nº44 | política global

Bolivia, un pretexto

Bolivia apareció tímidamente en los medios internacionales cuando fue derrocado Evo Morales. La icónica foto de la presidenta rubia a la que un militar en uniforme de guerra le colocaba una suerte de banda presidencial y la escena en que entraba al llamado Palacio de Gobierno con la biblia en la mano y diciendo «nuestra fuerza es dios», recorrieron el mundo.

Fueron pocos los segundos en los que este hermoso país salía confusamente en un extremo pequeño de un periódico internacional, confundido como siempre con Colombia. Russia Today mandó corresponsales pero pasaron fugazmente a dar cuenta de lo que ellos por conveniencia llamaron «golpe de Estado1». El País de Madrid, sorprendentemente, nos pidió entrevista y análisis; pero, como decimos por acá, «es porque se ha muerto el obispo» y hasta que otro obispo muera, que pueden ser 40 años, no volveremos a emerger en sus medios.

No aparecemos con nuestros remedios ancestrales contra la covid19, no aparecemos para contar las fabulosas ollas comunes que somos capaces de organizar en tiempos pandémicos, no aparecemos para hablar de arte, ni de filosofía, sino para no hablar y ser foto de muertes y derrocamientos disparadas por algún fotógrafo candidato al World Press Photo. Somos el territorio del desastre, aunque por acá se vive y se fiestea muy bien; somos el territorio de la ignorancia, aunque los saberes ancestrales sustentan nuestras vidas; somos el territorio de la no ciencia y del no pensamiento; somos el territorio paisaje, aunque venimos alimentando al capitalismo con materias primas estratégicas desde hace más de 700 años.

Es por eso que en este articulo, que me honra El Topo con pedírmelo, quiero hablar de este país que habito tan solo como un pre-texto para hablar de horizontes, utopías y revoluciones.

Izquierda versus derecha y privatización de la política

Pido al mundo, por favor, no simplificar la realidad política de mi país y reducirlo todo a una disputa entre derecha vs. izquierda. No es que el movimiento al socialismo (MAS) es de izquierda; le pasa como al PSOE, partido socialista de España, es solo un nombre. Ni el PSOE es la izquierda,
ni el MAS es la izquierda, y lo que está en el tablero político es algo más complejo que un enfrentamiento entre derecha e izquierda, progresismo versus conservadurismo.

Las categorías derecha versus izquierda son hoy categorías insuficientes para explicar la política en ningún contexto por varias razones. La primera y más evidente es la incapacidad de la llamada izquierda de diferenciarse de los postulados fundacionales del neoliberalismo y de acatarlos a rajatabla. La segunda es la emergencia de nuevas categorías y complejidades políticas que escapan a ambos conceptos. Y la tercera es la emergencia de un nuevo fascismo diferente que la izquierda no logra ni ver, ni interpretar, ni contener. Es más en Bolivia los pactos de gobernabilidad del movimiento al socialismo han incluido la alianza con fuerzas fascistas conservadoras como las iglesias fundamentalistas cristianas a través de la otorgación de personerías jurídicas para operar en el país y realizar sus campañas de extirpación de idolatrías contemporánea2.

Estamos ante el fenómeno de la privatización de la política y la transición entre un neoliberalismo y un neoliberalismo fascista pandémico.

El derecho al voto no garantiza nada y los marcos que ofrecen las democracias liberales representativas son procesos de despojo de decisión colectiva sobre los asuntos fundamentales de cualquier sociedad. Las elecciones son aparatos gigantescos de marketing y manejo o, mejor dicho, manipulación de la opinión pública. Tenemos derecho a elegir, pero no a ser elegidxs, y sobre todo no tenemos derecho a decidir nada, ni siquiera qué cosa vamos a consumir.

¿Quién gobierna Bolivia?

En un régimen patriarco/colonial/capitalista un país como Bolivia ocupa el lugar ineludible de proveedor de materias primas cuyos precios serán determinados en función de las necesidades y los cambios tecnológicos a decidir en los centros de poder que no son los estados del norte imperial, sino poderes supraestatales transnacionales.

Un gobierno como el boliviano es una suerte de administrador del proyecto colonial bajo un régimen de ausencia de soberanía estatal. Los problemas seculares de Bolivia de carencia de salud, seguridad social a largo plazo, acceso a la educación y a la tecnología, acceso al trabajo seguro y en muchos casos derecho a la subsistencia, son problemas irresolubles dentro un régimen colonial extractivita de despojo. Los estados nacionales no son estados soberanos en ninguna latitud del mundo, pero, cuanto más al sur bajamos, los márgenes de soberanía son menores o inexistentes.

Es por ello que la pregunta de ¿quién gobierna Bolivia? debería ser en el mejor de los casos sustituida por ¿quién administra en el país el proyecto colonial imperial y bajo qué condiciones?

Esto obliga a pensar las cuestiones centrales no dentro los marcos estatales y ese es un gran desafío para las luchas sociales.

Las luchas circunscritas al marco de la producción y las tensiones dentro de la producción no son en un país como Bolivia las luchas centrales porque el problema no es el dilema patrón/proletario. De hecho, el proletariado ha desaparecido y las luchas por el agua, por la Amazonia, por todas las formas de soberanía sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas son las luchas fundamentales que tienen la fuerza de hacer temblar estructuras.

[1] En Bolivia aún hoy hay una gran disputa entre la tesis del golpe de Estado que victimiza a Evo Morales y la tesis de la reconquista de la democracia que justifica las masacres y la emergencia del fascismo. Se trata de una discusión muerta y polarizada en la que Mujeres Creando ha insertado una visión no binaria más compleja que se puede leer en varios de nuestros artículos referidos al tema.

https://www.paginasiete.bo/opinion/maria-galindo/2019/11/20/quien-gobierna-bolivia-237916.html

[2] Movimientos como «con mis hijos no te metas» y otras formas de fundamentalismo fascista actúan en Bolivia fuertemente: tienen colegios, universidades y medios de comunicación. Los permisos para acceder a esto han sido otorgados en su mayoría por el Gobierno de Evo Morales.

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