nº24 | sostenibili-qué

Doñana.

De lo real al imaginario colectivo

Doñana también es un concepto

Cuando decimos Doñana estamos diciendo muchas cosas: Doñana es un término polisémico y en continuo cambio. En el libro Doñana en la cultura contemporánea(1), Juan Francisco Ojeda explica cómo Doñana comienza a conceptualizarse en el s. XIX, cuando cazadores naturalistas relatan sus aventuras cinegéticas en un lugar que les parecía «un pedazo de la soledad salvaje de África». Doñana se convierte en un mito romántico de la naturaleza. Comienza el proceso de invención de Doñana.

A principios del s. XX, las campañas arqueológicas de Jorge Bonsor y Adolf Schulten en busca de Tartessos amplían la mitificación. Aunque los hallazgos arqueológicos no son importantes, el concepto Doñana se enriquece.

En los pasados años 50 se inician las expediciones ornitológicas y continúa la recreación de Doñana. En 1964, gracias a un crowdfunding promovido por la recién creada Adena WWF, es adquirida una finca que se cede al Consejo Superior de Investigaciones Científicas para crear la Reserva Biológica de Doñana. Así comienza la institucionalización de Doñana como bien ecológico, que culmina en 1969 con la creación del Parque Nacional.

¿Qué es Doñana en ese momento? Doñana es un espacio real, con un alto valor ecológico y diversas amenazas acechando. Pero también durante un siglo ha ido fraguándose un concepto cargado de significados relevantes, que merecen la defensa y el compromiso social.

Proyecto Costa Doñana: movilización social.

En los años 90, el impulso turístico sobre la costa de Doñana renace con el proyecto urbanístico Costa Doñana, que pretendía construir junto a Matalascañas un complejo con capacidad para 32 000 plazas, un paseo marítimo, un campo de golf y zonas comerciales y deportivas. La oposición ciudadana fue inmediata y masiva. Frente a este proyecto se constituyó la coordinadora Salvemos Doñana que aglutinaba a 150 colectivos. En el manifiesto Salvemos Doñana se pedía una solución a los problemas que amenazaban al espacio protegido y se demandaba la paralización del proyecto urbanístico. En noviembre de 1992 la Junta de Andalucía desestimó el proyecto de urbanización y se inició el primer Plan de Desarrollo Sostenible de Doñana.

Siguiendo a Juan Francisco Ojeda, en esos años ya había emergido una Doñana polisémica: científica, popular, política, más etérea y expansiva, que se convierte en referencia universal de todo: tradición y seña de identidad local, escenario sagrado, objeto científico, literario y artístico, mercancía verde, santuario natural, reclamo turístico, baza política […], se ha ido construyendo una Doñana cada vez más compleja y más líquida y universalizable, hasta el punto de convertirla en una palabra, un texto, un concepto, una construcción volátil y metafórica. (1)

Esa construcción conceptual movilizó a gran parte de las personas que sin conocer el espacio protegido, se oponían con resistencia a la pérdida del santuario natural idealizado.

Doñana en otra cultura contemporánea.

Convertida en una palabra evocadora, en un concepto, Doñana escapa de sus ámbitos musicales tradicionales, el folclore y el mundo del Rocío, y aparece en otras expresiones contemporáneas.

El grupo sevillano, Reincidentes, en su disco Ni un paso atrás, de 1991 incluye «Aprendiendo a luchar»: Doñana es una palabra, un objetivo para la lucha social.

El grupo punk de Utrera, Los muertos de cristo, en su disco A la Barricadas (1995) propone: «Ya no hay solución, la cosa está bien clara / ¡Mata rocieros y salvarás Doñana!».

Kiko Veneno en 1995 compone «El lince Ramón», incluida en su disco Está muy bien eso del cariño. Este popular tema subraya una de las nuevas preocupaciones sociales, la pérdida de biodiversidad, a través de otro símbolo, el lince, vinculado inexorablemente a Doñana.

Los Mártires del compás en 1994 dan una vuelta al género de las sevillanas, a Doñana y al Rocío: «Por el coito Doñana con tu hermana / con tu hermana / (ta aburría ta aburría) / buscando al lince / buscando al águila / y na ma que había / arena y raya / (ta aburría ta aburría)», o «Que yo no voy al Rocío / que no / que yo no voy al Rocío / porque el polvo que levantan / los bueyes / las carretas, los tractores / de la duquesa / no me dejan ver el camino.”

En el discurso social de Doñana, con todas sus ambigüedades: el Rocío, la agricultura, el turismo, el cortijismo histórico (y su variante institucionalizada) se impone la defensa de sus valores ambientales.

La sostenibilidad de una idea.

Los últimos proyectos destructivos para Doñana, como el dragado del Guadalquivir o el almacén de gas, responden a grandes intereses comerciales y desarrollistas ajenos a este territorio. Los beneficiados de estos macro proyectos (Puerto de Sevilla y Gas Natural Fenosa) ya no esgrimen el argumentario de los promotores de Costa Doñana (la creación de puestos de trabajo en el territorio, el crecimiento y la riqueza), sino que tratan de ampararse en la consideración de proyectos de utilidad pública.

La producción de fresas y frutos rojos basada en la usurpación del monte público y el consumo descontrolado e ilegal de agua, ha generado una conflictividad social creciente. En estos momentos la Fiscalía de Medio Ambiente de Huelva está investigando a dos exalcaldes y a la actual alcaldesa de Almonte por su posible cooperación en un delito ambiental de apropiación indebida del agua por algunas de las empresas productoras de fresas.

Simultáneamente, al grito de «salvemos Doñana» y «Doñana no se toca», se ha creado un escudo protector. La ola de apoyo y el interés por participar en la restauración de Doñana a raíz del incendio de este verano solo se puede entender si consideramos que salvar Doñana es restituir el paraíso perdido, el edén, ese rincón salvaje de nuestro ideario colectivo. El incendio de Moguer ha demostrado que Doñana está en todxs nosotrxs.

Tenemos que conseguir que en el escudo protector de Doñana choquen las energías salvadoras y salgan reflectadas en todas direcciones. Así encontraremos a Doñana en cualquier lugar: en nuestra casa, en el barrio, el cole, en nuestro parque. La educación ambiental es la disciplina que debe aglutinar e impulsar esta energía colectiva y a Doñana, tradicional laboratorio de ideas, concepto evocador y movilizante, convertirla en demostración de sostenibilidad global.

1.- Ojeda Rivera, Juan F.; González Faraco, J. Carlos; y López Ontiveros, Antonio (coord). Doñana en la cultura contemporánea. Organismo Autónomo Parques Nacionales, 2006.

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