La red de apoyo Mec de la Rue comienza como una iniciativa de un grupo de personas comprometidas con las situaciones más vulnerables de la población migrante en Sevilla, entendiendo el concepto de apoyo desde una mirada desinstitucionalizada, colectiva, sensible y transformadora
¿Qué carencias presenta el sistema de acogida en nuestra sociedad actual? ¿Cómo se gestionan los recursos sociales y qué soluciones plantean? ¿Qué consecuencias observamos? ¿Cómo pasar a la acción y no bloquearnos ante la realidad atroz que viven nuestras vecinas migradas? ¿Qué respuestas podemos dar desde lo comunitario y colectivo? Estas son algunas de las preguntas iniciales que nos hicieron plantearnos construir este modelo de apoyo, incidencia y acompañamiento a la población migrante.
Formar parte de la sociedad de acogida supone, para nosotras, una forma de participar, de actuar, de plantear iniciativas y propuestas a situaciones personales específicas, en contextos de exclusión, de vulnerabilidad, de dificultades para poder asumir un proceso integral de vida. Consideramos que dar respuesta a necesidades o prestar servicios carece de ese sentido lógico de la transformación social y la persona en sí misma. Las instituciones, tras muchos años de experiencia trabajando en ellas, están enmarcadas en un contexto de presión burocrática sin límites, una escasez de recursos humanos y materiales que precariza la atención social y unos márgenes donde la creatividad y la innovación no encuentran cabida. Desde MDLR entendemos que el sistema tiene insuficiencias, que la sociedad no está dando respuestas favorables a las personas migrantes que llegan a nuestro territorio y que es responsabilidad de quienes lo habitamos intentar formularlas. Esas respuestas requieren entender a cada persona de forma autónoma e independiente, con capacidades y debilidades, con sentimientos y emociones, con cargas del pasado y expectativas de futuro, con diversidad de experiencias y conocimientos. Promover actuaciones generales con criterios comunes sin atender a las especificidades no ha surtido efecto.
Así pues, llegaron a nuestros oídos una casuística de jóvenes migrantes extutelados que habían llegado al territorio español siendo menores, que se encontraban en la calle sin respuesta de las instituciones financiadas al respecto. Un pequeño grupo de personas con trayectoria profesional en el ámbito de las migraciones y con recorrido en la participación en movimientos sociales, iniciamos este colectivo y decidimos intentar buscar opciones realistas y promover un camino de confianza y apoyo a este grupo de jóvenes desesperanzados y sin motivación para poder conquistar miradas asistencialistas y paternalistas.
En este sentido se activaron personas de nuestros entornos más cercanos, concienciadas con una perspectiva activa de la transformación social a partir de actuaciones directas,
con grandes capacidades para la autogestión y organización colectiva de los cuidados, que hicieron posible que estos jóvenes se encuentren hoy en día trabajando, estudiando, con una situación regular administrativa, con apoyo psicoemocional y con posibilidades de desarrollar sus vidas tomando decisiones libres con una base sólida y segura.
En el origen de la red de apoyo MDLR, curioso y a mencionar, está una canción conocida del cantante hispano-marroquí Morad, que escuchamos de forma ininterrumpida durante meses, lo que dejó huella en nuestros cerebros. Esta red permanece activa, creciendo en sus diferentes cauces, cogiendo forma de manera autónoma como un ente que alberga vida propia. Es interesante, realista y bonito a la vez ver como personas que provenimos de contextos muy diferentes, a veces sin conocernos unas a otras, estamos formando y llevando a cabo una labor que está suponiendo un cambio real, aprendizaje y transformación, en las personas a las que acompañamos y en nosotras mismas. Se trata de un intercambio paulatino entre aquellas que quieren dar y recibir, que quieren construir sin prejuicios, que quieren transformar el concepto de la ayuda desde una mirada equitativa y sin fronteras, que quieren aprender de quienes tienen tanto que enseñarnos y ofrecer, que confían en que las personas sabemos entendernos y acompañarnos de forma conjunta, colectiva y sin subordinaciones. La red de apoyo MDLR es una realidad social transformadora en el contexto de la población migrante; una red con un grupo motor que intenta establecer determinadas dinámicas organizadas con una experiencia profesional previa.
Uno de los aspectos que nos distingue y nos hace crecer como grupo es el de compartir un aprendizaje y crecimiento conjunto, holístico y con una riqueza inmensa. La población migrante, en su gran mayoría (no olvidar migraciones entre países del norte), se enfrenta a una lucha de poderes, de estigmas y de prejuicios donde reconocer su valor, su aporte y su riqueza se relega a una mirada meramente productiva. Así pues, queremos poner el énfasis en la dimensión humana. Merecen ser admirados por el hecho de ser humanos. Más aún, por su diversidad cultural, modelos de pensamiento, espiritualidad y religiones dispares y convergentes en muchos aspectos a la vez, una oportunidad de diálogo entre la transversalidad de las opresiones. Suponen un espejo que nos hace entender injusticias invisibles, los resultados inhumanos que conlleva la desigualdad estructural de la que somos parte, de nuestro sistema político y económico neoliberal globalizado. Nos enseñan a cómo luchar en circunstancias traumáticas a través de estrategias de supervivencia. Son un potencial para crecer de manera conjunta y poder sumar y transformar este mundo en un lugar dignamente habitable para todas.
Cuando hablamos de intercambio, además, no se trata tan solo de un concepto interno entre las personas que formamos la red. Se trata de una realidad que requiere ser analizada en el contexto de un territorio donde la aportación de las personas migrantes es indispensable para el desarrollo del sistema productivo, agroalimentario, financiero y demográfico. Los datos registrados en las diferentes fuentes estadísticas de información son incompletos y contradictorios, ya que resulta inabarcable el control de fronteras y de personas que entran, residen y conviven en nuestra sociedad. Sin embargo, a partir de análisis cualitativos, podemos confirmar que son personas que contribuyen con sus impuestos tanto en las cotizaciones a la seguridad social como en su actividad como consumidoras. Es importante mencionar que equilibran un déficit de natalidad preocupante en la actualidad y que, con una aproximación temporal a medio o largo plazo del contexto demográfico, supone una alternativa real y necesaria para poder mantener dinámicas estructurales del sistema a nivel económico, político, social y cultural. Por aterrizar en realidades, el cultivo de los frutos rojos en Huelva supone un siete u ocho porciento del PIB de Andalucía. Cada año, alrededor de 20 000 mujeres marroquíes son contratadas en origen para poder llevar a cabo esta actividad. Y son miles las personas migrantes que viven en los asentamientos de municipios de Huelva que complementan a estas mujeres y hacen posible que el sistema agroalimentario se mantenga en pie.
Y si queremos seguir aterrizando en realidades, contemos historias de vida e iniciativas que han surgido y se han desarrollado desde la red. Empecemos por un aspecto que preocupa en primera instancia a las personas migrantes: la regularización administrativa. Son muchas las solicitudes que nos llegan para poder gestionar y tramitar expedientes de extranjería. Más de cincuenta personas han conseguido desde que iniciamos nuestra actividad tener «papeles». Es decir, disfrutar de un derecho legislado como residentes en nuestro país. No olvidemos que no se trata, tan solo, de una gestión burocrática. Se trata de poder vivir sin miedo a ser repatriado y retornado a tu país de origen, en el cual tu vida carece de unas mínimas condiciones que te permitan alcanzar la dignidad y libertad que otros seres humanos privilegiados asumimos con naturalidad. Solo nos diferencia dónde nacemos, sin posibilidad ni responsabilidad personal de cambio. Además, acompañamos psicoemocionalmente a estas personas en sus procesos vitales, en la superación de las huellas que han dejado las infinitas situaciones traumáticas sufridas. No es casualidad que los fármacos ansioso-depresivos sean los más vendidos en nuestra sociedad. Las personas migrantes también tienen derecho al bienestar mental y emocional. Pero, además, se han fomentado en estos dos años infinidad de iniciativas que han posibilitado el crecimiento personal y profesional de muchas de las personas a las que hemos acompañado desde la red. Talleres de cocina multicultural e interseccional, eventos y convivencias con comidas diversas, música y mercados, promoción laboral, búsquedas de alojamientos dignos, actividades comunitarias en huertos ecológicos, acceso a vestuario, manutención, transporte y otras muchas necesidades desde el intercambio, la voluntariedad y el compromiso. Fomentamos propuestas colaborativas con responsabilidad colectiva sobre la base de un intercambio y enriquecimiento mutuo. Nos sentimos una parte más de lo que entendemos como social y reaccionamos ante la injusticia de la deshumanización institucionalizada. Intentamos no quedarnos indiferentes y pasar a la acción, una forma de posicionarnos en este mundo delirante.
En la red en cada una aporta en función de sus capacidades y necesidades y esta aportación personal, va definiendo, a diario, la red. Intentamos aportar flexibilidad, agilidad y humanidad en las respuestas, sin el establecimiento de los protocolos, categorización y objetivación que definen el marco institucional, sino por el contrario, con la complejidad, diversidad y matices y contradicciones que implica el marco de lo subjetivo, personal y humano. Así mismo, intentamos aportar un tapiz de relaciones desinstitucionalizadas en un contexto en el que la intervención social establecida se encuentra fragmentada y supone el aislamiento de las trayectorias de los jóvenes migrantes en su llegada a las sociedades de acogida. Para poder intervenir de forma práctica, realista y organizada, creamos pequeños subgrupos de apoyo dentro de la red que acompañan a personas y procesos específicos. Contamos también con la colaboración de colectivos como el Enjambre Sin Reina, Enredadas con la Tierra, la Huerta de la Alegría, Ecologistas en Acción, Diálogos Para Construir y Abrázame entre otras.
Finalizamos invitando a las personas lectoras de este medio, al cual estamos agradecidas por permitirnos compartir y transmitir nuestra mirada. Somos quienes construimos el mundo que habitamos.