El Topo. Para empezar, cuéntanos quién eres tú, a quién representa tu cuerpo
J.L. Moreno Pestaña. Soy profesor de filosofía en la Universidad de Cádiz. Me doctoré en filosofía, y posteriormente hice una tesis de habilitación en sociología en la EHESS de París. Tengo dos líneas de trabajo, una sobre historia y sociología de la filosofía española y francesa, principalmente Foucault sobre quien hice mi tesis doctoral y mi primer libro importante[1]. La otra línea es la sociología de la enfermedad mental. Dentro de esta línea hice mi estudio de los trastornos alimentarios[2] con el que obtuve la tesis de habilitación en Francia (requisito para dirigir investigaciones y poder ser catedrático).
Y luego está la militancia. Yo empecé a militar muy joven, pero tuve una ruptura con la entrada en prisión por la insumisión. A la salida tuve que digerir una especie de reinserción después de la vida militante. En mi agenda de trabajo y de estudio no había nada que fuera políticamente claro y esto era algo que no tenía bien integrado porque para mí la identidad política era muy importante y entonces, cuando aparece el 15M, no sólo recupero la militancia, sino que también empiezo a estudiar cuestiones de sociología política que hoy me ocupan tanto como la historia de la filosofía.
Mens sana in corpore…
Hay una fracción del mundo griego, podíamos decir la fracción olímpica, representada por las grandes oligarquías y especialmente por la potencia reaccionaria por excelencia, Esparta, que tiene en el mundo olímpico una suerte de «Internacional» —salvando el anacronismo— conservadora. Y luego hay una reacción muy fuerte a lo que representan los ideales olímpicos tanto en el mundo democrático como en el mundo intelectual. Se critica cómo la inversión en deporte o la excesiva atención al cuerpo, suponen una dificultad para la participación y la intervención política. Es en el mundo romano, donde la diferenciación de clases y política es más fuerte, cuando empiezan a construirse estereotipos de los cuerpos plebeyos y patricios.
Pero, en cualquier caso, para un griego y para la medicina de antes del XVIII y XIX, la medicina hipocrática, el cuerpo tiene una dinámica que no podemos transformar. La idea de esculpir un cuerpo es algo que no tenía lógica. Por tanto, podemos decir, para los griegos «mens sana el cuerpo no importa tanto» o «la mente sana exige no ocuparse demasiado del cuerpo».
¿Y para ti?
Después de 16 años trabajando con personas con trastornos alimentarios, una de las mejores cosas que puede hacer la sociedad es dejar de atribuirle al cuerpo valores que no tiene. Para mí es completamente ridículo incorporar una ortodoxia corporal para poder ser valioso en el mercado de trabajo, para poder acceder a ciertos medios sociales, etc. Otra cosa es que después de dos siglos eso sea fácil de cambiar
¿Cuándo se produce ese cambio de visión?
Cuando acaban las hambrunas en Occidente. Eso es en el siglo XIX, cuando la gordura deja de ser un símbolo de distinción social. Hay procesos que comienzan en el siglo XV y XVI, pero el cambio fundamental es en el XIX, cuando tenemos a una burguesía que se empieza a distinguir por la delgadez, una medicina que empieza a decir que el cuerpo se puede transformar a voluntad y la asociación de la delgadez con la cultura. Las vanguardias artísticas, la juventud byroniana, la bohemia francesa… La forma de oponerse al burgués vulgar es por medio de la estilización del cuerpo y todo eso va alcanzando a toda la burguesía y las clases altas en el siglo XX. Pero para que todo eso ocurra y se extienda es muy importante la idea de que el cuerpo se puede transformar y lo puedes modificar a voluntad. Antes no existía. También es cierto que siempre ha habido resistencias. En Francia la hubo por parte de los jóvenes comunistas, en Estados Unidos con el feminismo y el feminismo negro, etc. Es decir, no es algo homogéneo y no pasa en todos lados de la misma manera. El momento en que el cuerpo es estilización absoluta de la ideología es en los años 30, con el fascismo y con el modelo estalinista. Es el momento en el que el hombre y la mujer deportiva se convierten en uno de los centros de la escenografía ideológica.
Ahora mismo, en el contexto capitalista actual: ¿qué es y para qué sirve el cuerpo?
En primer lugar, para simbolizar la pertenencia a las fracciones más cultas de la clase dominante y a la clase dominante en su totalidad. Es decir, estadísticamente vemos que, conforme nos movemos a las zonas con más titulaciones académicas y más feminizadas, tenemos el índice de masa corporal más bajo, esto es diferente por países, pero con una tendencia global a que haya una lógica común entre todos.
En segundo lugar, da acceso a sectores del mercado de trabajo que son sectores donde se fusiona el estilo de clase con la actividad profesional. Por ejemplo, entre las actividades profesionales, los médicos son los que dan un IMC más bajo, o los escritores, o los artistas… Podemos suponer, según las entrevistas, que ahí sí se fusiona la actividad profesional con un origen de clase. Pero ahora, tenemos exigencias corporales en oficios proletarios como el de camarera o el de dependienta. Oficios que se conocen como aristocracia estética proletaria, que son personas con un trabajo físico muy duro con poco tiempo para cultivar racionalmente el cuerpo. Hace poco, las categorías socio profesionales más pobladas en España eran camareros, dependientes y profesores, que son categorías superfeminizadas. No significa que sea igual en todos o todas las camareras o dependientas, pero es bastante habitual. El cuerpo sirve para mucho.
Y relacionado con todo esto está la moda: ¿la consideras una herramienta de control?
De control y de expresión. Cuando hablamos de cuerpo nos referimos a tres cosas: la morfología física, es decir, que tipo de cuerpo hay que tener si eres hombre o mujer; una inversión en ropa y en abalorios; y un estilo suficiente para saber utilizar las dos anteriores de forma apropiada. Eso exige mucho trabajo. Por tanto, es un medio de control y un medio de realización porque mucha gente se siente orgullosa de ese trabajo y es una forma de realización humana como cualquier otra. Cuando se hace sociología, uno se pregunta por qué hay cosas que están muy valoradas y otras muy degradadas. Si lees a los filósofos y teóricos críticos, hay una falta de penetración enorme en todo el trabajo intelectual ligado a las actividades femeninas alrededor del cuerpo y eso es porque se tiene una mirada extremadamente dominocéntrica, es decir, desde la visión dominante del mundo que dice que el cuerpo es importante pero no deja de ser banal, son más importantes las actividades intelectuales, etc. Se trata de una forma de capital cultural que ha sido atribuido tradicionalmente a un grupo social dominado, pero que exige una inversión de trabajo enorme.
Entendemos que cada grupo social tiene su cuerpo y, ¿existe también una descontextualización territorial del cuerpo?
Hay una unificación de los modelos corporales hace ya mucho tiempo. Eso era verdad cuando los clásicos de la sociología del cuerpo escribían. Hay una tendencia a la unificación generalizada porque sobre todo para las clases dominadas, ascender por medio del cuerpo es más fácil que ascender por medio de la cultura. Además, el cuerpo depende mucho del azar biológico y eso es algo que las clases dominantes no pueden controlar del todo. Para muchos hombres y sobre todo para muchas mujeres, el trabajo sobre el cuerpo, la documentación sobre el cuerpo, es algo que se produce en el grupo de iguales, con amigas, por medio del acceso a noticias e informaciones que no son difíciles y eso hace que nos encontremos modelos corporales muy ortodoxos en grupos sociales muy desfavorecidos. Eso no quiere decir que no haya diferencias en grupos sociales sobre todo cuando se cruzan con diferencias étnicas.
La belleza tiene un significante negativo para las mujeres, pero ¿lo tiene también para los hombres?
Yo he entrado en esta historia tirando del hilo de los trastornos alimentarios y he hablado sobre todo con mujeres, pero creo que es evidente que la belleza está cargada con elogios que van unidos a la superficialidad. Si le dices a alguien que ha ascendido a través de su inteligencia no es lo mismo que decirle que lo ha hecho a través de su belleza. Lo segundo se considera un insulto, lo primero no. Por eso para muchas mujeres es opresivo acusarles de que la belleza es opresiva porque son los recursos que tienen y que utilizan.
Esto que dices puede generar una cierta inquietud, porque es verdad que estas cuestiones están asociadas a las mujeres, pero últimamente también están entrando los hombres
En cuanto a los hombres más titulados es evidente que sí. Incluso desde hace mucho tiempo no se discute que buena parte de las innovaciones estéticas que conocemos son efectos de hombres. El patrón de la delgadez es algo que imponen hombres sobre sí mismos, pero no cualquier hombre: Emile Zola, Lord Byron, etc. En el mundo de la cultura y de la política, la delgadez es un patrón que imponen ellos. Que las mujeres, tradicionalmente más ligadas a las cuestiones estéticas por la división sexual del trabajo y la dominación asuman eso, no quiere decir que ellas sean las creadoras. De hecho, la estética de la delgadez es mucho más dañina para una mujer que para un hombre, porque el ideal femenino paraliza el cuerpo de las mujeres en los 14 o 15 años y el ideal de belleza masculino puede ser opresivo, pero al menos construye un cuerpo fuerte.
Sin embargo, es un patrón que se relaciona desde el discurso hegemónico y mediático con la salud. Estar delgada es estar saludable frente a la amenaza de la obesidad
Si la gente de los Fat Studies (estudios sobre gordos) y la gente crítica con el discurso anti obesidad llevan razón —y yo creo que la llevan— la morbilidad está asociada a la obesidad mórbida, pero no al sobrepeso ni a buena parte de lo que se conoce por obesidad. Es decir, la relación con la salud es falsa. Lo que está asociado con la morbilidad son las dietas yo-yo y los cambios permanentes de peso, por ser cambios imposibles de mantener a medio plazo. Los cuerpos no se modifican fácilmente e intentarlo puede ser mucho más dañino que mantenerlo en lo que se conoce como gordura, sobrepeso o incluso la obesidad más leve. Pero es que detrás de ese discurso hay una ideología higienista disfrazada de mil cosas, toda la industria farmacéutica del adelgazamiento, la industria del azúcar que vende discursos contrarios por razones comerciales, etc. Además, hay muy pocas personas en las ciencias sociales que nos dediquemos a esto y si no formamos parte de las ciencias de la salud tenemos una legitimidad escasísima. Y por último tenemos unas capas cultas que participan del elogio de la delgadez. Colectivos como Stop Gordofobia tienen un papel militante muy importante.
¿Puedes explicarnos que es el ‘capital erótico’?
Capital erótico es el valor que tiene el cuerpo en los diferentes mercados con la idea de que hay un patrón de cuerpo que, si consigues acceder a él y mantenerlo, te proporcionará réditos en las interacciones cara a cara y en tu forma de presentación. Es decir, para que haya un capital tiene que haber una especie de modelo de equivalente global, un patrón general de cuerpo. Puede haber modulaciones, igual que se producen con el capital económico, pero hay un modelo general de belleza que te proporcionará beneficios. Ese modelo incluye la morfología, la manera de vestir, la energía con la que te mueves, etc. Hay una serie de códigos difíciles de controlar que te permiten tener un impacto positivo. Como todos los capitales, tiene características particulares. Un capital ligado al cuerpo necesita cultivarse continuamente, no se puede heredar, excepto en características muy generales.
¿Qué opinas del capital erótico, del uso de la imagen que está utilizando la nueva política?
Lo primero que hay que constatar es la monotonía con la que se seleccionan los prototipos corporales, ¿es el azar o hay un filtro? No lo sé. Hay algunas excepciones, pero en general hay una morfología tipo, una forma de hablar estandarizada. O el azar hace que los individuos con características similares pero que son seleccionados por otras razones (cualidades intelectuales, tradición de lucha, etc) hayan confluido en una especie de espacio corporal monocorde, o hay filtros corporales muy fuertes que tienen que ver con el origen de clase y la procedencia social de buena parte de la élite de esos partidos. En líneas generales creo que cada vez hay más peso de los recursos estéticos en política y eso va unido a una selección de clase, no solo clase social sino de lugar de procedencia (ser de Madrid no es igual que ser de Burgos…). Hay que promover la variedad social en las élites políticas, no puede ser que se recluten en una fracción tan pequeña y tan ortodoxa de la ciudadanía, esto desde el punto de vista democrático es un desastre. Y todo esto genera grandes debates y discusiones en EEUU, pero aquí no produce nada.
¿Qué dirías, para acabar, a la gente que lee El Topo?
Es importante que se hagan periódicos de calidad y con arraigo territorial y social como este. Por otro lado, que no es fácil politizar la experiencia corporal, que hay un campo de lucha enorme en el ámbito de la salud, ¿a qué llamamos sano y enfermo?, en el campo del trabajo ¿vamos a aceptar o no que el cuerpo juegue como un recurso para acceder al empleo? Y en el espacio del género, que está unido a los otros dos porque quienes están más afectadas son las mujeres. Son debates que hay que tener.
[1] Convirtiéndose en Foucault: sociogénesis de un filósofo. Ediciones de Intervención Cultural, S.L. 2006
[2] Moral corporal, trastornos alimentarios y clase social. Centro de Investigaciones Sociológicas.2010