El Topo practica un periodismo lento. Vamos despacio, sin urgencias, buscamos reflexiones pausadas sobre lo que sucede a nuestro alrededor y nos afecta realmente. En dos meses suelen pasar muchas cosas, algunas relevantes, otras no. Pero en estas últimas semanas ha sido tanto lo ocurrido que ni siquiera nos ha dado tiempo a reflexionar suficiente.
Nos acostamos un 2 de diciembre con unos resultados electorales que amenazan con cambiar a mucho peor nuestro modo de vida; conocimos un nuevo asesinato machista monstruoso de los que alimentan la carroña mediática (ha habido otros, pero interesaban menos); asistimos al crecimiento de las protestas del ecléctico movimiento de los «chalecos amarillos» en Francia; nos enteramos de cuántas personas desaparecieron el último año en la frontera sur… Algunos son episodios con principio y fin, otros suponen el inicio de un camino cuyo recorrido es una incógnita y en algunos casos una amenaza, sobre todo (como no) para las mujeres.
La extrema derecha ha irrumpido en el Parlamento andaluz, la explícita, la del caballo y los machos cabríos y encabronados, la que no tiene complejos y enseña el aguilucho si hace falta, la que exige sin tapujos que se acabe con una ley contra la Violencia de Género que les molesta. Vox tiene la llave del gobierno en Andalucía. Vox, el partido liderado por un individuo que presume de ir siempre armado con una pistola, cuyo secretario general es un exmilitar defensor de la españolidad de Gibraltar con una mirada que hiela la sangre y su portavoz andaluz un juez famoso por ser azote del feminismo y prácticamente negar la violencia machista. La pregunta es hasta dónde van a llegar.
De momento, el PP y su ansia por gobernar cuanto antes propone como solución salomónica ampliar las ayudas de la ley a los hombres víctimas de la violencia «doméstica» (sí, eso han dicho), a ver si se conforman y les dejan gobernar la Junta de una vez, C’s solo piensa en su vicepresidencia, el PSOE se escandaliza y lo utiliza y Adelante Andalucía los acusa de cómplices de la violencia. Y mientras ellxs pelean por el poder, llega el primer asesinato machista del año añadiendo un nuevo nombre a la lista de casi mil mujeres a las que han matado sus parejas desde 2003. Mil mujeres asesinadas por serlo. Mil. La ley, conseguida después de muchas luchas y con muchas carencias, no la van a quitar, pero la amenaza ya ha llegado. El antifeminismo que representan ha salido del todo del armario. Han puesto cara, voz y partido a la reacción de cierta masculinidad ofendida ante el avance de la lucha feminista.
Y no van a parar porque somos el enemigo junto a migrantes y rompedorxs de la unidad de España. Da miedo, claro, pero no podemos amedrentarnos. Dice Rita Segato en una entrevista para Página12: «Ellos, por su reacción de alerta máxima, nos están diciendo la fuerza que tiene nuestro movimiento para hacer colapsar todos los tipos de asimetría de nuestra sociedad». La fuerza la tenemos y el impulso tomado por el feminismo en el último año debe servirnos de referencia, pero no será fácil.
En estos dos meses han pasado más cosas, de algunas hablamos en este número, de otras no hemos podido y más de una nos ha hecho pensar, como el anuncio de las compañeras de Píkara de parar un tiempo su proyecto antes de que «les arrase». Y justo en este tiempo también nosotras hemos evaluado nuestro proyecto y, aunque la ilusión y las ganas siguen intactas, compartimos con Píkara la dificultad para sacar adelante un periódico autogestionado. Las cuentas no nos salen y necesitamos mucho más apoyo para continuar.
Con estos mimbres y en un momento en el que nos envuelve la incertidumbre y el miedo, no tenemos la respuesta a la pregunta planteada en el título, ni siquiera en lo referido al propio Topo, pero creemos firmemente que hacen falta medios como el nuestro, sin miedo ni presiones por llamar a las cosas por su nombre. Tenemos muchos retos por delante, quizá demasiados, pero también tenemos la fuerza.