nº61 | andaluza política

Feminismo andaluz para construirnos

El feminismo andaluz es un feminismo que era necesario crear, no solo porque Andalucía sea tan grande como un país, con su correspondiente nacionalismo y sus correspondientes singularidades culturales, sino también porque vive una serie de opresiones a escala geopolítica que pueden verse manifestadas en los cuerpos de las mujeres.

La sexualización del acento, los roles estereotipados que se representan en los medios de comunicación o la invisibilización de ciertas resistencias son algunos de los ejemplos de esas violencias que pueden vivir las mujeres andaluzas, por ser mujeres y por ser andaluzas. Ante esto, el feminismo andaluz nos ha salvado y, por supuesto, nos ha dado visión siendo parte de ese faro que impide que nos estampemos contra el rompeolas.

Sin embargo, toda luz tiene sus sombras; visibiliza a unas mujeres pero se olvida de otras; rescata a las abuelas pero no nos enseña cómo cuidarlas; romantiza prácticas como el reunirse a la fresquita sin tener en cuenta situaciones estructurales de desigualdad y precariedad, como pensiones de viudedad que apenas dan para pagar un alquiler; le pone el sello de origen andaluz a ciertas costumbres y comportamientos de mujeres que no solo existen en Andalucía, invisibilizando otras acciones de otras mujeres de otros territorios.

Necesitábamos el feminismo andaluz, lo necesitamos, y el hecho de que todavía esté naciendo no significa que no podamos criticarlo, es más, debemos seguir adecuándolo desde el cariño. Así mismo, debemos buscar referentes que, siendo ancestras de nuestra tierra, nos inspiren para la construcción de un feminismo que parta de nuestra entrañas y no replique fórmulas ajenas.

Gata Cattana, Pamela Palenciano, Mar Gallego, Remedios Zafra, las jornaleras de Huelva… mujeres que nos acompañan en el camino ayudándonos a construirnos.

Ana Orantes, Lubna de Córdoba, Carmen Burgos, Rocio Jurado, Pepa Flores, María Jiménez, La Veneno, Martirio… mujeres icónicas que rescatamos de nuestra memoria cultural con todas sus (nuestras) contradicciones: con sus relaciones de maltrato a cuestas, su cercanía al franquismo, sus apaños para sobrevivir dentro del sistema. Pero, a pesar de eso, las incluimos en nuestra cartografía de señoras a las que queremos mucho porque nos sirven para construirnos, nos quedamos con lo que nos remueve de esas mujeres corajudas que supieron en muchas ocasiones hacer de su capa un sayo y servirnos de espejo.

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