Durante el pasado mes de mayo, la pensadora y activista feminista Silvia Federici, autora de Calibán y La Bruja, pasó por Sevilla dentro de su gira de presentación del libro Revolución en punto cero. Trabajo doméstico, reproducción y luchas feministas que acaba de editar en castellano la editorial Traficantes de Sueños. Tras ofrecer sendas conferencias en la Universidad Internacional de Andalucía y en la Pablo de Olavide, encontró un hueco para conversar con mujeres que pertenecían a diferentes colectivos que operan en Sevilla. Acudieron integrantes de Mujeres Diversas y del Movimiento por la Vivienda de Sevilla. Allí mantuvimos una enriquecedora y emocionante conversación entre todas.
El Topo: ¿Cómo y cuándo entró el feminismo en tu vida?
Silvia Federici:No es una pregunta fácil de responder. Ha entrado en mi vida, creo, de una formaindirecta, subterránea. Desde muy temprano. Creo que he sido una criptofeminista durante muchos años, antes de conocer el feminismo. Incluso mucho antes de que me hiciera feminista, o mucho antes de que se desarrollaran los movimientos de mujeres, sentía una rebelión contra esta especie de posición, esta especie de identidad a la que se esperaba que me doblegara.
Yo crecí en Italia, en el periodo de posguerra, cuando la cultura general aún estaba muy influida por la idea del rol de hombres y mujeres del fascismo. Y, a pesar de que las relaciones sociales estaban cambiando, era una concepción muy patriarcal de las relaciones familiares. Fue un factor muy importante en mi vida. Podía haberme convertido en una especie de feminista rebelde precoz.
Pero el feminismo entró directamente en mi vida a finales de los sesenta, cuando estuve en Estados Unidos y empezaban los movimientos de mujeres por los que me sentí inmediatamente atraída, aunque solo a partir de 1972 comencé a comprender que el feminismo podía realmente abrir la puerta a un entendimiento, a una nueva comprensión de la sociedad.Entre los años 1969 y 1972 formé parte de varias agrupaciones de mujeres, grupos de estudio, principalmente. También en agrupaciones que debatían sobre eltipo de actividades en que podíamos participar. Pero en 1972 ocurrió algo. Contacté con una mujer que estaba empezando a organizar la campaña internacional Salarios por Trabajo Doméstico y ese mismo año, en Padua, Italia, celebramos un encuentro internacional en el que se sentarían las bases para el Comité Feminista Internacional. Una organización que finalmente lanzó la campaña Salarios por Trabajo Doméstico.
ET: ¿Y se puede decir que cambió entonces tu forma de ver el mundo?
Foto de Gema Luque Higueras
SF:El feminismo transformó mi vida. Me abrió un mundo completamente nuevo con respecto a los hombres, en relación con las mujeres, en relación con mi madre. Durante mucho tiempo, cuando crecía en Italia, el centro de mi atención era mi padre, porque era profesor, mientras que mi madre era ama de casa.Mi padre siempre parecía más interesante. Y el encuentro con el feminismo transformó la relación con mi madre. Empezamos a establecer una relación de igualdad y solidaridad. Fue una transformación enorme. Un importantísimo momento de cambio en mi vida.
Realmente, cambió mi relación con los hombres. Pero aún más importante, me concedió una comprensión completamente nueva del poder de las mujeres. Y me di cuenta de que, inconscientemente, siempre me había sentido así, siempre había sentido esta fuerza, en mi cabeza, incluso de pequeña. Pensaba que las mujeres son las que han sufrido más y por eso tienen una mayor capacidad de resistencia.
Más tarde, comencé a ver el feminismo de una forma más teórica también, de una forma que me permitió transformar mi existencia. Además, colaborar con otras mujeres fue algo muy influyente. En uno de los artículos de Revolución en punto cero explico que la experiencia de encontrarme por primera vez en una habitación con 500 mujeres fue algo que no puedo describir. Esa experiencia de estar rodeada por mujeres que no estaban interesadas solo en los hombres, un mundo en el que los hombres no eran el centro de atención en sus vidas. A menudo, con otras amigas, hablábamos sobre hombres, hablábamos sobre amoríos…pero, en ese caso, estábamos en un espacio en el que el interés era por nosotras mismas, en el que nos encontrábamosinteresantes las unas a las otras.Y ver a todas estas mujeres a mi alrededor fue una experiencia tan poderosa…De hecho, me siento mal por las nuevas generaciones que han crecido cuando los movimientos de mujeres no eran un movimiento de masas tan importante.
ET: Lo que cuentas de tu madre nos ha sucedido a muchas de nosotras. El feminismo permite entender mejor a nuestras madres, estrechar lazos de solidaridad, entendernos mejor las unas a las otras. Acaba con la idea de que es el hombre quien mantenía la familia…
SF: Precisamente, aquel Comité Triveneto de Padua por el Salario por Trabajo Doméstico, que ya no existe, tenía un grupo de mujeres que escribía canciones feministas y sobre salario doméstico. Una de estas canciones estaba dedicada a las relaciones de la mujer con la madre.
ET:Tu libro Calibán y la Bruja ha sido una lectura muy reveladora para muchas de nosotras. Visibilizas muchos de los procesos que —impuestos desde el poder— relegaron a las mujeres a la esfera privada-reproductiva. Problematizas la idea de progreso y el tópico institucional de que siempre vamos a mejor. Muchas coincidimos con la sensación de malestar que nos generó su lectura,pero, ¿cómo viviste tú el proceso de escritura?, ¿cómo viviste el periodo de investigación?
SF:Antes de empezar, quisiera decir que muchas de las teorías, de las ideas principales que han dado forma a mi investigación, procedían de los movimientos de mujeres. No es invención mía la cuestión de la separación entre producción y reproducción, la cuestión del trabajo doméstico no remunerado. Esta nueva perspectiva política surge a partir del discurso de muchas.
Es muy importante para mí porque, en general, no creo que ninguna idea política importante provenga del individuo. Cualquier idea política importante procede siempre de grandes transformaciones sociales y movimientos de lucha.
Respecto a Calibán y la Bruja, su escritura fue una experiencia muy emotiva. Creo que gustó tanto por lo que hace sentir. Hay mucho dolor en ese libro. No fue un proceso distanciado de escritura, no fue un escrito académico. Hay mucho de mi propia vida, de mis propios sentimientos. En el segundo capítulo, que trata sobre los movimientos heréticos, relato mi propia conexión con la zona de Italia de la que provengo—que siempre fue un lugar de paso desde Francia hasta Alemania a través de Italia— y siempre lo consideré como una tierra de herejes. Fue una forma de volver a conectar con la historia de las áreas de las que mi familia procede, de donde vengo.
Y la cuestión del progreso es también muy importante en mi vida. Quizás, porque vengo de una generación que creció inmediatamente después de la guerra. Mi familia nos habló a mi hermana y a mí sobre lo que había supuesto la guerra desde que tuvimos edad de comprender, y la idea de progreso nunca me convenció. Me di cuenta desde muy pronto que este mundo es muy injusto. Creo que es una de las razones por las que las generaciones del 68 y el 69 fueron tan combativas. Por otro lado, esta experiencia del mundo había destruido muchos mitos, como el del progreso, precisamente. Y luego, por supuesto, a los 15 o 16 años…la gran lucha anticolonial, Mao, Cuba, etc., fue muy importante. Después, el viaje a Estados Unidos, el movimiento cívico, el encuentro con la realidad de la esclavitud… no podía identificar capitalismo con progreso. Había que estar completamente ciego para creer que el capitalismo había traído el progreso. La Ilustración, el siglo de la razón, fue el periodo en el que la esclavitud estuvo más extendida. Fue la cúspide en el desarrollo del sistema de plantaciones. La era de la razón fue la era de la esclavitud. No fue difícil para mí escapar de esa perspectiva que presenta al capitalismo como progreso.
Y una experiencia muyimportante y emotiva fue el encuentro con las brujas, que fue increíblemente dolorosa. Lo he dicho muchas veces, tenía que cerrar el libro y distanciarme, porque me veía caminando arriba y abajo por la habitación de noche, tras leer sobre las torturas. Es fácil imaginar lo que debía haber significado ser quemado vivo, o ver a tu hija o amiga quemadas vivas, o a tu amante, quemada viva. Fue algo que me agitó y confirmó mi visión del mundo capitalista. El de un mundo que realmente necesitamos trascender y transformar en algo completamente diferente.
ET: Creo que, igual que hoy aquí, en estos 20 días que has estado viajando por España has podidoconocer muchos movimientos sociales y, también, la realidad de los ataques que sufrimos todos los días.
SF: Sí.
ET: Ayer, en tu conferencia, hablaste sobre los retos pendientes: llamaste a la revolución feminista «inacabada» y comentaste que el feminismo, con su institucionalización, se ha quedado en el olvido. ¿Qué recomendaciones harías a los movimientos sociales que has conocido?
SF: Creo que esta visita me ha enseñado, en particular, cuántas mujeres están luchando y en cuántas actividades diferentes. He visto el mismo problema aquí que en Estados Unidos. Muchas actividades, mucha participación y espíritu de lucha…y una pregunta: ¿cómo conectarlo todo? ¿Cómo crear suficiente poder para transformar la institución de forma efectiva? Es un problema al que todas nos enfrentamos y que denominamos «la elaboración», «la construcción de los objetivos comunes». La revolución feminista sin finalizar, para mí, es la creación de un nuevo tipo de feminismo, de una forma mucho más estratégica y abierta, reenfocando su atención y sus energías en la cuestión de la reproducción. Creo que la reproducción, hoy, es el centro de la crisis que estamos sufriendo, que es una crisis económica, pero también cultural. Y es una crisis de las comunidades en las que vivimos, que han sido desintegradas y asaltadas de muchas formas: económicamente, socialmente… Por eso necesitamos involucrarnos en un proceso de reconstrucción del tejido social y crear nuevas formas de cooperación, nuevas formas de solidaridad.
Para mí, este progreso tiene que venir del área de la reproducción. Porque es en este campo en el que, de alguna forma, las relaciones de poder del sistema capitalista nos atrapan, en las que somos más vulnerables. Pero también es donde se puede empezar a transformar nuestra relación con el sistema. Y la razón por la que llamé a este libro Revolución en punto ceroes porque, para mí, la reproducción es el punto cero. La reproducción es hoy un campo en crisis. Se nos ha quitado tanto…pero la intensidad de la crisis nos obliga a ir más allá del presente, ir más allá de las relaciones del capitalismo para entender que es imposible. No pueden producir nuestras vidas. Así, la crisis total que vivimos puede convertirse en un momento de creatividad. El punto cero es eso. El final de una posibilidad y el comienzo de otras nuevas.
ET: Para terminar, ¿nos podrías decir tu flor favorita, tu libro favorito, tu canción favorita y tu comida favorita? O, al menos, alguna de ellas.
SF: ¿Comida?… ¡Verde, verde oscura! Las flores son fáciles, dos: violetas y amapolas. ¿Libros? No tengo uno favorito.Puedo nombrar uno que fue una inspiración para Revolución en Punto Cero: el libro de la escritora egipcia Nawal Al-Sa’DawiMujer en punto cero. Me gustó mucho, me emocionó y lo traduje al italiano. Punto cero en este libro es el fin de todas las ilusiones. Trata sobre una mujer que ha matado al hombre que la explota y ha sido condenada a muerte y no quiere recibir clemencia porque se da cuenta de que en este mundo no hay justicia para las mujeres. Ve la muerte como un viaje por un mundo posiblemente mejor. Me parece que esta muerte es una metáfora para decir que esto no es un cambio total. El rechazo de la gracia es como decir: «este mundo no es para mí, quiero un mundo diferente». El punto cero es el fin de la ilusión pero también el inicio de un nuevo viaje, un viaje que puede ser por un mundo mejor. Por eso seleccioné este título.
ET: ¡Muchísimas gracias!
SF:¡De nada!
ET: ¿Y la canción?
SF:¡Ah, la canción! Hay muchas canciones. Algunas del cancionero de la mujer. Algunasque son muy intensas y cuando las canto me hacenllorar. También canciones del movimiento comunista en Italia de los años 50 en el que se habla de la esperanza que todavía tenía la población en un mundo mejor después de la Segunda Guerra Mundial y el movimiento partisano. Un ciclo de canciones muy fuertes, porque expresan esta esperanza e ilusiones tan amargas. ¡Cuando las escucho se me rompe el corazón!
ET: Ahora sí, ¡¡¡muchas gracias, Silvia!!!