nº48 | está pasando

Des-enredando el relato mediático de Cuba

El pasado 11 y 12 de julio, nos vimos invadidas de vídeos, crónicas y opiniones sobre las protestas que se produjeron en Cuba. Los acontecimientos no dejaron indiferente a casi nadie: izquierda, derecha, arriba y abajo, casi todas fuimos interpeladas por lo que ocurría. La sobreinformación de los medios hegemónicos de (des)información jugó su papel descontextualizando las protestas y las reivindicaciones, así como abonando el relato de la «despiadada represión del régimen cubano a los manifestantes que exigen democracia en un país asolado por la mala gestión». Aunque ya casi nadie hable de Cuba, aquí vamos a detenernos en una serie de aspectos sobre los que no se ha prestado demasiada atención en los medios, pero que son fundamentales para comprender estos eventos y otros que puedan venir.

DIVERSIDAD EN LAS CALLES CUBANAS

Las y los cubanos que salieron a la calle no fueron ni una homogénea oposición pagada por EEUU, ni un «pueblo libre harto de comunismo», sino sectores populares diversos: desde parte de la oposición, a provocadores pagados, gente humilde, en su mayoría joven, preocupada o descontenta por la situación del país, o personas que quieren profundizar en la revolución socialista. Las limitaciones del proyecto cubano y los descontentos que generan en el pueblo, tienen causas diversas: el impacto de la pandemia de la covid, a pesar de su gestión ejemplar y de tener una de las menores tasas de mortalidad de todo el continente; la crisis económica, derivada del freno del turismo y la insuficiencia de las medidas políticas; la subida del precio de los alimentos; los problemas de cortes de electricidad; y, por encima de todo, el bloqueo económico.

PROTESTAS TELEDIRIGIDAS

Al margen de los legítimos motivos de una parte de las y los manifestantes, es evidente que la magnitud de su impacto mediático y en redes sociales solo se explica por ser parte de una campaña internacional de agresión a Cuba. Ruboriza pensar el distinto tratamiento que ha tenido el asesinato de manifestantes por el Gobierno colombiano. Las protestas cubanas han sido potenciadas y utilizadas por el imperialismo y por sectores de la oposición cubana (de dentro y fuera de la isla), mientras que los medios de comunicación se han dedicado
a reproducir un discurso manido e interesado (llegando a utilizar fake news, ¡oh sorpresa!). Así, es significativo que fue la oposición quien creó el hashtag #SOSCuba el 10 de julio, que terminó viralizándose. ¿Cuál es la hoja de ruta de esa oposición? Básicamente, restaurar el capitalismo en Cuba con la ayuda de la intervención de EEUU. Es innegable la presencia de descarados discursos anticomunistas, capitalistas y prointervencionistas, antes y durante el desarrollo de las protestas, en líderes de la oposición, que han utilizado parte de los problemas del pueblo cubano para propagar sus fines anexionistas a través de sus influyentes redes. Esto lo consiguen no solo a través de sus lazos con la derecha y el fascismo a nivel internacional (caso de Vox y el PP), sino de la financiación por el Proyecto Cuba de la Agencia de los EEUU para el desarrollo. Millones de dólares les son ofrecidos cada año a la oposición cubana (entre el 2017 y el 2020, la cifra asciende a 50 millones de dólares), logrando tejer incontables vínculos con ONGs, movimientos de «sociedad civil» y partidos políticos cubanos.

EL HISTORIAL DE AGRESIONES A LA ISLA

Asimismo, es fundamental comprender en el ámbito histórico cómo se ha desarrollado Cuba como país socialista haciendo frente a incontables intentonas de aplastar la revolución por una oposición patrocinada por EEUU, que siempre consideró a Cuba como su «patio trasero»: desde la invasión de bahía de Cochinos, los atentados terroristas contra la isla, los más de 600 intentos de asesinato contra Fidel Castro, pasando por la detención de luchadores antiterroristas cubanos… y el bloqueo. Por encima de todo, el bloqueo económico criminal que vive la isla desde 1962 hasta la actualidad de la mano del Gobierno estadounidense. Este bloqueo afecta a todos los sectores económicos (importación de alimentos, repuestos y equipos industriales, sanitarios, etc.) y condiciona su posibilidad de desarrollo y de enfrentar dificultades como las actuales. El bloqueo es parte de la guerra de cuarta generación que los EEUU y sus aliados están desarrollando contra Cuba, una guerra en la que las armas dejan paso al desgaste económico, la deslegitimación y la utilización de necesidades del pueblo para usarlas como arma arrojadiza para hacer caer a su Gobierno «desde dentro» y, en el caso de que fuera necesario, con una «ayudita militar extra».

¿LA ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA?

La oposición cubana organizada y su eco en los medios de comunicación centran su discurso en la necesidad de acabar con la «dictadura comunista» para construir una «democracia». Cuando hablan de democracia, se refieren a una «democracia» liberal capitalista. Este discurso, no obstante, tiene como objetivo impactar en el público progre occidental que ve con muy malos ojos todo lo que no sea una democracia liberal, sin importarle los muertos o desigualdades que cuesten. Desde la izquierda, debemos insistir en la crítica a esa democracia formal de baja intensidad y plagada de contradicciones que sufrimos y que, además, es utilizada como arma arrojadiza contra pueblos y países que intentan transitar veredas alternativas a la dictadura del capital. Y es que, sin querer decir que el modelo cubano sea perfecto, y asumiendo, como lo hacen las y los propios cubanos revolucionarios o el Gobierno, que tiene mucho que mejorar, habría que subrayar que es sin duda un modelo alternativo totalmente ejemplar a la falsa democracia capitalista que nos quieren hacer pasar por única. Ejemplar no solo para los países de la periferia, sino también para países tan «democráticos» como el nuestro, por conquistar logros que ya quisiéramos aquí: la erradicación de la pobreza, el control público de los sectores estratégicos, la vida digna frente a las ganancias de las empresas privadas, la seguridad en los barrios, la soberanía, la solidaridad internacionalista, etc. Y es precisamente eso lo que quieren destruir la oposición y EEUU apoyándose en sectores bienintencionados del pueblo cubano. Frente a ello, profundicemos nuestro conocimiento de la realidad cubana y sus condicionantes. Defendamos su futuro como pueblo libre y soberano, libre de injerencias, porque así asestamos un duro golpe a quienes niegan nuestro futuro.

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