Tras once años de trayectoria, Pikara Magazine trabaja para consolidar que la estructura del proyecto periodístico integre los valores sobre los que escribe.
«No había una conexión entre lo editorial y lo administrativo». Este problema, descrito por Tamia Quima, una de las coordinadoras de Pikara Magazine durante una de las mesas del II Congreso de Periodismo Feminista Lucía Martínez Odriozola, resume uno de los principales retos a los que se ha enfrentado la revista Pikara Magazine.
El haber nacido hace once años sin ninguna pretensión económica y sin nada que pudiese pensar en un posible proyecto empresarial (no necesariamente capitalista, sino un proyecto que tuviera ingresos y gastos) arrastró un desbarajuste contable que lastraba la organización de la revista. La apuesta por pagar las colaboraciones periodísticas desde el principio generó una contabilidad y unos movimientos bancarios que era preciso gestionar con rigor y profesionalidad. Si los textos publicados en Pikara Magazine siempre han tenido calidad periodística (y no es falta de humildad, sino una lectura objetiva de los reconocimientos recibidos), no era lógico que lo hubiera detrás fuera algo así como amateur. Hasta que llegó Tamia Quima, como ella siempre explica, para organizar la base de datos de suscriptoras. Desde entonces, hace tiempo ya, sus tareas son casi inabarcables e imprescindibles.
Pikara Magazine es un proyecto periodístico que ahora mismo emplea a cinco personas: tres periodistas, una administrativa y una diseñadora. Vivir de una revista autogestionada, con un código ético fuerte respecto a la publicidad, por ejemplo, implica un fortalecimiento organizativo acorde con la mirada feminista implícita en los artículos publicados. Porque no tiene sentido hacer reportajes sobre cuidados, condiciones laborales, ansiedad o estrés y, por detrás, estar viviendo en un ambiente laboral desquiciado. La conexión entre lo editorial y lo administrativo es fundamental. Porque el feminismo no puede ser solo una lectura entretenida, ni una suma de clics, el feminismo es una manera de estar y de relacionarse. Y en eso está Pikara Magazine, en tratar que las prácticas feministas definan al proyecto en su conjunto.
«Publicar un artículo no es solo escribirlo y editarlo. Sino que hay que pagarlo y hacer los trámites con Hacienda. Y nunca se tiene en cuenta el gasto de la gestión administrativa, es una área que debe estar integrada. Es importante que se vele por lo editorial, pero hay más», expuso también Quima en la mesa redonda del congreso titulada «¿Qué puede aportar la perspectiva feminista a la sostenibilidad de un medio de comunicación?», en la que participaron periodistas de La Marea, El Salto y La Directa.
A LO PRÁCTICO
Pagar pronto a las colaboradoras (como máximo hay una demora de 15 días), contestar todos los correos, ser amable en las gestiones, intentar colaborar con diversos proyectos, estar implicadas en la vida del barrio bilbaíno en el que se encuentra la redacción, la horizontalidad en la toma de decisiones, la igualdad de sueldos para todas las trabajadoras, colaborar y no competir con otros medios, son algunos de los principios básicos que rigen a Pikara Magazine. Unos principios que han hecho que la revista forme parte desde hace unos meses de la REAS-Euskadi, la red de economía alternativa y solidaria. Como hacen desde esta red, pensar las relaciones económicas desde parámetros diferentes al mercado capitalista y neoliberal es una tarea a la que también se le dedica tiempo. Y es que la revista trabaja con organizaciones en las que se sabe que ha habido conflictos laborales denunciables; compra los materiales (desde papel higiénico a folios) en las tiendas del barrio; tiene el contrato de la luz con una cooperativa de consumidoras y consumidores, Goiener; los envíos de los materiales en papel se hacen con la empresa pública Correos, excepto los de Bilbao donde la encargada es una cooperativa de transporte sostenible, Botxo Riders.
Hablar de perspectiva feminista en la sostenibilidad de un medio de comunicación es hablar de cuidados. Este concepto, tal vez manido e incluso puede que vacío de contenidos en según qué contextos, no se puede aparcar en un proyecto como Pikara Magazine. Es verdad que en la lógica de la inmediatez y en la trampa del entusiasmo que denuncia Remedios Zafra en las que vive la sociedad actual es complicado que el trabajo no aparezca en el tiempo libre o de descanso; es difícil también escapar de la autoexplotación cuando se practica el autoempleo; y es compleja la desconexión cuando las redes sociales, y todas sus interacciones, son las ventanas de un medio de comunicación al mundo.
A pesar de las contradicciones inherentes a cualquier proyecto, por ahí está intentando andar Pikara Magazine, por el camino del respeto con la vida y los tiempos de las trabajadoras. La confianza mutua hace posible, por ejemplo, que los horarios de trabajo, más allá de unas necesidades firmes y concretas como reuniones o cierres editoriales y de proyectos, sean flexibles, que el teletrabajo sea una opción no solo pandémica y que no haya que entregar bajas médicas cuando alguien tiene un mal día. Sin olvidar la ausencia de jerarquías: remar juntas siempre es más placentero.
COOPERATIVA DE TRABAJO ASOCIADO
«Ahora fluye más la información y todo el mundo participa en la toma de decisiones», dijo también Tami Quima en el II Congreso de Periodismo Feminista. La integración y conexión entre las áreas de administración y editorial, hecho realmente efectivo hace dos años, ayuda a planificar mejor las tareas anuales. ¿Cuántos monográficos se van a publicar este año?, ¿qué presupuesto tienen?, ¿de qué temas serán? son preguntas con respuesta en enero. ¿Hay dinero para invertir en las tareas de difusión?, ¿cuándo es mejor realizar una campaña de socias o una promoción en la tienda online?
La mejora en la organización interna de Pikara Magazine ha provocado que este año la revista cuente con su primera memoria de sostenibilidad, realizada con Nerea Azkona, de AIEDI Faktoria, un documento que recoge la información no financiera de más de una década de actividad y la alineación con los Objetivos de Desarrollo Sostenible y con la Agenda 2030. Puede parecer muy rimbombante, pero al final es lo expuesto en este artículo pero siguiendo una estructura concreta.
Los retos son varios: la ampliación del equipo, la mejora salarial y la creación de una nueva web tal vez sean los más claros. De momento, el próximo paso es ser una cooperativa sin ánimo de lucro.
Aunque la asesoría con la que trabaja Pikara Magazine defienda que ser una asociación sin ánimo de lucro es una figura jurídica acorde con la actividad de la revista, el anhelo de ser una cooperativa ha sido una constante en el equipo de coordinación. Una vez consolidada la estructura, comprobada la sostenibilidad de un proyecto que nunca ha tardado en pagar una factura más de un mes y fortalecidas las tareas de coordinación y toma de decisiones, es hora de que Pikara Magazine sea una cooperativa de trabajo asociado sin ánimo de lucro. Está claro que los papeleos serán más y tal vez los impuestos suban, pero la coherencia entre discurso y práctica no admite demoras.
El próximo paso ya está en la mente: que las colaboradoras habituales sean parte de la cooperativa y que eso conlleve una mayor seguridad jurídica para las que sean freelance. Que Pikara Magazine no sea solo un medio más en el que publicar y facturar, sino que sea un espacio de cuidado mutuo, apoyo y que aporte beneficios también en lo laboral y en lo fiscal. Que el entusiasmo, vital para vivir y sobrevivir, no sea una desventaja en un panorama mediático que a la par que publica más contenidos con mirada feminista sigue precarizando a las periodistas. Pikara Magazine no es ajena al contexto, pero trabaja por deshacer esas ataduras que hacen viables proyectos en una sola parte del engranaje, la editorial. Ya lo dijo Tamia Quima, hace falta conexión entre lo editorial y lo administrativo.