nº5 | construyendo posibles

El Gazpacho Rojo

Gazpacho Rojo es un colectivo formado por personas preocupadas ante el panorama agrícola y alimentario, pero sobre todo con muchas ganas de crear y de transformar. Hace algo más de cuatro años que un grupo de personas, todas urbanitas, empezamos a organizarnos. Estábamos preocupadas no solo por el tipo de alimentos que consumíamos, también por lo que hay detrás del circo de la gran distribución y compra de alimentos del sistema agroalimentario globalizado. «¿Qué tipo de agricultura estamos promoviendo con nuestro consumo? ¿Qué impactos tiene nuestra alimentación sobre el planeta? ¿Y sobre el territorio más cercano?». Nos hicimos estas preguntas y quisimos cambiar las respuestas.

Comenzó entonces un camino que seguimos recorriendo, lleno de aprendizajes y alegrías y no exento de frustraciones propias de los procesos colectivos. Empezamos acercándonos a la Huerta de Julián y Mari, situada en la zona norte de Sevilla, donde se encuentran las últimas huertas productivas de la ciudad. Participamos en la construcción de un nuevo modelo de la Huerta junto con El Enjambre Sin Reina. También apoyamos a la Red Sevilla EcoArteSana desde sus principios, una red formada por productor@s y grupos de consumo que apuestan por los canales cortos de comercialización. Poco a poco, nos fuimos dando cuenta de que se iban consolidando nuestras actividades de consumo y nuestras relaciones personales.

Entonces nos planteamos aquello del «modelo replicable», es decir, hacer del Gazpacho algo que pudiera ser útil también a otra gente que quisiera organizarse. Empezamos a contar nuestra experiencia y a compartir nuestras herramientas. No solo explicando cómo hacemos los pedidos o recogemos las verduras, sino contando cómo el hecho de gestionar una nevera llena de acelgas y calabacines te puede cambiar la vida.

¿Qué tipo de agricultura estamos promoviendo con nuestro consumo? ¿Qué impactos tiene nuestra alimentación sobre el planeta? ¿Y sobre el territorio más cercano?

Actualmente, tenemos 12 cestas de hortalizas que salen fresquitas de la Huerta una vez por semana y que repartimos en nuestro local entre las cerca de treinta familias que conformamos el Gazpacho Rojo. Desde los inicios, nos propusimos adquirir un compromiso con las personas que trabajan en la Huerta, garantizándoles la compra de cestas semanales y proponiendo un vínculo de confianza a partir del cual queríamos tejer nuestra relación. Queríamos garantizar a los productores/as un salario digno, la viabilidad del proyecto y participar en la planificación de la Huerta. Por supuesto, el compromiso y la confianza han sido mutuos. La comunicación es sencilla, ya que cada semana algún integrante del Gazpacho nos trae las novedades de la Huerta al reparto, junto con las lechugas y los ajetes. Además, cada temporada recibimos las «crónicas hortelanas» que narran las experiencias vividas por l@s hortelan@s a pie de huerta. Las decisiones importantes se toman entre todas las personas que forman parte del proyecto, ya sea produciendo o consumiendo, en asambleas que nos reúnen cada seis meses.

Compartiendo los beneficios y los riesgos de la Huerta, sentimos que este proceso nos ha enriquecido a muchos otros niveles. Nos ha enseñado a pensar en colectivo, a unir fuerzas, a entender otras posturas y a tomar decisiones de manera participativa. Los pocos kilómetros que separan la Huerta de nuestros hogares han ido forjando un largo camino de aprendizajes, afectos y cambios —en lo individual y en lo colectivo—, pero también en nuestra forma de entender nuestro entorno más cercano. Nos hemos aproximado a una realidad que estaba muy cerca físicamente, pero que muchas veces desde la ciudad parece lejana: el origen de nuestra comida y el mundo de quien la produce. Nos hemos seguido haciendo preguntas y cambiando poco a poco los hábitos. Cocinar con lo que da la huerta implica cambios en nuestras compras. Sin darnos cuenta, dejamos de echar de menos los tomates durante el invierno y pasamos a celebrar la llegada de los primeros brócolis. Intercambiamos recetas, recuperamos los saberes de nuestras abuelas (¿cómo se cocina un hinojo?) y hay quienes, regalando excedentes a las vecinas, han mejorado la convivencia en el bloque. Este cambio de conciencia, que empezó con una cesta de verduras, no solo ha cambiado nuestra relación con la comida, sino que nos ha llevado a replantearnos nuestro consumo en general y a plantearnos cuestiones como cuáles son nuestras prioridades de vida y qué cambios tanto personales como colectivos necesitamos hacer para conseguirlas.

Intercambiamos recetas, recuperamos los saberes de nuestras abuelas y hay quienes, regalando excedentes a las vecinas, han mejorado la convivencia en el bloque

Las verduras y la Huerta forman parte de nuestra cocina pero también de nuestras conversaciones, encuentros y quehaceres cotidianos. De la mano del Gazpacho, hemos tenido la oportunidad de conocer a otras personas, colectivos, grupos de consumo e iniciativas con las que se han ido forjando lazos que creemos que, de alguna manera, fortalecen un tejido social cada vez más amplio y diverso, que intenta construir un nuevo modelo de sociedad en el que sean las personas y la vida las que están en el centro.

Y así, desde las cocinas y desde las calles, hacemos el Gazpacho Rojo, pensando y sintiendo aquello de que «comiendo también se lucha».

Más info: http://www.gazpachorojo.org/

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Un equipo que presta servicios de formación, asesoría y acompañamiento en el marco de la economía social y solidaria sin ánimo de lucro. Desarrolla proyectos para el impulso de la Educación para la Participación, construye y difunde materiales y herramientas para la acción social participativa.