nombrado a un hombre homófobo como presidente del Consejo de Ministros, en un gabinete en el cual solo hay dos mujeres en los diecinueve cargos ministeriales que lo componen. Y aunque cuenta con cuadros de izquierda en carteras como Relaciones Internacionales, Economía y Mujer y Poblaciones Vulnerables, la mayoría de sus ministros y congresistas se identifican principalmente con valores conservadores. Al ser cuestionados por su visión conservadora en relación con las diversidades y el feminismo, la mayoría responde que no son los valores en los que han crecido y que mucha gente de comunidades indígenas y campesinas no consideran que la vida «deba ser así». Es más, el presidente del Consejo de Ministros en una reciente entrevista señaló que el programa de Verónica Mendoza, candidata presidencial de la izquierda progresista en el último proceso electoral, no fue apoyado porque no estaban de acuerdo con que se les imponga una visión que no comparten. En este sentido, se podría decir que, si bien es un Gobierno con una propuesta de transformación social, su proyecto no incluye como prioridad las políticas de diversidades ni de igualdad de género.

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Pedro Castillo tendrá que buscar permanecer en el poder el tiempo suficiente para poder hacer los cambios sociales, políticos y económicos que propone. Ello no será fácil considerando que los poder fácticos del país, consolidados en una élite principalmente urbana y capitalina, cuentan con una representación sólida en el congreso y en otros poderes del Estado. Existe consenso en que el presidente solo podrá gobernar en la medida que cuente con el respaldo mayoritario de la población, en especial el de organizaciones sociales de base y, por otro lado, que no se vea envuelto él y sus equipos en escándalos de corrupción como en los que se han visto envueltos la mayoría de los expresidentes del Perú. El presidente Castillo lo sabe y hacia esa dirección está dirigiendo la toma de sus decisiones.

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