Una vez escuché que aquella persona que no tiene al menos cinco contradicciones, es una dogmática. En El Topo podemos ser muchas cosas, pero no nos define la palabra dogma y quizás por ello tenemos nuestras contradicciones. Una de ellas es definirnos como ecologistas y decrecentistas a la vez que salimos impresos en papel. Otra, ser un medio independiente y radical que trabaja con una imprenta comercial. Estoy segura de que podrían sacarnos unas cuantas más —de hecho os animo a hacerlo— pero en el número 50 tachamos una de nuestras incoherencias de la lista. Algo tan sencillo como cambiar la familia tipográfica de los cuerpos de texto del periódico, usando una de palo seco y dejando atrás las serifas. Y diréis, ¿qué tiene esto que ver? ¿Qué influencia tiene una cambio tipográfico? ¿Es política la tipografía? Pues queridxs lectorxs: si lo dudabais es porque una tipografía no os ha jodido nunca. Ya tenéis un privilegio más que añadir a vuestra rueca de la interseccionalidad.
Para personas que tienen otro lenguaje o usan otro alfabeto, o que tienen problemas de aprendizaje o en general problemas con la lectura —entre otro tipo de problemas—, existe una cosa que se llama lectura fácil. Esta, aparte de ser un premiado libro de Cristina Morales, es una manera de escritura inclusiva que facilita la lectura —y por ello la vida— a varios sectores de la población. Las minorías también existimos y, aunque no seamos un sector representativo de la sociedad, si nos juntamos todas somos mayoría. Pero estos cambios no hay que hacerlos por una cuestión cuantitativa o utilitarista, sino porque en un mundo llenito de injusticias y construido entre todas para unas pocas personas, hay que hacer las cosas más fáciles para todxs. Y además la mayoría de veces no cuesta nada hacerlo.
En El Topo decimos que queremos llegar a todo el mundo y nos hemos tirado 49 números omitiendo a pequeños grupos de la población y no invitándoles a nuestras líneas. Hemos tardado porque ha hecho falta que llegara a nuestro equipo una de estas personas para contarn(os) desde su propia experiencia qué es y cómo hacer nuestro periódico más fácil para todo el mundo. Y eso solo cambiando la letra. Si bien es cierto que hay una larga lista de requisitos en la lectura fácil (y muchas guías libres en internet que os animamos a consultar), las de forma ya las cumplíamos, solo nos faltaba lo más importante, la letra. El cambio, por qué no decirlo, ha dejado más bonitas y limpias nuestras páginas. Despacito y —por fin— con buena letra, vamos aprendiendo a mejorar y a eliminar cualquier frontera que haya entre este periódico y el mundo.