nº69 | política global

Hacer barrio para enfrentar el odio y para blindarnos ante el odio

El verano pasado, fuimos muchas las que vivimos con miedo e indignación las agresiones xenófobas que tuvieron lugar en Torre Pacheco contra personas de origen magrebí. Diversos grupos ultraderechistas, como Deport Them Now o Frente Obrero, alentaron a sus seguidores en redes sociales a encontrarse en la localidad murciana para «patrullar» las calles del municipio y «limpiar España», y perseguir a personas racializadas durante la noche con el propósito de «darles justicia directa y reunirlos con Alá». Durante esos días, todas nos acordamos de lo ocurrido veinticinco años atrás en El Ejido. Era el año 2000 y, bajo el gobierno del PP, una ley de extranjería que poco ha cambiado, condenaba a las personas que cruzaban la frontera Sur a la explotación laboral en condiciones de esclavitud bajo el asfixiante calor de los plásticos que inundan gran parte de Andalucía y el Levante.

Torre Pacheco prendió aún más la mecha de los discursos de odio. En Sevilla, pocos días después, comenzaron a aparecer carteles de grupos neonazis bajo el lema «Sin inmigrantes no hay racismo. Vuelve a tu país». En nuestro barrio, la Macarena, militantes del Frente Obrero habían impulsado, apenas unas semanas antes, un grupo llamado Acción Vecinal Macarena que está tratando de instrumentalizar el malestar de vecinos y vecinas por la presencia de personas que viven en la calle en algunas zonas del barrio para difundir discursos de odio contra ellas y contra la población migrante, especialmente la de origen magrebí o subsahariano.

Pero detrás de estos acontecimientos existen redes vecinales y colectivos que estamos alerta ante este tipo de acciones, y tan solo un mes antes de Torre Pacheco, en la Macarena, las vecinas se organizaban por la vandalización de un mural contra la violencia machista en el que aparecían mujeres racializadas. Por eso, cuando este grupo surgió, y con la alarma que la cercanía de la barbarie suscita, se fraguó una amplia respuesta frontal por parte de la ciudadanía y de colectivos sociales y artísticos. El rechazo a estos actos de violencia generó una coordinación entre vecinas y agrupaciones que desembocó tanto en acciones directas en un impulso hacia un barrio unido frente al auge radical.

Pese a la polarización que se desprende, la realidad es que una amplia mayoría de las vecinas se preguntan cómo remediar los males que afectan al barrio. Es una preocupación compartida cuyo origen y motivación difieren de puerta a puerta. Ante este sentir general, las vecinas y vecinos están saliendo a buscar respuestas en agrupaciones y asociaciones para replicar colectivamente. Pero a la vista está que parte de este malestar y preocupación está derivando en acciones violentas. Es por ello que el tejido social de la Macarena está respondiendo a la violencia que emerge desde el radicalismo, y construyendo, además, alternativas, desde un plano empático y comunitario.

Actualmente el barrio presenta unas condiciones de abandono institucional que están dibujando un caldo de cultivo que alimenta el crecimiento de los grupos de ultraderecha y el apoyo a sus discursos. Son capaces de tapar la incompetencia y falta de recursos de las administraciones con la rabia contra el diferente, motivo por el que los colectivos están trabajando para dar una respuesta social poniendo el foco en quienes realmente tienen el poder de dar soluciones a los problemas que sufre el barrio. Desde problemas de basura, consecuencia de los recortes de plantilla y la privatización del servicio, hasta de transporte o mantenimiento de los viales y parques. Con respecto a las carencias de albergues y recursos para atender a las personas que viven en la calle, el ayuntamiento prevé reducir, aún más, las pocas plazas de las que dispone, como refleja el acuerdo firmado con el grupo municipal de VOX, Transformar Sevilla, moneda de cambio para la aprobación de los presupuestos de 2025. Con este acuerdo, el ayuntamiento se ha comprometido con el partido de ultraderecha a cerrar el Centro de Alta Tolerancia (CAT) de la Macarena y a reducir en un 40% la capacidad del Centro de Acogida Municipal de la calle Perafán de Rivera, eliminando setenta y cinco de las ciento ochenta y seis plazas actuales. A pesar de que pretende abrir tres nuevos CAT en distintas áreas de la ciudad, con veinticinco plazas cada una, la totalidad de las plazas entre ambos recursos supondrá la eliminación de cuarenta plazas de acogida en nuestra ciudad, una medida que no hará sino ahondar más aún en la situación de vulnerabilidad de las personas sin hogar, dejando a muchas de ellas sin recursos habitacionales temporales a los que acudir.

La lucha colectiva en defensa de los servicios públicos se convierte así en la mejor herramienta vecinal para generar comunidad y blindar los barrios frenta al odio. Desde la Asociación de Vecinas Haciendo Barrio, rememoramos las acciones que la plataforma Macarena Para Todas organizó para responder a la campaña xenófoba auspiciada por Vox en nuestro barrio cuando Rocío Monesterio se personó en las puertas de un Centro de menores extranjeros no acompañados para vincular, una vez más, la presencia de estos centros de acogida con la inseguridad y la delincuencia, alimentando el monstruo del miedo y del odio. La plataforma organizó una jornada de convivencia en el barrio en la que las vecinas y vecinos pudieron escuchar a lxs chavalxs que estaban en el centro, y responder, así, a los discursos de deshumanización de la ultraderecha, mostrando la voz, el nombre, el rostro y la historia de vida de estos menores que han llegado a Andalucía tras un proceso migratorio que ninguna quisiéramos vivir.

Desde Haciendo Barrio apostamos firmemente por este tipo de propuestas que desmonten los discursos de odio sin darle la espalda al conflicto: afrontando el conflicto social desde el diálogo vecinal y creando espacios de convivencia en los que empatizar con los demás; entendiendo la diferencia como riqueza y huyendo de los estereotipos racistas y clasistas y de las semillas de odio que la ultraderecha intenta sembrar en nuestros barrios y nuestras mentes.

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