nº13 | está pasando

Poderíos feministas contra las violencias machistas

En la primavera de 2015, diversos grupos feministas del Estado lanzaban una propuesta: organizar una marcha unitaria contra las violencias machistas. En plural. Por primera vez en la historia surge una convocatoria de estas características, una llamada a tomar las calles en bloque para confrontar todas estas violencias.

Tras el alarmante número de asesinatos de mujeres que se sucedieron a lo largo del último verano, y que, esta vez sí, protagonizaron los informativos, la iniciativa fue cogiendo fuerza y cada vez se sumaban a ella más colectivos feministas, hasta un total de cuatrocientos. El reclamo era importante: las mujeres estamos siendo asesinadas en nuestras propias casas; queremos mostrar nuestro total rechazo ante estos hechos. Partidos políticos y sindicatos también se unieron a la convocatoria, que tendría lugar el 7 de noviembre en Madrid, a poco más de un mes de las elecciones generales.

Saltan las alarmas

Este llamamiento invitaba a la prudencia y al análisis certero de los pros y los contras de acudir o no a la marcha estatal. Desde Setas Feministas, fuimos conscientes de la importancia de esta manifestación histórica, un espacio en el que cientos de miles de mujeres podíamos mostrar nuestra fuerza y nuestros poderíos en contra de las violencias machistas. Pero identificamos también la recurrencia de utilizar como estrategia partidista las luchas feministas en momentos concretos y, ciertamente sensibles, a la manipulación y la demagogia política.

Como decía Soledad Gustavo, «bien merece ser estudiada la doctrina que se expone sin pedir nada por ella, ni siquiera el voto en vísperas de elecciones». Y es que, después de la experiencia de El Tren de la Libertad, muchas compañeras feministas quedaron decepcionadas al ver cómo la representación de partidos políticos y sindicatos era quien tomaba el protagonismo en los meses posteriores a la manifestación. De este modo, volvía a diluirse la voz de muchas mujeres y colectivos que, de forma autónoma, habían decidido sumarse a la convocatoria en contra de la reforma de la Ley del Aborto en febrero de 2014.

Nuestros poderíos feministas

Los discursos victimizadores que obvian las potencialidades de las mujeres, presentan como solución única el tutelaje por parte del Estado, una vez que el del padre y el del marido, o no son posibles o han fracasado. Este camino ya lo hemos recorrido y hemos sido testigos de la pasividad con la que las violencias de género son abordadas en el marco institucional.

Creemos que las mujeres debemos empoderarnos, no solo individual, sino colectivamente. Que tenemos la capacidad de hacer nuestros los momentos y los espacios para así sacar a la luz estrategias de lucha que realmente aborden la raíz de las cuestiones. Creemos en las transgresiones que llevan consigo un cuestionamiento radical de lo que se nos impone como verdad única y unívoca, y en nuestras habilidades para hacernos ver y, sobre todo, oír.

Es por todo esto que, finalmente, decidimos sumarnos a la convocatoria y salir a las calles como nos diera la gana, en este caso, como las Ninjas Pastori «con nuestros poderíos feministas por peineta y nuestras katanas al hombro». Reapropiarnos una vez más de ese folklore tan característico de Sevilla y confrontar, de este modo, esas violencias que, de cotidianas, quedan invisibilizadas.

No somos la mitad débil de la población y estamos cansadas de que nos digan que no debemos ir solas por la calle, que tenemos que vestirnos pudorosamente, que nuestros cuerpos son pecado. Del cuestionamiento al que seguimos siendo sometidas las mujeres que identificamos agresiones fuera del contexto de la pareja o expareja como las que se dan en el trabajo, en la calle, en la escuela o en la familia. Y de la indiferencia social ante las violencias ejercidas sobre las mujeres en los márgenes, como las migrantes, las trabajadoras sexuales o las personas trans. No vamos a permitir que sigan asesinándonos, como si por el hecho de ser mujeres fuéramos las «culpables» de las violencias que se ejercen sobre nosotras. Como dice Victoria Sendón de León «desde la victimización no se puede hacer política», por eso nosotras queremos hacerla desde nuestro poderío feminista.

Como andaluzas, reivindicamos el poderío de las mujeres. Mujeres que afrontan la vida con fuerza, arte, alegría y decisión. Hablar de «poderíos feministas» supone abordar las potencialidades de las mujeres, las capacidades que tenemos para defendernos a nosotras mismas, con la certeza de que no estamos solas ante las agresiones, que somos muchas las que luchamos por un mundo en el que las diferencias no creen desigualdades.

Un grito de rabia para avanzar juntas

Con todas estas reflexiones en mente, llegó el día y las Setas Feministas nos plantamos en Madrid. Vestidas de negro, empuñando nuestras katanas y peinetas, nos fuimos transformando en Ninjas Pastori hasta llegar al punto de encuentro. Una gran pancarta encabezaba el bloque de feminismos autónomos bajo el lema «Siempre combativas frente a las violencias machistas» y tras ella, incluidas nosotras, una multitud de mujeres avanzaba al grito de «No es un caso aislado, se llama patriarcado», «Tú, machista, estás en nuestra lista», «Ante la duda, tú la viuda», «Ninguna agresión sin respuesta», «La calle y la vida también son nuestras»… Todos ellos compartían un sentir que invitaba a la autodefensa feminista desde lo colectivo y a la firme confrontación de las violencias machistas. Y así nos pusimos en marcha activando nuestros poderíos: el de la disidencia sexual contra la heteronormatividad, el callejero contra el acoso en el espacio público, el furioso contra la victimización, el creativo contra la violencia institucional, el insumiso contra el amor romántico…

Según la nota de prensa de las organizadoras, casi medio millón de personas llenamos las calles de Madrid. Se respiraba lucha feminista en la histórica Gran Vía. A medida que avanzaba la manifestación, fuimos uniéndonos a muchas otras compañeras feministas de Sevilla y a diversos grupos de todo el Estado, entre ellos, dos grupos de autodefensa transfeminista de Madrid con quienes compartimos ejercicios, patadas y griteríos combativos, y también la fuerza de la creatividad, el humor, la acidez y el baile como herramientas de empoderamiento callejero.

Nos queda claro que somos muchas y tenemos muchas ganas de luchar. Pero la tarde del 8 de noviembre nos devuelve a la realidad con 4 mujeres asesinadas más y la rabia se apodera de nuestras gargantas. Estamos hartas, los cambios tienen que venir desde ya, desde muchos otros lados, y este día histórico no puede convertirse en un mero reclamo electoral. Mientras se hacen fotos y promesas, a nosotras nos están matando. Por eso apostamos por organizarnos, por la autodefensa y el poderío feminista. Por cuidarnos, respetarnos y amarnos. Porque nos queremos vivas y libres, aquí y ahora.

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