nº69 | todo era campo

El chantaje de la solución de los dos Estados

PALESTINA

El pasado mes de septiembre, la asamblea de la ONU votó mayoritariamente a favor de una resolución que recogía el reconocimiento del Estado palestino y la solución de dos Estados palestino-israelí para resolver el genocidio. De este lado de la política institucional, los partidos socialdemócratas, y algunos del amplio espectro de la izquierda, vienen defendiendo la solución de dos Estados como única vía para solucionar el mal llamado conflicto. Esto nos plantea la pregunta de: ¿es legítima y viable esta solución?

Para responderla, debemos realizar un breve recorrido acerca de cómo surge y cuál es el papel que ha jugado esta solución al problema israelí-palestino que se alarga ya más de cien años.

Partimos de un hecho innegable: Israel es una entidad colonial que surge al calor del imperialismo occidental en su búsqueda por controlar territorios extraeuropeos estratégicos o ricos en recursos, como era Palestina. Y lo hace a través de una ideología, el sionismo, que persigue crear un Estado judío basándose en prejuicios racistas y supremacistas acerca de la deshumanización y negación de la existencia del pueblo palestino.

Desde la obra de los padres fundadores del movimiento sionista, como Theodor Herzl, queda claro que el objetivo sionista solo podrá lograrse creando una mayoría demográfica judía/sionista, para lo cual debía expulsarse a la mayoría palestina. Así, queda justificada y se ve como necesaria para el sionismo la limpieza étnica, las matanzas y la conquista total del territorio desde finales del siglo XIX.

Este proyecto colonial sionista será apoyado por los poderes imperialistas, como el Reino Unido, EE.UU., la Unión Europea u organismos internacionales dominados por ellos, como la ONU. Y de ellos surgirán, precisamente, las propuestas de partición en un contexto de auge de la lucha anticolonial.

Y es que la resistencia a la colonización sionista no se hizo esperar, y estalló de muy diversas formas. La más radical se produjo entre 1936 y 1939: la Gran Revuelta, una rebelión generalizada que comenzó con una huelga general y continuó con la constitución de un poder popular palestino.

Una vez reprimida y derrotada la huelga general, se realiza la primera propuesta de partición de Palestina, el Plan Peel. El hecho de que les palestines demostraran que el proyecto sionista no iba a conseguir sus objetivos sin resistencia conllevó la decisión de fragmentar el territorio para debilitar el movimiento de liberación nacional.

Este plan será aceptado por Ben-Gurion como «un paso en un proceso más largo de conseguir un Estado judío en toda Palestina». Sabía que el plan de partición les beneficiaba ya que el sionismo estaba bien organizado, financiado y armado gracias al apoyo británico desde la década de 1920, lo cual les iba a permitir crear un Estado para, posteriormente, expandirlo en toda Palestina.

En 1947, ante la escalada de grupos terroristas sionistas como Irgun o Leji, el imperialismo encuentra la excusa perfecta para mantener el proyecto colonial sionista y darle legitimidad en la ONU. Propone una partición de Palestina en dos Estados, uno judío y otro «árabe», dándole a una minoría de población sionista la mayoría del territorio palestino. El plan de partición no solo legitimaba el robo de tierra palestina, sino que permitía al futuro Estado judío controlar las mejores tierras e infraestructuras. Su aprobación el 29 de noviembre de 1947 fue posible gracias a la presión de EE.UU. a países como Filipinas, Haití o Liberia.

Así, el plan de partición se convirtió en una solución profundamente ilegítima y colonial, que socavaba la posibilidad de autodeterminación del pueblo palestino y que imponía un chantaje que llega hasta el día de hoy: o aceptas esta solución o no eres un interlocutor válido. La partición, además, provocará la Nakba o «desastre», en la cual las fuerzas sionistas realizaron una limpieza étnica en Palestina, destruyendo más de 520 pueblos, expulsando a más de 750 000 palestinos de sus tierras y con múltiples matanzas. Israel sobrepasó las fronteras de 1947, y creó una nueva, la denominada «Línea Verde», que hoy en día se utiliza para hablar de una solución de dos Estados, sin reparar en que ha sido impuesta militarmente por el ente sionista colonial.

Desde 1948 solo ha existido un Estado, el israelí, ya que a les palestines no les permitirán crear el suyo, al quedar Gaza y Cisjordania controlados por Egipto y Jordania respectivamente. Por su parte, el objetivo israelí de construir un único Estado quedó demostrado con la ocupación de toda Palestina y territorios vecinos como los Altos del Golán o la península del Sinaí en la Guerra de los Seis Días de 1967.

La solución de los dos Estados volvió a la palestra en la década de 1990, cuando la resistencia palestina volvió a dar una muestra de radicalidad en la Primera Intifada. En los Acuerdos de Oslo, una debilitada Organización para la Liberación de Palestina (OLP) decide aceptar controlar un pseudoestado palestino a cambio de reconocer al ente sionista y permitir la normalización de la colonización y el control militar de toda Palestina. El chantaje de los dos Estados vuelve a hacer efecto y, a cambio de ser reconocido, se permite al Estado israelí fortalecerse y profundizar los asentamientos coloniales en Cisjordania.

Hasta el día de hoy se ha demostrado que en Palestina la solución de los dos Estados ha conllevado un poder y control cada vez mayor de Israel sobre la población palestina, permitiendo ganar tiempo y legitimidad a la colonización que somete al pueblo palestino, una colonización que va de la mano de una ocupación militar, apartheid, limpieza étnica y genocidio, que hace que cada vez sea menos realista la construcción de un Estado palestino soberano.

Luchemos por la liberación nacional palestina, por su autodeterminación como pueblo, construyendo un único Estado palestino, democrático y multiétnico, al que puedan volver los cinco millones de refugiades desde la Nakba y que pueda vivir en paz en la región.

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