nº46 | tema que te quema

DESMONTANDO EL PORNO

La pornografía desde una mirada crítica

La falta de educación afectivo sexual de calidad en los centros educativos, los silencios en las familias y la invisibilidad en la sociedad, perpetúan que las personas creen un imaginario colectivo de cómo son las relaciones sexuales a través del único medio que han tenido para ello: la industria del porno.

¿Cómo influye la pornografía en la construcción y el desarrollo de las sexualidades de las personas jóvenes? ¿Qué expectativas crea? ¿Qué impacto tiene en sus relaciones interpersonales?

La pornografía está construida sobre dos grandes pilares: el patriarcado y el capitalismo. Hoy en día, la industria del porno es una de las más rentables económicamente a escala mundial. Multitud de contenidos gratuitos y disponibles 24 horas a los que acceden, a cada instante, millones de personas por medio de la red. Pero la pornografía no la encontramos única y exclusivamente cuando queremos acceder a ella, sino que cualquier sitio web puede contenerla en forma de banners o enlaces engañosos.

Según el último informe de PornHub, en 2019 tuvieron 42 billones de visitas. Este consumo también está diferenciado en términos de género: 68% de hombres frente a un 32% de mujeres. Las edades promedio oscilan entre los 18-34 años (Pornhubinsights, 2019). Pero ya sabemos que para acceder no hay por qué tener mayoría de edad, basta con hacer clic. Según el último estudio de Save the Children, el 53,8% han accedido al porno antes de los 13 años. Las personas jóvenes acaban accediendo a la pornografía antes que a sus propias vivencias sexuales. Si bien es cierto que internet se ha convertido en el medio por excelencia de la pornografía, no podemos olvidar que esta industria nos ha llegado de formas diferentes durante años, desde revistas a retransmisiones televisivas, y no por ello menos cargadas de machismo.

La finalidad del visionado del porno es diversa: masturbatoria, por curiosidad y para aprender. Es en este último caso en el que podemos observar que el porno está funcionando como uno de los
principales agentes educadores sexuales, donde encontrar las respuestas de las innumerables dudas que nadie responde. De esta forma hemos convertido al porno en una escuela (¡pero vaya escuela!).

La industria de la pornografía ofrece una visión completamente distorsionada de la sexualidad humana; establece «la norma», lo deseable y las expectativas sexuales. Por ello, es necesario desmontar los mitos y creencias erróneas que transmite el porno mainstream (mayoritario, dominante).

CREENCIAS ERRÓNEAS MÁS COMUNES

TAMAÑO DEL PENE

Los penes que salen en la pornografía son penes seleccionados y miden alrededor de 15-20cm. Los penes estándar miden entre 12-17 cm.

NO HAY VELLO CORPORAL

Las personas tenemos pelo en nuestro cuerpo, ya sea en mayor o menor proporción. Quitarnos el vello es tanto capitalista como patriarcal, ya que es una necesidad impuesta construida en torno a la falacia de mejora de la salud. Lo cierto es que el vello corporal (en concreto el púbico) tiene una función protectora y favorece nuestra salud sexual.

VULVAS DIVERSAS

Las vulvas que aparecen son todas parecidas estableciendo una idea única anatómica. En realidad, hay muchos tipos de vulvas que se diferencian en formas, tamaños y colores (¡y hasta sabores!).

DURACIÓN

En el porno, aparecen manteniendo relaciones sexuales durante horas (sobre todo felaciones y penetración). Lo que ocurre detrás de las pantallas es el consumo de fármacos para «aguantar más» y los cortes de secuencia para evitar que el pene eyacule antes de lo establecido en guion.

EXCITACIÓN

En el porno la fase de excitación es inmediata. Es en esta fase donde ocurren los mal llamados preliminares. En el sexo no hay preliminares, todo son prácticas sexuales que favorecen a la excitación otorgando placer y pudiendo, o no, llegar a un clímax (el orgasmo). El porno mal enseña que la fase de excitación es un medio rápido para llegar a lo que «verdaderamente importa».

FALOCENTRISMO

El porno contribuye al protagonismo del pene en las relaciones sexuales, visibilizando prácticas como las felaciones y la penetración. Construye un imaginario de prácticas centradas en la estimulación de este miembro y favoreciendo a lo ya conocido como «brecha orgásmica».

LESBIANISMO

El lesbianismo en el porno mainstream es un recurso utilizado desde la mirada masculina. El uso de la imagen de dos mujeres realizando prácticas sexuales está constituida por y para el deseo masculino, alejando la verdadera visión de las relaciones sexuales entre mujeres. La erotización del lesbianismo contribuye no solo a la invisibilización de esta orientación sexual, sino que se le priva de legitimidad.

SQUIRTING

Otra de las cosas erotizadas en el porno es el squirting (chorro expulsado por la uretra de la vulva). Antes de su erotización, las mujeres o personas con vulva que conseguían hacer squirt se avergonzaban del suceso y les reprimía en sus prácticas y placeres. Ahora, esta erotización ha hecho que estas se obsesionen por conseguirlo, creando frustraciones y malestares con sus prácticas sexuales.

GENITALIDAD

En el porno, las relaciones sexuales están muy centradas en los genitales. Esto hace que construyamos un ideario sexual centrado en la estimulación genital, obviando el resto de nuestro cuerpo. Nuestro cuerpo está cargado de puntos y zonas erógenas listas para ser descubiertas desde la exploración y la autoobservación. La importancia de dibujar nuestro propio esquema o mapa corporal ayudará a tener relaciones mucho más satisfactorias en solitario o con nuestras parejas sexuales.

LENGUAJE SEXISTA

El lenguaje vejatorio hacia las mujeres en el porno es, por desgracia, bastante usual y no hace otra cosa que denotar el sexismo y machismo que existe no solo en la industria del porno, sino en toda la sociedad. Es importante saber que este tipo de lenguaje puede ser excitante para algunas personas, ya que está erotizado, pero debe existir siempre un acuerdo en utilizarlo durante las relaciones sexuales, ya que si no puede resultar ofensivo para alguna de las partes. De ahí la importancia del consentimiento.

Por supuesto, esto no es una criminalización del porno. El porno mainstream se ha convertido en la mala escuela sobre sexualidad, pero todo lo que se construye puede deconstruirse en algún momento.

Obviamente hay diversos tipos de pornografía, como puede ser el cine de Erika Lust, denominado porno feminista, pero se trata de material de pago al que no accede usualmente la población y mucho menos la juventud. Además, el porno feminista no se trata solo de representar prácticas sexuales menos convencionales, cuerpo no normativos y diversos, sino que también es necesario que existan acuerdos y cuidados con las actrices que van a realizar las escenas. Se trata de contratos laborales que respeten los derechos de las trabajadoras, de seguridad sanitaria y que legitime la dignidad de estas mujeres.

Otra de las corrientes alternativas al porno mainstream es la denominada posporno: creaciones sexualmente explícitas cuyo objetivo no es masturbatorio sino paródico o crítico. El colectivo Girls Who Like Porno, que integraban Águeda Bañón y María Llopis, fue precursor en España de esta corriente crítica. Los cuerpos que la industria del porno excluye o denigra se convierten en creadores y protagonistas de propuestas artivistas. El posporno es una visión compleja del sexo que incluye un análisis del origen de nuestro deseo y una confrontación directa con el origen de nuestras fantasías sexuales. Se centra en cuestionar la industria pornográfica y la representación que se hace en los medios de la sexualidad: simple, repetitiva y limitadora; protagonizada por cuerpos jóvenes con una belleza canónica que fingen sentir placer.

Así pues, mientras en el porno mainstream nos encontramos con violencia simbólica, falocentrismo, heterocentrismo y la única visibilidad de cuerpos hegemónicos, en la alternativa pospornográfica se habla de sexualidades, en plural, y de placer disidente. Como dijo la investigadora Laura Milano: «Ya no hablamos de la sexualidad, hablamos de sexualidades».

La educación afectivo-sexual sigue siendo una carencia y una necesidad, algo que incomoda al sistema que bebe de la ignorancia. En conclusión, podemos afirmar que existen múltiples maneras de hacer pornografía con diferentes fines (masturbatorio, disidente, político, artístico…), lo que debemos tener claro es que el porno, sea cual sea, nunca deberá sustituir a la educación afectivo sexual.

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