nº23 | entrevista

“Hay que plantarse y decir no a muchas cosas, aunque sea políticamente incorrecto”

José Luis Tirado, cineasta, autor de ‘No. Un cuento flamenco’

Nos citamos con José Luis en su casa y al llegar lo encontramos hablando por teléfono con el Gran Wyoming sobre la denuncia al Intermedio por las bromas sobre el Valle de los Caídos. El franquismo, la censura y la transición abren la conversación. 

José Luis Tirado. Te preguntas cómo pueden seguir después de tantos años teniendo crédito. Bueno te lo puedes creer porque la transición fue lo que fue, no hubo una condena pública de la dictadura ni del fascismo.

El Topo. ¿Se puede desatar ese nudo que dejaron tan bien atado?

J.L.T. Se puede desatar pero desde distintos frentes. No basta con declaraciones de buena voluntad. Hay un frente sociológico y generacional. La Historia se enseña desde ese revisionismo que subraya lo de las muertes en los dos bandos, que en ambos hubo buenos y malos…Y la cuestión es que había un régimen democrático, que se produjo un golpe de estado que triunfó en medio territorio mientras que el otro medio quedó fiel a la República. Y donde triunfó no hubo guerra, hubo solo represión, una guerra de tapias y de cunetas. Incluso en Navarra, donde no hubo ni resistencia, hubo más de 3000 asesinados… Era un régimen para instaurar el terror y acabar con todo tipo de pensamiento de izquierda y democrático y lo han conseguido. Por eso, no sé si se puede desatar pero se debe. Es una cuestión de justicia histórica. Yo creo que la transición está por hacer y no sé si lo que hay que hacer es una transición o una ruptura que no se hizo en su momento.

El Topo. Escultor, documentalista, ahora un musical…La especialización no va contigo

JLT. Tiene que ver por un lado con mi formación, que es multidisciplinar, también con un cierto sentimiento renacentista contemporáneo de tocar muchas disciplinas y no tener prejuicios. Yo igual he editado una revista -que forma parte de un proceso artístico y de creación- como he hecho una película o una escultura. Depende de los medios, depende de los tiempos, de los momentos, pero sobre todo de los contenidos, que te marcan como contarlos. Y de la eficacia, porque el trabajo que se hace es para cuestionar las ideologías dominantes e incidir desde el punto de vista social. A mí me ha enriquecido, no desde un punto de vista comercial porque no he hecho una carrera como escultor, por ejemplo, pero eso no me importa. Y luego hay que estar abierto a los nuevos formatos.  Cuando hacía escultura y quería contar una historia tenía que mover un camión. Ahora con las nuevas tecnologías no hace falta ni el DVD, por las redes puedes llegar a mucha gente. Esto no quita que modele con la luz, o que en un momento dado haga una escultura porque lo demande la situación. La última que he hecho ha sido en Puerto Real como homenaje a la lucha de Astilleros.

E.T. En tu obra hay una serie de temas recurrentes como las fronteras y la inmigración. Desde Paralelo 36 ¿Cómo ha cambiado la situación?

Yo creo que ha empeorado. De hecho, cuando hicimos Paralelo 36 la llamada “inmigración ilegal” que llegaba por el Estrecho era el 1% de toda la inmigración total de estas características, el 99% entraba a través de los aeropuertos, pero lo del Estrecho era más escandaloso y dramático. Eso ayudó a poner el punto de mira sobre el tema migratorio por extensión, pero es una realidad sesgada. Ahora es peor porque los medios de represión son más sofisticados. Aunque esa sofisticación en los controles de fronteras no ha impedido lo que pretendía, sino que ha encarecido los viajes y los ha hecho más peligrosos. Y luego está el tratamiento banal que se le da en los medios de comunicación en general. Y ese discurso fascista de “vienes a quitarme el trabajo” ha calado porque es fácil de digerir para la población en general. Con la guerra de Siria, por ejemplo, en la que se distingue entre exiliados económicos y exiliados políticos o civiles…. Es todo un mundo de eufemismos. Y los pactos con la UE y la creación de ‘campos de concentración’. A mí todo esto me afecta porque conozco nuestra historia. Cuando veo esos campos en Grecia o Turquía me acuerdo de los republicanos españoles que pasaron la frontera y fueron detenidos por el gobierno de Vichy que los entregó a los nazis para llevarlos a los campos de concentración. Y los veo viviendo en esas playas del sur de Francia con policía y una valla de espinos detrás y delante el mar. Es la misma situación. Ahí ha habido un retroceso. Por eso hay que seguir peleando y llamar a la desobediencia civil.

ET. ¿Qué papel crees que tiene el documental o la creación audiovisual como la que haces para modificar el relato hegemónico y crear conciencia?

La virtud que tuvo Paralelo 36 fue que era la primera vez que no salía un intermediario de los inmigrantes interpretando su drama. El objetivo de todo ese trabajo ahí donde ha llegado (y ha llegado a muchos sitios, se ha traducido a cuatro idiomas) ha sido que la gente se ponga en el lugar del otro y verlo realmente como es y no con todos esos filtros que el sistema construye. Que el otro/a eres tú. A lo mejor no ahora, pero tu pueblo sí que lo ha vivido y quien dice que no puede ocurrir de nuevo con todos esxs españolxs que viven fregando platos en otros países. De repente un conflicto de visados se puede convertir en linchamiento.

E.T. Otra característica de tu obra es el acercamiento a las tradiciones populares desde una perspectiva crítica como en “El caso Rocío”.

Yo creo que desde una óptica contemporánea las tradiciones están para cuestionarlas, independientemente del valor sociológico o antropológico que puedan tener ciertas actividades. En “El caso Rocío” accedí a una tradición a través de un trabajo ya elaborado como el que hizo Fernando Ruiz Vergara en el año 1980, tratando de hacer un documental sobre una fiesta pero con una mirada crítica. A Fernando se le presentaron unos ancianos contándole que el Rocío está muy bien pero que los hermanos mayores de esas hermandades fueron los que asesinaron a gente en el 36. Como era honrado le dio voz a esa historia y por darle voz a esa historia sucedió lo que sucedió (la película fue secuestrada judicialmente y objeto de una querella por calumnias que obligó a Ruiz Vergara a pagar una indemnización de diez millones de pesetas y una multa de cincuenta mil). Por eso en “El caso Rocío” me pareció interesante analizar no sólo la fiesta sino también la transición. Esa sentencia, esa persecución, esas denuncias de escarnio a la religión católica…Todo ocurrió durante la ‘modélica’ transición española. Y el fallo final por el Tribunal Supremo de Madrid fue en 1984 cuando estaba Felipe González ya en el poder. Y la censura sobre la película sigue vigente. Se ha insistido a la Administración para que revise esa sentencia y la declare nula y no se ha movido ficha. Por eso el documental tiene ese doble interés para mí: recuperar una obra que me parece magnífica y a una persona que fue condenada, vilipendiada y apartada totalmente del mundo audiovisual y de la sociedad en general. Además de revisar y cuestionar lo que se nos ha vendido como transición.

En este momento se incorpora a la conversación María Rosa Hidalgo, directora de producción de ‘No. Un cuento flamenco’

¿Cómo surge la idea de hacer un musical?

La verdad es que en todos los documentales que he hecho la música ha tenido una presencia importante. He trabajado sobre todo con Fran Cabeza de Vaca y él a su vez ha contado con otros músicos. En este caso también influyó mi participación en FLO 6×8 como realizador y mi visión del flamenco -al que tengo asimilado como un lenguaje muy cercano al poder por lo utilizado que ha sido a lo largo de la dictadura- y me parecía necesario plantear otros parámetros. En 2014 hago un primer boceto de guion. En 2015 empezamos el rodaje y es muy importante subrayar que es una producción sin ningún tipo de ayuda institucional – más allá de la cesión de espacios de ensayo por parte del Instituto Andaluz del Flamenco- y con un sistema colaborativo. Es decir, hemos intentado hacer una obra interesante con un modo de producción alternativo. Y esto es fundamental, porque, aunque tenemos derecho a las subvenciones porque ese dinero es nuestro, decimos que no porque no vamos a agachar la cabeza y dejar de hacer algo porque no las haya. Por otro lado, ninguno de mis documentales ha tenido nunca ningún tipo de subvención, lo que pasa es que el documental es más fácil. Coges a unos amigos y te tiras tres años trabajando para sacarlo. Esto no, aquí había implicadas 72 personas en total. Es cierto que muchas somos activistas y entendemos el arte como una forma de intervenir en la sociedad, pero también ha sido posible gracias a un ejercicio de malabares como el que ha hecho Rosa gestionando los tiempos libres de gente que o trabaja o busca trabajo. Es una historia que sucede en un día y medio, pero está rodada en seis meses…

M. Rosa Hidalgo. Es fácil cuando hay una jornada de trabajo clara. Es fácil hacer un cronograma de rodaje así porque todo está ligado a un momento determinado, pero aquí tienes que hacerlo encajando la realidad del día a día de cada persona

José Luis Tirado. Y luego el guion se termina adaptando a esa realidad también. Hay una escena multitudinaria pero el resto son dos, tres, cuatro personajes y todo eso forma parte del puzzle de producción que hubo que llevar a cabo.

ET. El estreno en salas de la película también se ha basado en la colaboración con la propuesta de ‘cine bajo demanda’

RH: Yo creo que lo bonito es como hemos buscado las maneras en todo el proceso. Cuando llegó el momento de distribución nos pusimos en contacto con Youfeelm, la plataforma de cine bajo demanda, que realmente es una metodología similar a la del crowdfunding: aportaciones de mucha gente para conseguir que el producto final salga. A nosotrxs nos evita el gasto de alquiler de las salas, que en este país es una barbaridad. Es verdad que no sabes cómo va a funcionar pero en Sevilla fue sorprendente, en tres días estaba el 100% vendido, en Madrid se logró el 100% también en poco más de una semana. Y todo esto garantiza un recorrido de la película que te permite seguir. Es verdad que es un trabajo digital en tu entorno continuo, cuando empezamos la campaña yo comenzaba mis mensajes pidiendo disculpas por la invasión que iba a suponer el envío diario de información, pero la verdad es que funciona. Y me gustaría recalcar que todo esto lo hemos hecho desde la honestidad, sin utilizar herramientas de marketing agresivo, sino desde la verdad.

J.L.T. Esto tiene que ver con el título también. Hemos titulado No, porque hay que decir No a muchas cosas desde hace mucho tiempo y no tiene que ver con la coyuntura política y menos de ningún partido, pero hay que decir No a la precariedad, a la política de recortes, a los ajustes, a la desigualdad, a las injusticias, y a tantísimas cosas. Hay que ser propositivo, de acuerdo, pero también, aunque sea políticamente incorrecto, hay que decir que no. Y también hay que decir que No a la dinámica de: tienes un proyecto, lo elaboras, pides ayudas y si no te las dan lo guardas en un cajón. La distribución de la película está en relación con la forma de producción. Ha sido una producción en la que todos somos productorxs porque todos hemos trabajado a cuenta, afortunadamente luego habrá ingresos porque se venden los derechos de antena, hay algún festival que paga, etc. Y con esta forma lo importante es que llegas de verdad a público. Nos hace gracia ver nuestro cartel al lado de Piratas del Caribe pero eso es lo de menos. Lo importante es que lo ha visto gente en Madrid, Barcelona o Valencia. A parte de la distribución paralela en los nuevos cineclubs, en los festivales, con experiencias impresionantes como la de Marsella, dónde acudieron muchísimos hijos y nietos de españoles exiliados. Hicimos dos pases y los dos se llenaron. Y también recibes palmadas como el premio que nos han dado en San Francisco a la mejor película musical ¡Una película flamenca, urbana contemporánea! Y todo esto nos dice mucho al equipo de producción.

R.H. Hay un momento también cuando lo presentamos en el SEFF, que tuvo varios pases, uno de ellos en el programa Europa Junior para chavales de institutos y luego en el centro penitenciario y con públicos tan distintos todo el mundo se levantó, en la cárcel se hicieron muchas preguntas… Lo que queda claro es que somos más parecidxs de lo que pensamos y utilizamos un lenguaje universal que tiene que ver con lo que somos como seres y creo que esa es una de las grandezas de esta película.

¿Y unas palabras para las lectoras de El Topo?

Ellxs entenderán esto porque el Topo es una iniciativa muy similar. Es también un esfuerzo desde lo colectivo, que sean las personas implicadas las que escriban sobre los temas que conocen o viven. Es una experiencia que debería copiarse en todas las ciudades ¡Chapeau por El Topo!

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