nº51 | construyendo posibles

Feminismo rural situado

Reivindicación de la importancia de las mujeres en el medio rural

Para acercaros a la identidad del Feminario de URPF tenemos que comenzar nombrando a la Universidad Rural Paulo Freire, una asociación creada hace ya veinte años, en sus inicios con carácter estatal, comprometida con el medio rural. Nuestra proyección se ha plasmado a través de trabajos de dinamización en territorios rurales muy diversos, centradas en la recuperación y puesta en valor de los conocimientos campesinos y sus gentes. En nuestro caminar fuimos siendo conscientes de la necesidad de construir una estrategia para hacer feminista la organización y profundizar en las actividades dispersas que incidían en el papel de las mujeres en nuestros pueblos.

De esa necesidad nace el Feminario de la Universidad Rural Paulo Freire – Serranía de Ronda y Sierra de Cádiz, a propuesta de nuestra querida Rocío Eslava Suárez. Lo conformamos un grupo de personas que vivimos, casi todas, en los pueblos de estas dos provincias y que tenemos una amplia trayectoria de trabajo colectivo en estos territorios.

La actividad más visible del Feminario es la celebración de un Foro Feminista Rural anual. Este foro nos sirve de excusa para profundizar en los temas que nos interesan compartiéndolo después de manera pública. Elegimos un tema y un pueblo y trabajamos durante todo el año, cerrando con la celebración del Foro. Siempre que la situación nos lo permite, desarrollamos un trabajo de dinamización con las asociaciones de mujeres del pueblo elegido. Consensuamos con ellas qué les interesa y qué podemos ofrecerles nosotras, la forma de trabajo y cuál va a ser su participación en el foro.

Paralelamente, en el grupo investigamos y reflexionamos sobre ese tema a partir de documentación y personas que consideramos interesantes para nuestra reflexión. El final es la celebración del foro donde se invita a teorizar y a compartir experiencias que puedan ayudarnos a avanzar en nuestra propuesta feminista personal y colectiva y lo compartimos con todas las asistentes. Nuestro reto es la incidencia en nuestros territorios y la construcción de teoría feminista rural.

Todas nos identificamos con el mundo rural como espacio vital, social y reivindicativo. Entendemos que los espacios rurales ofrecen unos potenciales para vivir con más armonía en general. Y una de nuestras tareas es traducir esas posibilidades, al mismo tiempo que tratamos de visibilizar las experiencias vitales que dan carácter a esas ruralidad. Vivir y trabajar en nuestros pueblos realizando actividades que visibilicen las propuestas feministas, es una manera de romper clichés y que se tenga una imagen más real del feminismo. No trabajamos solas, hacemos participe a los ayuntamientos, a grupos, y a personas con las que hemos trabajado en otros ámbitos y que se van sumando a nosotras o contamos con ellas cuando las necesitamos.

Respecto a la práctica, hay un intento en la mayoría de nosotras de ir incorporando las miradas que trabajamos desde el Feminario y en los Foros: en la vida cotidiana, en el trabajo, en las tareas de dinamización, en los talleres… Y además, hay un aprendizaje personal que se va incorporando al propio bagaje y que utilizamos tanto en la mejora de nuestras relaciones personales y sociales como en nuestro ámbito laboral.

Dentro de este feminismo rural nuestras miradas están puestas en: los saberes tradicionales que están feminizados y que responden a prácticas que vinculamos a la sostenibilidad; las prácticas de las vidas cotidianas que generan economías sostenibles; la visibilización y apoyo a experiencias femeninas dentro del mundo de la agricultura y la ganadería, y desde ahí el cuestionamiento de los modelos de organización, producción y reparto de tareas; compartir con mujeres que puedan ser referencias para nosotras y aprender de ellas y con ellas; indagar con las mujeres y la población en general de nuestros pueblos sobre qué necesitamos para tener vidas más vivibles y dignas y buscar las fórmulas y medios para conseguirlo: en la ruptura de estereotipos, en las relaciones sexuales, en la concepción de las relaciones heteronormativas, en la corresponsabilidad de tareas de cuidados… Desde estas realidades conectamos praxis y pensamiento.

En el pasado 2021 hemos celebrado ya el onceavo foro. «Este Foro ha quedado muy redondito», dice nuestra querida Sofía. Sí, estamos contentas porque hemos conseguido darle coherencia interna, acompañada del calor de todas. Los días 18, 19 y 20 de noviembre de 2021 celebramos, después de un año sin foro, el XI Foro Feminista Rural Rocío Eslava Suárez, bajo el título «Simbolismos y representación de la ruralidad», en la localidad de Jubrique, en el corazón del Valle del Genal (Serranía de Ronda-Málaga).

Tras un periodo en el que el medio de comunicación principal ha sido lo virtual, donde los cuerpos han quedado en lo más doméstico y han salido poco a la calle, queríamos reflexionar sobre cómo nos atraviesa la tecnología, el uso de las redes, nuestra representación social virtual como mujeres rurales. En torno a estos temas ha girado nuestro último foro. A pesar de ser un tema que nos daba un poco de miedo ha resultado de lo más gratificante, estimulante, y sobre todo ha acercado a varias generaciones de mujeres, tanto en sus maneras de ver el mundo, como en las herramientas que utilizamos para relacionarnos con él de manera crítica.

Comenzamos el viernes por la tarde haciendo alusión al simbolismo femenino con la colocación de un árbol de croché colorista en una pared de la calle, hecho por un grupo de mujeres de Jubrique. De ahí pasamos a la dimensión de la virtualidad, con una performance representada por la Asociación Ondula, que abordó de manera crítica la repercusión de las tecnologías en nuestros cuerpos, en nuestras vidas.

Las mejores lluvias de este otoño, que en Jubrique se presenta con sus castaños más dorados que nunca, abrieron el primer espacio de la mañana, con un grupo de mujeres dialogando desde la que renombramos y reivindicamos mesa camilla, frente a la mirada atenta y cálida de las fieles asistentes al foro. Abordamos muchas cuestiones y aparecieron matices y sutilezas nuevas, de la mano de Isabel Muñoz Cobos, cordobesa veterinaria y experta en desarrollo rural; Ángela Accardi Toledano, campesina de Ronda y de Ganaderas en Red; Arrate Corres Velasco, que viene de Humilladero, de Spiga Negra; María del Rocío Vallejo Melgar, de Algatocín, activista feminista, trabajadora social y antropóloga; y Silvia Márquez, periodista de Prado del Rey.

Hablamos de la imagen plana que se proyecta de las mujeres rurales frente a la complejidad y profundidad de lo que realmente somos, y de la diversidad de mujeres y de ruralidades que componen nuestros mundos. Por eso queremos contarnos nosotras, el no ser narradoras de nuestra propio relato nos margina y simplifica. Como siempre en nuestros espacios feministas, los cuidados se nombraron y resignificaron. Nuestras referentes, abuelas y madres salieron a la palestra. Ahora nos toca pensarlas y cuidarlas. Si pensamos la ruralidad en clave de cuidados de personas y de cuidados de la tierra, con perspectiva de economía feminista podemos construir soluciones para que muchas personas puedan retornar y seguir generando vida en los pueblos.

De un análisis físico y emocional pasamos a problematizar nuestra presencia y visibilidad en las redes sociales, «hemos pasado de estar hipoinformados a estar hiperinformados», lo que no significa que se represente adecuadamente la vida de los pueblos, del campo… ¿Podemos afirmar que esas informaciones constantes y rápidas en las que no da tiempo a profundizar, favorecen mentalidades más conservadoras? Es posible. Y el riesgo más grave es que todo lo que gira en torno a las redes sociales esté en el centro de nuestra vida. Pero, si hacemos un uso consciente, las redes son herramientas para la comunicación, la visibilidad y la inspiración de otras, y eso es necesario, puesto que «tenemos la responsabilidad sobre nuestro hombros». Somos nosotras las que hemos de dar contenido propio a esa visibilidad. Las compañeras más jóvenes, que venían de Algatocín, de Arriate, de Ronda… agradecidas por la acogida a este foro, manifestaron su reivindicación del uso de las redes sociales para visibilizarnos y dar a conocer cómo es la vida de los pueblos, pues no se conoce, por mucho que se hable de ello en las redes.

Otra cuestión de riesgo que se abordó es el mantenernos con esa identidad heredada que nos remite a sentirnos y que se nos vea como mujeres que poseemos gran variedad de saberes tradicionales importantes, que hay que mantener y transmitir desde una nueva perspectiva. Reconocemos que son saberes estratégicos para la autogestión y la sostenibilidad, pero que hay que combinarlos con otros nuevos. No quedarnos en lo que fuimos, revisarnos, repensarnos. Y todo esto enlaza con la ruralidad en la que creemos, que puede dar soluciones no solo a los pueblos, también a las ciudades. Cerramos este espacio emocionadas por la generosidad, la energía y el compartir tan amoroso que se dio durante dos horas.

En el siguiente espacio se creó una mesa diversa de mujeres jóvenes que nos hablaron sobre sus proyectos y perspectivas feministas que siguen avanzando hacia un feminismo andaluz, situado, que hace más grande el feminismo de pueblo que veníamos reivindicando hace años desde estos foros. Esta mesa es una muestra del soporte físico que queremos dar a nuestros pensamientos y avances, reivindicando el papel y la lectura profunda, y que las jóvenes feministas más vanguardistas están desarrollando. Participaron Sala L. de Suburbia, Araceli Pulpillo, Anouk y Viki, quienes presentaron el monográfico Feminismo Andaluz y Ana Belén García, que presentó El Topo.

En la tarde del sábado nos introdujimos en el aprendizaje y manejo práctico de herramientas de comunicación y difusión propias. La idea era conocer nuevas herramientas, para crear colectivamente contenidos de diseño gráfico y audiovisual que representen desde una perspectiva propia lo que significa para nosotras el feminismo rural, no dejando en manos de nadie nuestra representatividad. Hubo tres talleres: «Expresando mi ruralidad. Crea tu propio programa de radio», dinamizado por Caterina Tena, «Cartelería de guerrilla» con Anouk y «El fanzine como herramienta para la emancipación», a cargo de Araceli Pulpillo.

El resultado de todos estos talleres ilustraron lo que nos recordaba Ani en la mañana: nosotras tenemos que dar el contenido… y la visibilidad y el mensaje depende de nosotras, con el manejo de herramientas propias podemos hacer nuestro propio relato.

Nos gusta hacer siempre algún tipo de evaluación, que normalmente recogemos en paneles donde todas participamos. En ellos se muestra el agradecimiento por el espacio de encuentro y hacen propuestas, lo que nos da muchas orientaciones a las organizadoras para los diseños de los siguientes foros.

Como llevamos ya más de una década celebrando este evento anual, muchas compañeras vuelven fieles cada año y nos encanta encontrarnos, sabernos y ser conscientes de que damos un significado especial a los espacios que habitamos en esos días, que se manifiesta tanto en los talleres y mesas como en las comidas, conversaciones mientras paseamos por las calles del pueblo o bien en la fiesta final, con la que cerramos el sábado bailando, animosas y felicitándonos por lo que estamos construyendo.

Como colofón nos gusta organizar una visita guiada por alguien de la localidad, a veces dentro del pueblo, otras por el entorno. Para nosotras la puesta en valor de nuestro territorio a través de estos encuentros feministas rurales, forma parte de las finalidades que tenemos como activistas de lo rural. En esta ocasión, el domingo dimos un paseo guiado por Chico a la Loma de la Serena, para que todas tocáramos tierra y sintiéramos el otoño dorado de Jubrique.

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