nº34 | política global

Brumadinho:

una tragedia anunciada

Viernes 25 de enero de 2019. Brasil se despertó con la noticia de que una presa, perteneciente a la explotadora minera multinacional Vale, se rompió en las proximidades de Brumadinho, ciudad localizada en la región de Minas Gerais, sudeste de Brasil.

Más de 200 personas murieron, 41 siguen desaparecidas y 135 se quedaron sin casa. Diversos movimientos sociales, especialistas, periodistas e incluso el Ministerio Público Federal y la Procuraduría empezaron a hablar de la «tragedia anunciada».

El motivo es la regularidad de casos parecidos por falta de una fiscalización adecuada y de la impunidad de las empresas responsables. Maria Dalce Ricas, superintendente-ejecutiva de la Asociación Minera de Defensa del Medio Ambiente (AMDA): «Los daños ambientales son muy grandes debido a las características de la región. Esta tragedia lleva a una conclusión que no puede ser ignorada durante más tiempo: si las presas no tienen seguridad, entonces no son posibles más explotaciones minerales con presa».

La Procuraduría del Ministerio Público Federal ya alertaba sobre la posible rotura: «Especialistas alertaban sobre el grave riesgo existente en las innumerables presas del país, tanto por la falta de gestión adecuada como por la falta de fiscalización eficiente». Desde 2016 se intensificó la actuación del Ministerio Público Federal (MPF) en la región, entre las varias conclusiones de ese trabajo están la fragilidad del marco regulativo, la desestructuración de órganos de control y la falta de punición rápida y efectiva a los responsables. «La legislación brasileña no estaba adaptada, los órganos de fiscalización ambiental no recibieron la debida valoración y no se aplicaron las sanciones adecuadas. En ese escenario, no parece adecuado hablar de accidente cuando hablamos de la catástrofe de Brumadinho», concluyó la nota lanzada por el Ministerio Público.

Alessandra Cardoso, asesora política del Instituto de Estudios Socioeconómicos (Inesc), dijo a BBC Brasil que el hecho de que la represa llevara inactiva desde hacía tres años, sin recibir residuos, habría desgastado la estructura. Para ella, cuando una mina o presa paraliza sus actividades, «la tendencia es que la empresa le ponga menos atención» a los criterios de seguridad.

Según Vale, la balsa rota había pasado las inspecciones de seguridad en junio y septiembre de 2018 que establecieron que era una infraestructura segura.

El lodo de la Vale llegó a una aldea del pueblo indígena Pataxó, a 26 km del lugar de la rotura. Según lxs indígenas, el agua del río empezó a sufrir cambios. «El agua estaba clara, pero hoy está roja oscura. Ya hay peces muertos», afirma el líder de la aldea. Después de lo ocurrido, seis ayuntamientos pidieron a la población que se alejara del río, ya que el nivel del agua podía subir con la cantidad de lodo.

Víctimas no humanas

Además de las dificultades en calcular el número exacto de personas fallecidas, hay muchas incógnitas relacionadas a las especies no humanas (los animales) que también fueron víctimas de la rotura de la presa de Vale. Activistas, ONGs y veterinarixs voluntarixs hasta la tarde del día 27 no habían sido autorizados a actuar en la zona.

Además de solidarizarse con las víctimas humanas, pidieron que se rescataran los animales. La compañía declaró en una nota de prensa que se rescataría a los funcionarios y las personas de la comunidad, pero no mencionó qué haría en relación con los animales y la reparación ambiental.

Bloqueo de los bienes de la compañía

La justicia embargó 11 billones de reales brasileños de Vale (alrededor de 2,75 mil millones de euros). El objetivo era garantizar los recursos para reparar los daños causados, indemnizar a las personas afectadas y costear los destrozos ambientales.

OTROS CASOS

Mariana

El 2015, otra presa de la misma compañía (Vale/Samarco) se rompió en Minas Gerais dejando 19 fallecidos. Aldeas enteras fueron inundadas por el lodo y los impactos socioambientales llegaron a las ciudades de Minas Gerais y Espirito Santo. 22 personas y 4 empresas respondieron ante la justicia, 21 de ellas por homicidio. Para el Ministerio Público Federal faltaron medidas para prevenir la tragedia y las muertes. Solo en Ibama se presentaron 25 multas, pero la compañía las recurrió y no tuvo que pagar ninguna.

Ese fue el mayor desastre ambiental de Brasil. Solamente un mes después fueron retiradas 11 toneladas de peces muertos. Tres años después, los Estados todavía sufren los impactos socioambientales. Además de eso, varixs habitantes perdieron sus casas sin que haya comenzado la construcción del sitio donde iban a ser reubicados.

Miraí

En 2007, otra presa se rompió en la ciudad de Miraí, localizada también en Minas Gerais. Hubo una fuga de 2 280 000 m³ de lodo tóxico, resultado de una mezcla de agua y argila (utilizada para lavar la bauxita). La tragedia dejó a 4 mil personas desalojadas. No fue hasta 2014 cuando la empresa fue condenada a pagar una indemnización. De acuerdo con un documento divulgado por el Ayuntamiento de Miraí, el perjuicio para la ciudad se contabilizó en 73 985 millones de reales brasileños (18 496,25 millones de euros). Nueve veces más que el presupuesto anual del municipio.

Cataguases

En 2003 se rompió una presa de celulosa en Cataguases (Minas Gerais), con una pérdida de 520 mil m³ de residuos compuestos por residuos orgánicos y sosa cáustica. Los residuos afectaron directamente a poblaciones de pescadores que vivían del río, además de áreas de Rio de Janeiro.

¿QUÉ DICE EL PRESIDENTE?

Durante su campaña, el actual presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, declaró en varias ocasiones que quería acabar con el Ministerio de Medio Ambiente. Cuando fue elegido, una de las primeras medidas fue vincularlo al Ministerio de Agricultura, y este pasaría a interferir directamente en las decisiones de licencia ambiental para grandes empresas en áreas de preservación ambiental, tierras indígenas y comunidades tradicionales. La liberación de esas obras pasó a manos de los principales interesados en sacarlas adelante: los terratenientes y grandes empresarios.

Este nuevo contexto tiene impacto en grandes proyectos, como es el caso de Vale, que devastó la ciudad de Brumadinho. El motivo es que cuanto más blandas son las investigaciones sobre los posibles impactos ambientales, más probable es que los mismos vuelvan a repetirse.

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