nº67 | construyendo posibles

Nobituario: el último tránsito de Kim

Un 27 de febrero de 2025, fallece a los ochenta y tres años la compañera Kim Pérez. Fue profesora de Ética y Filosofía. Activista inquebrantable, Kim ha sido parte de la historia de la lucha por nuestros derechos, los de las las personas trans. Fue una amiga y compañera que amaba a su comunidad. Les miembres de su familia extendida la recordaremos con la misma fuerza y amor que nos transmitió durante toda su vida. Te acompañamos, Kim, ilustrísima y querídisima señora trana, fuerta y nobinaria, en tu último tránsito, con este nobituario: un obituario no binario, porque ya yaces muerta, pero para nosotres sigues viva. Descansa en paz y que la tierra te sea leve.

A Kim Pérez la llamaron «hombre» al nacer, en Granada, en 1941. Como buena andaluza, se puso flamenca y dijo ella que «tararí que te vi». Se enfrentó a una España postfranquista y se la reconoció como quién fue: una pedazo de señora, mujer, trans y nobinaria.

Kim Pérez no cabía exactamente en un molde. Como buena señora trana y no binaria fue mujer de dicotomías. Avanzada a su tiempo y, a la vez, señora de su época. Kim fue una de muchas y, al mismo tiempo, una de muy pocas. Fue una de esas meritorias señoras trans que lo petan y llegan lejos en un una sociedad que a nosotras, las trans, nos oprime. Como tal vivió y experimentó grandes soledades. Al mismo tiempo, construyó una comunidad, una familia extendida, que la acompañó toda su vida. Kim fue una activista transexual inquebrantable que visibilizó su tránsito y peleó toda su vida por los derechos de su comunidad. Kim ayudó a infinidad de personas con sus escritos, saliendo en televisión, hablando por su web o por teléfono. Cuando transitó con cincuenta años, desbrozó carreteras perdidas de posibles caminos. Dio a luz a personas trans mayores que florecen en la tercera edad.

Para muchas personas trans es un desafío transitar. Cuesta encontrar un recodo de paz donde sentir nuestra propia euforia en una sociedad tránsfoba. Cuesta desafiar a esa sociedad y mostrarnos como somos. Cuesta recorrer este camino cuando nos recubren el miedo y la duda; cuando solo atisbamos o intuimos el calor y el brillo de quiénes somos o podríamos ser.

Existen en el universo versos de tal fuerza que pueden romper la piedra más dura. Como el agua que, poco a poco, erosiona el granito en la hermosa Garganta de los Infiernos del Valle del Jerte, en la Sierra de Gredos. De allí es Jara Juana Bermejo Vega, compañera activista de Kim, quien recuerda que en uno de esos versos encontró Kim la llave para comenzar su tránsito: «Solo la realidad puede salvarme». Nos decía Kim que «solo vivir de esta manera como soy puede salvarme, aunque el mundo se hunda, aunque pierda el trabajo, mis condiciones de vida, el poder ayudar a mi madre» (Requena Aguilar y Borraz 2021). Pide Jara Juana al tiempo y al destino que el agua de garganta grabe las palabras de la compañera Kim en piedra. Que las encuentren siempre nuestris compañeris trans si se desvían en su tránsito. Que les ayuden a navegar desde fantasías a realidades, como decía Kim, para habitarse a si mismis.

Cuenta Fabiola Teresa López Romero, Fate, que para ella Kim Pérez fue «una amiga íntima, mentora, abuela y un largo etcétera». Recuerda Fate, mientras escribimos juntas este nobituario, maravillosas anécdotas de Kim: «Tengo momentos con ella inolvidables en todos los sentidos. De activismo, huelgas de hambre, momentos dolorosos, de mucho humor y de amor. En una ocasión, mis padres, Kim y yo íbamos en un taxi a una negociación al parlamento andaluz. El taxista, su esposa estaba embarazada. Él escuchó todo lo que decíamos, y las estrategias para las consejeras. Él dijo al final: «He aprendido en este viaje que no importa si es niño o niña, sino la decisión de mi hije y que se desarrolle como desee»».

Responde Jara que Kim no tuvo hijis como dicen «de su vientre», y bien es cierto que por su barriga no podía tenerlos. Pero muchas mujeres trans sabemos que Kim fue madre: una madre colectiva. Somos las mujeres a menudo madres plurales, que nos damos a luz unas a otras, en remolinos entrelazados, sin jerarquías definidas, de lógicas difusas; que nos acompañamos como amigas, como familias, como compañeras de lucha. Kim Pérez tuvo hijis, sobrinis y nietis; fue a la vez hiji, hermani, primi y nieti de otris mujeris trans.

Las transexuales aquí reunidas, Kim, Fabiola y Jara, nos congregamos por primera vez un 11 de febrero de 2020, en una Mesa redonda en el Palacio de la Madraza. En un evento  de señoras trans que arrasó con las expectativas de aforo. Donde conversamos sobre las dificultades de ser trans y habitar las academias, los puestos de responsabilidad, las altas (aunque no tan altas) esferas. Donde conversamos sobre nuestras grandes alegrías y mayores preocupaciones del momento: entre ellas, el peligro del auge de los nuevos fascismos. Ese 11 de febrero de 2020, unides por la gracia de Kim Pérez, se formó una nueva familia extendida: la de Kim, Fate y Jara, la de Beti, Celia, Néstor, Noa, René y Silvia. Familias de cuirses que portaremos la antorcha con la llama Kim.

Kim fue sin duda una mujer singular y extraordinaria, y en ocasiones, para algunes, excéntrica; pa según qué cosas, y no pocas, también una persona mu sencilla y mu normal. No era fan de liarse cocinando, pero amaba y era mu agradecía con la buena comía. Tomaba su descafeinado con algún dulce granadíno. Sus refrescos favoritos eran el vino Castillo de Salobreña y el Bitter Kas. Le gustaba salir y las reuniones de amigues que se alargan. Hablaba de los temas que le gustaban con mucha pasión y no dejaba de escuchar a sus  personas cercanas cuando lo necesitaban.

A Kim le gustaba que la trataran como lo que era, una señora de bien: bien no binaria.

Kim fue una señora dual, de una fascinante profundidad que acogía universos que, para muches, podrían ser contradictorios, pero que ella abrazaba y acunaba en superposición cuántica, caótica y coherente. Kim nació en una familia de alguna alcurnia, pero luchó en la calle junto a tranas plebeyas. Fue un grito de rebeldía y un producto de su tiempo. Fue una señora en una silla de ruedas y una fuerza libertaria. Kim luchó por los derechos de las personas trans, luchó porque no nos matasen, luchó por sobrevivir y luchó por construir.

Kim Pérez fue de las primeras transfeministas que escribió sobre la variabilidad de ser trans o no binarie, allá por los noventa. Habló abiertamente de ser no binaria en los últimos años de su vida, lo que ella llamaba «ser trans intersex». Decía que «la realidad de nuestro ser no es binaria y además es muy variada» (Gallego 2020). Criticaba los fundamentalismos rancios y a los mal llamados «feminismos» que enclaustran a «la mujer» en marcos binarios.

No le veía el sentido al binarismo hombre-mujer «más cerrado y usual», que disecciona a los seres humanos siguiendo rasgos culturales masculinos o femeninos. Afirmaba Kim que la realidad ni es tajante ni es única; es compleja. Kim nos enseñó a abrazar la belleza de la vida en su complejidad.

Kim tenía un sentido de la lógica sin precedentes y una gran humanidad. Fue un aliento constante en la lucha de las personas trans. En el ámbito legal, estuvo detrás de la primera unidad de atención de personas transexuales en 1999 en Andalucía. Apoyó a Carla Antonelli en la huelga de hambre para la Ley de Identidad de 2007. También colaboró en las leyes andaluzas de 2014 y 2017. Peleó hasta el día de su muerte, a contracorriente, contra los fascismos y discursos de odio. Kim fue una luchadora que dio la cara por nuestro derecho a existir, por nuestra supervivencia.

Kim desbrozó y allanó caminos para muchas mujeres trans y personas no binarias. Fue la primera mujer trans que formó parte de una candidatura electoral en España. Kim fue pionera, apasionada luchadora por los derechos, la dignidad y el orgullo de las personas trans. Derribó barreras y construyó espacios como profesora en colegios, institutos y universidades. Creó asociaciones y comunidades. Con especial cariño, recordarán a Kim sus compañeros de la Academia Identidades de Género, asociación presidida por Kim desde 2015 hasta el día de su muerte, para dignificar los estudios de las realidades trans. Te acompañan Kim, en tú último tránsito, tus compañeres Amets Suess, Ana Belén García Berbén, Antonio López, Daniel J. García López, Gloria Álvarez Bernardo, Lola Cano, René Clares y Stef Barozzi.

Kim fue una anciana dura de roer y cabezota con la que, a veces, estábamos en rotundo desacuerdo. También fue esa anciana visionaria que predice el tiempo con su dolor de rodilla. Que se mantiene fresca y viva para recordarnos que vienen los nazis: «Vox es una amenaza para los transexuales y para todos los españoles», nos dijo un día Kim Pérez mientras salía de una huelga de hambre con riesgo de muerte súbita (Carrasco 2019).

Kim luchó por su derecho para disfrutar la vida y, a la vez, como a muchas mujeres trans, a veces le faltó el tiempo para disfrutar aquello por lo que luchó. Mantuvo su activismo vivo hasta su último año de vida en el que empeoró su salud. Como señoras trans no binarias, nos ensancha el alma tener a referentas como Kim, que peleó toda su vida por nosotras. A la vez, nos enfurece un poco que el peso de la lucha antifascista caiga tanto sobre los hombros de una señora vetusta de ochenta y tres años. Kim llevó ese peso con orgullo y alegría, pero nos preguntamos, ¿no se merece una señora trans también en algún momento reposar sus huesos, descansar o, incluso, tocarse un poco el poño?Dice algo sobre el estado del mundo que una Kim Pérez peleara con uñas y dientes hasta el fin de sus días en una silla de ruedas. Nos dice algo sobre cuántes de nosotres nos atrevemos a criticar abiertamente a fascistas y fundamentalistas. Kim fue una de las muy pocas bravas que criticó la deriva tránsfoba y bioesencialista de ciertas «feministas» como Carmen Calvo. Kim nos explicó, repitió y pidió machaconamente que nunca quitemos el ojo a las ultraderechas tránsfobas. Que resistamos a las fuerzas y partidos que, con rabia y odio, vienen a matarnos. Kim se atrevió a decir muchas cosas que no se han dicho en muchos obituarios sobre la ilustrísima Kim Pérez.

Kim fue pasado y presente de la lucha de las personas trans. A Kim igual le faltó tiempo para ver germinar el fruto su legado, pero una cosa está clara, que ella vivió más que muches de vosotres juntes. Que algunos años de la vida de una trana como Kim pesan como si fueran diez.

Nosotras somos las tranas que luchamos por cultivar un mundo donde ser libres y disfrutar. A nosotras nos falta el tiempo y el espacio para pelear menos e ir a pasar tiempo con Kim y nuestras personas mayores. Pero tenemos claro que Kim nos quiso dejar su legado para que lo disfrutemos. Que sirva este nobituario, Kim, para reivindicar ese espacio, disfrutarlo y mantener viva su memoria.

Nosotris somos compañeris, amiguis y familias de Kim. A veces nos falto el tiempo y el espacio para conocerla más. Pero sabemos que el futuro que soñaba Kim habla de mantener vivo ese tiempo y ese espacio dentro de nosotris; un espacio donde podamos habitar nuestras múltiples realidades; donde podamos también reencontrarnos con Kim.

Kim, somos las personas que te quisimos y amamos. Quienes te leímos y escuchamos. Las que contigo hablamos, discutimos y aprendimos. Las que nunca te olvidamos.

Kim, fuiste una mujer que no cabe en una carta: singular, excéntrica, ilustre. Kim, fuiste compleja y compuesta, como los músculos y huesos que forman nuestra pelvis; como esa parte del cuerpo que a menudo no vemos, pero en silencio nos sujeta.

Homenajeada y galardonada en vida, el mayor premio que nos dejas, compañera Kim Pérez, es tu lucha, tu alegría, tu profunda inteligencia y amor a las personas trans. Te has ido, Kim, dejando un mundo mejor.

Te dedicamos, Kim, con cariño, este «nobituario»: un obituario no binario porque ya yaces muerta y, sin embargo, renaces, y seguirás. Que te acompañe nuestro nobituario en tu último tránsito y convenza a la Parca de que te deje ver los frutos del legado que nos dejas. Que te aligere el peso de la tierra; que te guie y acompañe hacia un plácido descanso.

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