nº37 | ¿hay gente que piensa?

HOMO OECONOMICUS

En ocasiones, desde El Topo intentaremos servir de altavoz para personas jóvenes. Tienen mucho que decir y es necesario que prestemos atención a sus reflexiones y propuestas. En esta ocasión toma la palabra Lucas, de 16 años. Pasen y lean.

Útil, según la RAE es ‘aquello que trae o produce provecho, comodidad o interés’. Pero, por regla general, el único beneficio esperado de nuestra acciones útiles es tangible. No importa que el provecho que se le pueda sacar a cada una de nuestras acciones sea inmediato o lejano.

Esta perspectiva utilitarista de las cosas que se ha trasladado a la realidad y ha penetrado en casi todos los aspectos de nuestra vida, es peligrosa. Especialmente para la educación ya que, por su duración indefinida, carece de un fin.

Es decir, los colegios públicos han dejado de ser un instrumento del saber. Y se han convertido en fábricas de trabajadores acostumbrados a renegar de su esencia, ignorar sus sentimientos y alinearse continuamente con un sistema que nos aísla a la mínima de cambio. Estas escuelas obligan a su alumnado a ceñirse a horarios insufribles y a asimilar cantidades ingentes de información que, en la mayoría de los casos, no sirve para nada más que para confundir. Y hace que los colegios estén más lejos que nunca de ser academias populares. 

Esta perspectiva utilitarista de las cosas creo que también nos ha alejado de nuestro cuerpo, haciendo que lo percibamos como una herramienta más a disposición del sistema, en vez de como el sustento material de nuestra vida.  

Se nos priva del tiempo necesario para cuidar nuestro cuerpo y acabamos tratando al cuerpo como a una máquina que nos permite ir a trabajar, dormir y emborracharnos. 

En fin, este artículo no puedo acabarlo yo solo. Necesito ayuda de toda persona que lo lea. Intentad responder a una pregunta que puede tener una apariencia un poco vana pero que creo es de vital importancia: ¿a quién estamos intentando satisfacer?

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Ecologistas en Acción es una confederación de más de 300 grupos ecologistas distribuidos por pueblos y ciudades. Forma parte del llamado ecologismo social, que entiende que los problemas medioambientales tienen su origen en un modelo de producción y consumo cada vez más globalizado, del que derivan también otros problemas sociales, y que hay que transformar si se quiere evitar la crisis ecológica.

Para ello realiza campañas de sensibilización, denuncias públicas o legales contra aquellas actuaciones que dañan el medio ambiente, a la vez que elabora alternativas concretas y viables en cada uno de los ámbitos en los que desarrolla su actividad.